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Cumbre del clima 2023

Dubái, el polémico anfitrión de la COP: las ONG denuncian restricciones a los derechos humanos y "vigilancia masiva"

  • La celebración de la COP28 en Emiratos pone el foco en la falta de libertades de este país autocrático, denuncian varias ONG

  • En el recinto de la cumbre, gestionado por la ONU, se permiten manifestaciones bajo estrictas condiciones

ÁLVARO CABALLERO
6 min.

Detrás del ostentoso lujo de Dubái, una ciudad prácticamente surgida de la nada hace pocas décadas y que ya cuenta con el edificio más alto del mundo o el hotel más lujoso, hay una realidad más desconocida para los millones de turistas que llegan aquí al año, incluidos los 90.000 asistentes registrados para la cumbre del clima: la continua vulneración de derechos humanos, como denuncian organizaciones como Amnistía Internacional o Humans Rights Watch.

La polémica por las limitaciones al derecho de protesta en el país, como ya ocurrió con el anterior anfitrión de esta cumbre de la ONU, Egipto, se suma a las críticas de ecologistas y otros observadores por el hecho de que la meca del petróleo acoja un encuentro en el que tendrá un papel central este año, precisamente, el abandono del uso de los combustibles fósiles, culpables principales del cambio climático.

"Emiratos Árabes Unidos es un país con muchas restricciones a los derechos humanos. Está tipificado como delito las relaciones entre personas del mismo sexo y están gravemente restringidos la libertad de expresión, de reunión pacífica, de asociación", expone Nuria Berro, de Amnistía Internacional, en TVE. Más de 60 activistas están encarcelados por su defensa de las libertades, señalan desde la organización.

Coincide con su denuncia Joey Shea, investigadora de Human Rights Watch, quien asegura que el país "tiene una política de tolerancia cero hacia el disenso" y "las protestas y la libertad de expresión están criminalizadas en el código penal".

Manifestaciones permitidas dentro de las instalaciones de la COP

De cara a la COP, EAU y la ONU llegaron a un acuerdo para que ciertas protestas estuvieran permitidas en la llamada Zona Azul, el área donde tienen lugar las negociaciones y que técnicamente pertenece a Naciones Unidas. Allí, se ha creado algo parecido a un "manifestódromo", una zona en la que se congregan los manifestantes bajo la mirada del personal de seguridad de la cumbre, y con estrictas medidas de seguridad impuestas por el país anfitrión.

Lujo y vulneración de derechos humanos: las dos caras de Dubái, sede de la cumbre del clima

A raíz de este acuerdo se han dado imágenes inéditas de manifestaciones en Dubái, como una a favor de Palestina el pasado domingo. Pero incluso los activistas que tienen permitido entrar en el país excepcionalmente gracias a la COP, están vigilados desde que ponen un pie en Dubái. "Se encuentran miles de cámaras de seguridad, en espacios públicos y dentro de los edificios. Desde el momento en el que pisas el país estás rastreado", expone Shea.

Además de la "vigilancia masiva", señala esta activista de HRW, en EAU se ha documentado el uso de la "vigilancia digital" contra defensores de los derechos humanos como Ahmed Mansoor, detenido y en una celda de aislamiento desde 2017. Según esta organización, el país es cliente del software espía Pegasus -conocido en España por el escándalo que supuso su uso contra el presidente del Gobierno y otros miembros del Ejecutivo, el president de la Generalitat y otros líderes independentistas catalanes y vascos-.

Restricciones más duras desde la Primavera Árabe

Los siete emiratos que conforman EAU comenzaron a restringir con mayor intensidad los derechos civiles de protesta a raíz de la Primavera Árabe, en 2011, que agitó muchos países vecinos con demandas de mayor apertura democrática. El país reforzó la represión sobre islamistas y disidentes, y bloqueó organizaciones como Amnistía Internacional y Humans Rights Watch.

Las autoridades emiratíes impidieron la entrada del experto en derechos humanos James Lynch, que entonces trabajaba para Amnistía, en 2015. Ahora, como director de la organización FairSquare, Lynch señala que solicitó un visado para atender la cumbre del clima y le fue denegado. Las autoridades emiratíes matizaron después en los medios que nada le impedía entrar, y finalmente Lynch logró llegar a la COP.

"Tenemos que poner una línea roja para que los procesos de la ONU sean participativos y las protestas tienen que ser parte de ellos. Eso significa que los países autoritarios y represivos tienen que aceptarlo", explicó a la agencia Associated Press.

Un país abierto pero desigual: solo el 10% son emiratíes

Emiratos, y en especial Dubái, se vanagloria de ser un territorio abierto a todo tipo de visitantes y aunque es un país islámico, es tolerante con otras religiones y se permite en muchos lugares el consumo de alcohol o de carne de cerdo, a diferencia de otros Estados vecinos.

Sin embargo, de puertas para adentro, se prohíben los partidos políticos y los sindicatos, y todo el poder se concentra en los gobernantes hereditarios de cada emirato. Las leyes restringen también la libertad de expresión y los medios locales o bien son propiedad del Estado o están vinculados a las autoridades.

Las únicas protestas que se han vivido recientemente tienen como protagonistas los trabajadores extranjeros, que conforman el grueso de la población del país. De los 9,2 millones de habitantes de EAU, solo el 10% son emiratíes. Los inmigrantes, muchos de ellos procedentes del sur y sureste asiático, tienen muy difícil acceder a la ciudadanía. En estas protestas, algunos de los trabajadores consiguen ciertas mejoras, pero terminan siendo deportados.

La mancha del petróleo

Más allá de la situación de los derechos humanos, la controversia ha acompañado a esta cumbre antes incluso de su inicio debido al hecho de que se celebre en un país que es el séptimo mayor productor de petróleo del mundo y, sobre todo, porque el presidente de la COP, Sultan Al Jaber sea además el director general de la petrolera estatal ADNOC.

Algunos analistas consideran que esta Presidencia pueda dificultar un resultado ambicioso que pida la eliminación de los combustibles fósiles, mientras que otros creen que puede ser beneficioso que Al Jaber esté vinculado a la industria fósil, para así atraer a esta industria a la lucha climática. Sus palabras en las que cuestionaba el consenso científico sobre el abandono del uso del petróleo, gas y carbón para limitar el calentamiento global supusieron un terremoto en la cumbre el pasado lunes.

Al Jaber, por su parte, se defiende resaltando que su Presidencia ha apostado desde el inicio de la cumbre por incluir en las negociaciones el debate sobre los combustibles fósiles, al contrario que el presidente de la pasada COP27, lo que fue muy criticado. El también ministro emiratí ha reivindicado, además, que la "reducción" del uso de estas energías es "inevitable" y "esencial".

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