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Obituario | Vaticano

Benedicto XVI, el papa emérito que vivió a la sombra de Francisco refugiado en la música clásica y la reflexión

MARTA REY / FÉLIX DONATE
6 min.

El papa Benedicto XVI ha muerto este sábado a los 95 años, tras diez años de retiro de la vida pública en los que ha vivido en el convento Mater Ecclesiae, en la Ciudad del Vaticano, dedicado a la oración y refugiado en la música clásica, pero siempre a la sombra de su sucesor, Francisco, y de su antecesor, Juan Pablo II.

En 2013, Benedicto XVI sorprendió al mundo por renunciar voluntariamente a su cargo, algo que no ocurría desde 1294 Se llegaba así al final de un pontificado de ocho años, que se calificó en su inicio como de "transición", pero en el que tuvo que lidiar con uno de los periodos más convulsos de la historia reciente de la Iglesia católica, marcado por los escándalos de pederastia destapados en el seno de la institución o el caso 'Vatileaks', que salpicó a su propio mayordomo.

"Después del gran papa Juan Pablo II, los señores cardenales me han elegido a mí, un simple y humilde trabajador de la viña del Señor", pronunció el recién elegido pontífice el 19 de abril de 2005, ante la multitud de fieles que le contemplaban desde la Plaza de San Pedro.

El cardenal Joseph Aloysius Ratzinger cogió el testigo de Karol Wojtyła, el papa Juan Pablo II, uno de los pontífices más populares y queridos por los creyentes.

Ratzinger nació en 1927 en un pueblo de la región alemana de Baviera, en el seno de una familia profundamente religiosa. Hijo de un comisario de policía y una cocinera, en sus memorias reconoce que fue obligado a unirse a las juventudes hitlerianas cuando tenía 15 años, aunque ni él ni su familia comulgaron con el nazismo, según asegura en su biografía. A los 21 años se convirtió, junto a su hermano, en sacerdote y después trabajó como profesor de universidad.

Un teólogo firme

En los años 60 participó en el Concilio Vaticano II como asesor del cardenal alemán Frings. Entonces, destacó por sus posiciones aperturistas, pero poco a poco empezó a volverse más conservador. En 1977 se convirtió en cardenal y cuatro años después fue elegido por su predecesor, Juan Pablo II, de quien fue su mano derecha hasta su muerte, para ponerse al frente de la Congregación de la Doctrina de la Fe, heredera de la antigua Inquisición.

De hecho, sus medidas disciplinarias contra sacerdotes latinoamericanos que promovían la Teología de la Liberación, de influencia marxista, llevaron a que se le conociera bajo el sobrenombre de 'Rottweiler de Dios'.

Durante toda su vida fue un amante de la música y le acompañó en todo momento. El hasta ahora emérito, tocaba el piano e idolatraba a Mozart y Bach. Sin embargo, renegaba del Rock and Roll y llegó a calificar la música popular de "culto a la banalidad". Además, entre 1963 y 2013, escribió más de 60 libros y se definió a sí mismo como un "profesor" que reflexionaba y meditaba sobre cuestiones espirituales.

Durante sus casi ocho años como papa, en los que publicó hasta tres encíclicas, se convirtió en el primer jefe de la Iglesia en admitir el uso del preservativo, aunque solo para casos muy limitados como para evitar la propagación del SIDA. Sin embargo, al igual que su predecesor, se mostró inflexible ante cuestiones como la condena al aborto, al sacerdocio femenino, la eutanasia o el matrimonio homosexual.

Los abusos en el seno de la Iglesia y otros escándalos

Cuando Ratzinger fue elegido papa, las revelaciones sobre casos de abusos a menores por parte de miembros de la Iglesia estaban a la orden del día en Estados Unidos, donde miles de personas fueron víctimas en los años 60 y 70. En 2008, Benedicto XVI se convirtió en el primer pontífice en expresar su vergüenza ante la multitud de casos destapados y en reunirse con víctimas.

En 2022, el pontífice pidió perdón en una carta a las víctimas en la que expresó su dolor por los "errores" cometidos. Sus palabras llegaron tras la publicación de un informe que acusaba a Benedicto XVI de inacción ante los abusos sexuales acontecidos en Alemania durante su arzobispado en Múnich.

Otro de los escándalos que salpicaron a su papado fue el denominado caso 'Vatileaks', la fuga de documentos confidenciales en el Vaticano que llevó a prisión a su mayordomo, Paolo Gabriele. El caso destapó las tensiones en el seno de la Institución entre conservadores y progresistas, tradicionalistas y modernistas, y partidarios de la transparencia y del secreto institucional.

También se buscó la enemistad de los fieles de otras religiones, como los musulmanes, al sugerir que el islam era intrínsecamente violento, o los judíos, al rehabilitar a un obispo negacionista del Holocausto.

Una renuncia histórica y diez años de retiro espiritual

El 11 de febrero de 2013, Benedicto dio a conocer su decisión de renunciar a su cargo. Lo hizo en latín, durante un acto interno de canonización en el que alegó que "sus fuerzas" y su "edad avanzada" no se adecuaban por más tiempo al ejercicio del ministerio y prometía obedecer a su sucesor y continuar sirviendo a la Iglesia.

Desde su salida, Ratzinger vivió rodeado de su "familia" vaticana, formada por un secretario y cuatro mujeres laicas consagradas del instituto 'Memores Domini', que pertenece al movimiento ultraconservador, Comunión y Liberación.

Entre ellas se ocupaban de las necesidades del papa emérito, que durante estos años ha disfrutado de su inseparable música clásica y una reflexión espiritual "alejado del mundo", según aseguró tras su salida del pontificado el que ha sido durante todo este tiempo el hombre más cercano al alemán, Georg Ganswein.

"Está alejado del mundo, pero está presente en la Iglesia. Ahora su misión es, tal como dijo una vez, ayudar a la Iglesia y a su sucesor, el papa Francisco, mediante la oración. Es su primera y más importante tarea", señaló en una entrevista Ganswein cuando se cumplía un año de su salida.

Desde su retiro espiritual tras su marcha, su entorno siempre aseguró que "hubo un buen contacto" entre él y Francisco, con quien se llamaba por teléfono, conversaba y se "invitaba mutuamente", según el Vaticano.

Sobre su estado de salud no trascendieron demasiados detalles los años posteriores a su papado, más allá de una grave erupción cutánea y un marcapasos, que le fue colocado antes de ser papa y remplazado en una intervención realizada meses antes del final de su pontificado. Cuando se conoció el deterioro de su estado de salud, el Vaticano siempre lo relacionó con su avanzada edad.

Tras su renuncia, el papa emérito se dejó ver en contadas ocasiones y su deterioro físico era evidente en cada aparición. El último viaje que realizó fue en 2020, cuando se desplazó hasta su ciudad natal, para acompañar en su lecho de muerte a su hermano Georg, que falleció poco después.

Desde entonces, solo se ha dejado ver desde el interior de los muros del monasterio en el que vive, en los jardines vaticanos. La última fotografía publicada del emérito fue del pasado 1 de diciembre, cuando recibió a los galardonados del premio Ratzinger en su residencia.

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