Para los que duden de la reacción contra el feminismo que recorre el mundo, Olivia Wilde tiene una contundente respuesta en forma de irónico título: No te preocupes, querida. La segunda película como directora de la también actriz plantea una supuesta arcadia perfecta de los años 50, perdida en el desierto, donde los hombres trabajan en un proyecto secreto mientras las mujeres se entregan al cuidado doméstico. Solo es el principio de una ciencia ficción sólida y entretenida, con muchos giros y cargas de profundidad.
El ruido y la furia mediática de su promoción desde el Festival de Venecia no hace sino confirmar las tesis de Wilde sobre la misoginia latente en la sociedad. Repasemos: recordatorios de su relación con el más joven Harry Styles; notas de supuestas infidelidades con su anterior marido, Jason Sudeikis; y especulaciones sobre una ‘pelea de gatas’ con la protagonista de su película Florence Pugh. ¿Hace falta seguir?
No te preocupes, querida confirma que la gozosa Superempollonas no tenía nada de accidente y Wilde atesora mucho talento también con mayores presupuestos, principal talón de Aquiles de la progresiva búsqueda de igualdad en la industria.
P.: La película es una metáfora sobre la reacción contra el feminismo. ¿Es una descripción de los tiempos que corren o una advertencia sobre lo que puede venir?
R.: Creo que es tanto una descripción como una advertencia. Es una historia sobre una mujer que se da cuenta de que necesita hacer preguntas y escuchar a aquellas que han hecho preguntas antes que ella, que han sido ignoradas. Necesita seguir sus instintos. También trata del rechazo al movimiento feminista. Hay una nostalgia por una época en la que las mujeres tenían muy pocos derechos. Creo que esa tenencia a reclamar el poder patriarcal se manifiesta de diferentes maneras. El 53% de las mujeres blancas votaron por Trump, es decir, votaron directamente contra sus propios intereses. También se ve en la cultura incel en internet. Son hombres que se enojan contra un movimiento por una sociedad más equitativa. Pero la película es también una oportunidad para celebrar el coraje de las mujeres que luchan por lo que creen. Y creo que Alice (Florence Pugh) es un personaje de superheroína: está dispuesta a sacrificarlo todo para hacer lo correcto.
P.: ¿Crees al menos que en la industria del entretenimiento sí avanza firmemente hacia la igualdad?
P.: La industria del entretenimiento ha cambiado, pero en algunos aspectos hemos retrocedido. En la era del cine mudo había muchas directoras. Ahora hemos progresado después de la regresión completa de los años 50, cuando los grandes estudios no financiaban a las directoras. De los años 60 a los 90 se creció un poco, no tanto en la primera década de los 2000 donde todavía había muy pocas. Ahora vemos más, pero lo preocupante es que la propia industria tiene diferentes estándares para las directoras y sus películas. El doble rasero sigue siendo muy claro y la misoginia todavía es muy fuerte en la industria del entretenimiento. Es algo que ves en la cobertura de la prensa, pero también lo ves en la industria misma: como que el patriarcado sigue siendo una parte muy importante de Hollywood.
P.: En la película, las mujeres están desconectadas entre ellas. ¿Es la falta de sororidad uno de los riesgos del movimiento feminista?
R.: Creo que es una herramienta muy conveniente para mantener a las mujeres separadas, para fomentar una especie de lucha interna dentro de la comunidad femenina. Es muy conveniente capitalizar la misoginia: se usa en los medios para que las mujeres se destrocen entre sí. Lo vemos en todas partes, si mantienes a las mujeres luchando unas contra otras no se unirán y no podrán ser tan poderosas como realmente somos. Cuando veo misoginia proveniente de mujeres, ya sea en los medios o en cualquier otro lugar, pienso: bueno, así es como nos oprimen. Las mujeres nos detendremos si no nos damos cuenta de que nuestra herramienta más poderosa es unirnos entre nosotras. Dejar de jugar con las reglas del patriarcado y entender nuestro colectivo.
P.: La película encuentra el equilibro entre entretenimiento y mensaje, algo que parece que está desapareciendo de las pantallas de cine, donde solo se ven las cosas por separado. ¿Era importante para ti ese equilibrio?
R.: Sí, siempre me ha gustado la idea de lo que llamo ‘una película caballo de Troya’, que es hermosa por fuera y, cuando entras, tiene muchas preguntas y mucho por descubrir. Las películas que me han inspirado durante mucho tiempo son entretenimiento con ideas. Lo ves mucho la ciencia ficción, si piensas en Origen, de Christopher Nolan, aprovecha el medio y es gloriosa de ver pero da mucho que pensar. Kubrick siempre fue muy bueno en eso, era un maestro del estilo y todas sus películas lanzaban preguntas sobre el abuso de poder. La ciencia ficción ha sido durante mucho tiempo una forma de hablar de política de manera entretenida.
P.: Hablando de poder, la película plantea también una deriva totalitaria. ¿Es también el peligro de la nostalgia por cierto pasado?
R.: Sí, creo que hay un peligro real en esta nostalgia. No creo que haya habido ninguna era en la historia de Estados Unidos mejor que ahora, aunque todavía tengamos muchos defectos. Cuando escuchas a los políticos ‘hagamos América grande otra vez’ se refieren a una época en la que las mujeres tenían incluso menos derechos. Creo que el tema del caos frente al orden, que el personaje de Frank (Chris Pine) usa en la película, es una forma conveniente de controlar a la población. La gente anhela el orden porque le hace sentir protección y seguridad. Te hace sentir parte de un grupo grande. Es muy primitivo y casi animal. Queremos ser parte de una manada porque la manada es más difícil de atacar. Eres menos vulnerable. Pero también significa que estás controlado. Y creo que la película intenta pedirte que aceptes el caos como una oportunidad para romper el molde. Porque si no rompemos el molde, entonces continuaremos en este ciclo. Eso algo realmente problemático.