¿Quién puede presumir de tener no solo todos los premios de interpretación posibles, sino también ya muchos honorífcos con solo 48 años? Seguramente solo Penélope Cruz. La actriz madrileña recoge en el Festival de San Sebastián el Premio Nacional de Cinematografía, galardón que no ha recibido como uno más: cuando se anunció en junio, la actriz ya avisó a su familia y amigos: “Vamos todos para allá”.
Ningún Oscar, Goya, BAFTA, premio de Cannes o Venecia (todos ya ganados por la actriz) ha estado tan abrigado de cariño como el acto celebrado en la sede de Tabakalera de San Sebastián. Con su madre Encarna y su hermana Mónica a su lado, solo con los discursos previos de "sus amigos del alma" Goya Toledo y Luis Tosar, la actriz ya estaba deshecha. Y, casi temblando, subió a agradecerlo al estrado.
La actriz ha donado íntegramente los 30.000 euros de dotación del premio: un tercio para la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), que precisamente se retrata en su última película En los márgenes, otro tercio para la Unidad CRIS contra el cáncer del Hospital La Paz y, el último tercio "para el fondo asistencial para actores creado por nuestra querida Pilar Bardem en Aisge que busca amparar a compañeros que sufren dificultades”.
El viaje de Pénelope en busca de otras vidas
“El cine ha sido y es mi pasión desde que soñaba en el salón de casa de mis padres con explorar más allá de nuestro barrio. Mi infancia ha sido fantasear con actuar, soñar con decenas de personajes que me ensanchasen”, ha recordado. “Mis padres tuvieron la generosidad inmensa de apoyarme en un camino que les era tan ajeno. Gracias papá, donde estés: hubieras disfrutado mucho este momento”.
Al contrario que la Penélope de La odisea, a la que debe su nombre vía Serrat, Cruz es todo menos estática. “Decía un hermoso poema de Kavafis que, si vas a viajar Ítaca, intenta que el viaje sea largo, porque lo importante noe s llegar, sino las aventuras que se viven por el camino. Así es en la vida y en el cine: no es el resultado, sino la increíble aventura de vivir otras vidas”.
Cruz se no ha olvidado a sus formadores, Cristina Rota y Juan Carlos Corazza. “Me pusieron en el camino de la búsqueda constante de la verdad y autenticidad. No siempre se consigue, pero lo más importante para mí es buscarla como estudiantes eternos del comportamiento humano que somos”.
Los tres nombres de su carrera: Bigas Lunas, Fernando Trueba y Pedro Almodóvar
“Quiero acordarme de tres nombres: Bigas Lunas (Jamón, jamón) y Fernando Trueba (Belle epoque), que me abrieron las puertas de un mundo que sigo transitando. Y, por supuesto, Pedro Almodóvar, el director con el que más he trabajado y una de las personas que mejor ha retratado nuestro país. Le debo mucho porque me lleva a tal nivel de exigencia que siempre he acabado descubriendo algo nuevo”.
También recuerdos para Katrina Bayonas, “por no echarme de su despacho cuando fui a rogarle por tercera vez trabajar con ella cuando tenía 15 años”. Veintitrés años después, todavía es su representante.
Para finalizar, un agradecimiento y un ruego: el primero, dirigido al Festival de San Sebastián: “Gracias por cuidar el cine. Ojalá la experiencia del cine en salas no desaparezca nunca”. El segundo, una petición para el Ministro de Cultura, Miquel Iceta, presente en el acto: “No dejen nunca de proteger nuestro cine porque es una seña de nuestra seña de identidad y una parte importan de lo que nos hace entendernos y reconocernos. Y vayan a las salas, por favor”.