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Adiós a Isabel II (X)

Windsor, el destino final de Isabel II: "Era una vecina más. Nos va a costar acostumbrarnos a su pérdida"

PALOMA DE SALAS (Enviada especial a Windsor)
8 min.

Desde la muerte de la reina Isabel II, Windsor se ha convertido en uno de los escenarios del luto en Reino Unido. Esta pequeña ciudad, situada a unos 40 kilómetros del centro de Londres, se prepara para enterrar el lunes a la soberana que les acompañó durante 70 años. El destino no es casual: aquí Isabel II se sentía como en casa, según cuentan los vecinos de la zona. "Siempre se ha dicho que el Palacio de Buckingham era su oficina, el castillo de Balmoral su residencia de vacaciones y el castillo de Windsor, su hogar", explica a RTVE.es una de las decenas de guardianas que guían a los turistas cuando el castillo abre al público.

En 2020, Isabel II escogió aislarse de la pandemia del coronavirus en el castillo de Windsor, el castillo habitado más grande en Europa donde pasaba los fines de semana y donde se refugió durante la Segunda Guerra Mundial. Aquí vivió durante meses junto a su grupo burbuja y aquí enterró a su marido, el difunto Año y medio después, esta localidad de poco más de 32.000 habitantes acoge a miles de personas que, ramo en mano, vienen a velar el recuerdo de su reina.

Los guardianes custodian la Capilla de San Jorge donde será enterrada la reina Isabel II. RTVE

No es un sábado cualquiera en Windsor: sus dos estaciones reciben cada media hora trenes repletos de súbditos compungidos que quieren despedir a la reina. Nada más bajar del vagón, los carteles recuerdan su muerte y las decenas de voluntarios muestran a los visitantes cómo llegar al mural de flores improvisado frente al castillo.

Las calles de Windsor respiran monarquía. Todos los negocios tienen nombres reales, desde el pub The royal Windsor castle, al Royal Kebab o el Prince Harry pub. El sol ilumina las calles de un pueblo triste, nostálgico y emocionado. Triste, porque nunca más verán a su reina pasear; emocionados y orgullosos porque sus restos mortales recibirán sepultura en la capilla de San Jorge de la localidad el lunes.

La reina que siempre sonreía, una vecina más

La iglesia de San Juan Bautista destaca entre los edificios de High street, la principal avenida del pueblo. Construida en el siglo XIX, ha sido testigo de los funerales de los alcaldes del pueblo desde hace años. Cuando estalló la noticia, habilitaron dos libros de condolencias para quien quisiera dejar por escrito su recuerdo.

"Cientos de personas vienen cada día para firmar el libro, encender una vela, rezar, reflexionar y compartir este momento juntos. Estamos todos tristes. Era una residente de Windsor muy querida, se puede sentir esa tristeza cuando caminas”, cuenta la reverenda Sally Lodge. Ella coincidió con la reina en varias ocasiones y recuerda con un cariño especial una tarde en la capilla de Todos los Santos ubicada en el parque de Windsor. "Era una persona encantadora, muy relajada", dice.

Una mujer firma en el libro de condolencias de la iglesia de San Juan Bautista. RTVE

Un paseo de diez minutos lleva a The Long Walk, un sendero de más de cuatro kilómetros que termina a las puertas del castillo de Windsor. A la entrada, los voluntarios piden a los visitantes que se deshagan de los envoltorios de los ramos. "Nos espera un fin de semana largo", comentan David Pelling y Barbara France, dos embajadores del condado que atienden al público en las actividades que se celebran aquí. "Este es el mayor evento que ha visto Windsor en su historia, hay mucha más gente que en la boda de Harry y Meghan", señala France. Sin embargo, a Pelling le llama la atención el ambiente de alegría que recorre el sendero. "Toda esta gente que ha venido aquí a depositar flores está contenta. Veremos el lunes: se espera que vengan más de 250.000 personas y será, sin duda, un día más solemne", explica.

France y Pelling viven en el pueblo desde hace años y, como la mayoría de vecinos, todos han coincidido con la reina en algún momento. "Siempre saludaba", cuenta Pelling, mientras Barbara recuerda con orgullo los chistes que contaba el duque de Edimburgo, a quien describe como un hombre charlatán que siempre se paraba a bromear con los locales mientras caminaba detrás de Isabel II.

Mural del pub The Two Brewers. RTVE

Como ellos, Stuart O' Brien, el regente del pub The Two Brewers, retrata a su vecina más famosa. "Siempre fue parte de la comunidad, se la veía cada domingo yendo a misa o en las carreras de caballos en el Royal Ascot. Nos va a llevar mucho tiempo acostumbrarnos a su pérdida", indica. El bar, situado al lado del castillo, está decorado al milímetro con detalles de la monarquía. De hecho, en dos de sus pizarras ya han escrito extractos del primer discurso de Carlos III como rey. Aquí acuden a menudo agentes de seguridad, cuidadores de los caballos reales y otros empleados del castillo, que en los últimos días se han dejado ver con los vecinos compartiendo anécdotas de Isabel II.

Es una situación surrealista. Muchos no se creen lo que ha pasado, pero el lunes se darán cuenta

La condesa de Essex también frecuenta el bar y el príncipe Felipe siempre saludaba al pasar cada mañana por su fachada. "Para nosotros toda esta situación es surrealista. Hay muchos que todavía no se creen lo que ha pasado, pero a partir del lunes, cuando esté en casa, todos se darán cuenta de la pérdida", dice.

El luto de los visitantes

A medida que termina el Long walk, el olor de las flores que recuerda a la primavera se funde con el silencio de los viandantes. Dos coloridos murales con miles de flores yacen en el suelo desde hace días y cada minuto reciben una nueva flor. Precisamente, George exhibe orgulloso el ramo de rosas que trae a la reina. "Hemos venido a depositarlas hoy para que se conserven frescas para el funeral", señala este vecino. "Su muerte es algo muy triste para nosotros porque estamos acostumbrados a coincidir con la familia real varias veces al año. Windsor y la reina van de la mano, tienen una relación muy especial desde hace años. Aquí está en casa", declara.

George muestra su ramo de flores en Windsor. RTVE

A su lado, Nicola observa el mural junto a su hija de siete años. Ha decidido venir para "evitar la locura de las colas en Londres" y "respirar el ambiente que la reina veía como su hogar". "No esperaba que me fuera a emocionar tanto, la verdad. Pero ella es todo lo que conocemos", confiesa. Tras ella, dos mujeres comentan cómo su muerte les ha servido para llorar a los familiares que perdieron hace poco: "Ha avivado este sentimiento en nosotros".

Los británicos llevan ocho días llorando a su reina, un luto difícil de comprender fuera de la frontera del Reino Unido. Todos coinciden en que Isabel II era la "abuela de todos", la mujer que los acompañó desde hace 70 años, es decir, durante casi todas las vidas. "Cuando alguien nace y se cría con la figura de un monarca siempre allí, es natural que sienta esta pérdida", explica el sociólogo de la City University London, Chris Rojek.

Pero más allá del símbolo de la reina, los vecinos de Windsor recuerdan a una ciudadana más a la que ya no verán pasear por la ciudad. "Como en su Jubileo de Oro, cuando saludó a todos los vecinos como una más", recuerda George. "Siempre sonreía, acudía a los sitios y era consciente del efecto que tenía en el público", recalca Stuart O'Brien.

¿Demasiado luto?

Coincide con ellos H., un policía de paisano que acompaña a su mujer Rani a depositar flores. "La saludé una vez y ella me sonrió y devolvió el saludo", recuerda. Y es que la monarca tocó la vida de todos los vecinos de una u otra forma: bien por su servicio, su presencia o su atractivo turístico.

Una señal del funeral en Windsor. RTVE

Bares, restaurantes y hoteles están estos días al completo en una de las localidades más turísticas de la zona. También se enorgullecen de ella algunos mendigos que piden frente al castillo, como Dean Aylot, que vive desde hace 12 años en la calle. "Ha hecho tanto por nosotros...¿cómo no quererla? Ha servido de barrera contra la corrupción y eso nos repercute. Además, cualquier otra familia real nos echaría si nos viera frente al castillo. Ellos no son así", dice.

Pero la añoranza de muchos se mezcla con el cansancio de otros. Dylan y Drew, otras dos personas sin hogar, comentan el trasiego de visitantes. "La gente que lleva flores podría donar dinero a los pobres, no hacer esto. Realmente, es una cuestión de generaciones. Todo este luto por la reina es demasiado", denuncia Dylan. Con todo, este joven de Slough, una localidad a diez minutos en tren, reconoce el sentimiento común en Windsor: la localidad y la reina son uno.

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