Los vecinos del pueblo cordobés de Bélmez viven con un ojo en el cielo y otro en el embalse de Sierra Boyera. La falta de lluvias ha puesto al límite sus reservas y, actualmente, está solo al 16 % de su capacidad. Temen que la falta de agua repita los cortes que vivieron en los 90, por lo que esperan que un trasvase desde otro pantano cercano, el de La Colada, alivie la situación.
"Están muy secos, es preocupante", lamenta una vecina del pueblo a TVE. "Esperemos que no corten el agua porque sería un desastre", añade otro residente. El embalse, que nutre, además de esta localidad a otros 28 municipios del norte de la provincia - un total de 80.000 habitantes-, también, podría afectar a los cultivos y el ganadoen la región. "Hay que hacer el trasvase y traer el agua aquí, depurarla y dársela a la población", urge un ciudadano de Bélmez.
Muy afectados están también los vecinos de la localidad pacense de Ribera del Fresno. Allí, denuncian que el agua del grifo, procedente del pantano de Los Molinos, sale turbia y de color marrón debido a la escasez hídrica. Se preguntan, además, que ocurrirá en las próximas semanas cuando lleguen los veraneantes. "Teníamos un pequeño hilo hasta que se fue, especialmente, en las zonas altas del pueblo", comenta un vecino.
Mientras, en la cercana Calera de León, ya han optado por no llenar las piscinas. Su embalse se encuentra al 18% y el suministro solo está garantizado hasta agosto. "No llueve, llevamos una sequía grande y se abastece a muchos pueblos", enumera un residente del pueblo sobre las causas de la escasez. "Es complicado, porque el pueblo tiene como encanto la piscina, pero la preocupación es mayor porque puede haber cortes de agua en las casas", señala otro calereño.
La sequía no es un problema en exclusiva del suroeste de España. En el conjunto de los embalses peninsulares, la reserva hídrica de los embalses dedicados al consumo humano y a la agricultura ha experimentado un nuevo descenso y se sitúa en el 43,4%, de su capacidad total, 1,1 puntos menos en los últimos siete días. Se trata de un 15% menos de agua que en la misma semana del año pasado y un 30% menos que en la media de la última década, según los datos del Ministerio para la Transición Ecológica.
Los ríos, un 40% más bajos en Galicia
La falta de agua ha puesto en jaque, a su vez, la navegación en el Congosto de Montrebei, uno de los de los grandes atractivos turísticos de esta frontera natural entre el Pirineo aragonés y el catalán. Las imágenes, casi paradisiacas del desfiladero, en el que antes circulaban canoas y catamaranes, han dado paso a las del barro y rocas, debido al bajo nivel del cercano embalse de Canelles. Los turistas tienen que bajar incluso 37 metros por una cuerda para cogerlos. Las empresas de la zona, ante la amenaza de cierre, han pedido soluciones a la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) y al resto de administraciones competentes.
En Cataluña, las reservas de agua en los pantanos del sistema Ter-Llobregat, en las cuencas internas, están al 54%, según el boletín del Ministerio para la Transición Ecológica. Es el sistema que abastece a la red metropolitana de Barcelona y, por lo tanto, a la mayoría de la población. El embalse de La Baells, por ejemplo, se encuentra por debajo de esta media, apenas al 50% de su capacidad, mientras que hace un año se encontraba al 95 % y en 2018, casi al 90 %. Con esta situación, la Generalitat ya ha activado la prealerta por sequía en varios puntos de la comunidad catalana.
Los problemas de agua también están llegando a Galicia, una de las zonas que tradicionalmente solía acumular más reservas. La comunidad tiene ahora un 20% menos de agua que la media de los últimos diez años. Los embalses de la zona costera están a un 70%, ocho puntos por debajo de la media de los últimos 10 años y los orientales, a 20 puntos de la media. Llevan desde febrero en prealerta por sequía prolongada, ya que en estos meses ha llovido un 64 % menos de lo que es habitual y los ríos están un 40% más bajos. Es decir, se han adelantado los niveles que eran propios de los meses de agosto.
Alerta en Castilla y León por la sequía
El embalse de Entrepeñas es uno de los retratos de la sequía en Castilla-La Mancha, ya que pronto podríamos volver a ver en el cómo la tierra se agrieta a los pies del viaducto que caracteriza este enclave. Allí la playa gana terreno al agua, poniendo en riesgo la campaña turística y el desarrollo de los pueblos cercanos.
Según los datos aportados por la Confederación Hidrográfica del Tajo (CHT), las reservas del embalse han bajado 8,83 hectómetros en los últimos siete días y almacena 292,71 de los 813 que puede guardar. Está también más vacío que hace un año, cuando el porcentaje de agua superaba el 42 %. La situación se repite en el embalse de Buendía, que desciende en 7,68 su capacidad, almacenando 432,71 de los 1.705 hectómetros cúbicos que puede contener.
En Castilla y León, la sequía ha puesto en alerta a los sistemas vallisoletanos de Támega-Mazanas, Tera, Carrión y Pisuerga. La presidenta de la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD), Cristina Danés, ha declarado la situación excepcional por sequía extraordinaria en estas zonas, donde las circunstancias climatológicas durante los meses de abril, mayo y primera quincena de junio no han colaborado a que la situación hidrológica de la cuenca mejore.
Desde la CHD se entiende que es necesario adoptar una serie de medidas que regulen la campaña de riego, una situación que preocupa también a los agricultores que temen no poder concluir con éxito la campaña de regadío, sobre todo, en cultivos como el maíz o la remolacha.