El ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, ha anunciado este viernes la completa rendición de la acería de Azovstal, símbolo de la resistencia ucraniana, con la entrega de los 531 combatientes que permanecían en el lugar.
Entre los últimos en rendirse en la ciudad portuaria de Mariúpol figuran los comandantes del batallón nacionalista ucraniano Azov, que Moscú considera "criminales de guerra" y "neonazis", según el general Ígor Konashénkov, quien ha afirmado que el presidente ruso, Vladímir Putin, ha sido informado de la "total liberación".
"Desde el 16 de mayo, se han entregado 2.439 nazis del (regimiento) Azov y militares ucranianos atrapados en la fábrica. Hoy, 20 de mayo, se ha retirado el último grupo", ha especificado Konashénkov en un comunicado publicado en Telegram.
Asimismo, el portavoz militar ha asegurado que las instalaciones subterráneas en las que se escondían los combatientes han quedado bajo el control total de las Fuerzas Armadas rusas.
El jefe de los Azov ha sido evacuado en un "vehículo blindado especial"
El jefe de los combatientes de Azov ha sido evacuado de la fábrica en un "vehículo blindado especial" para evitar que fuera atacado por habitantes hostiles, según la información proporcionada por el general ruso.
Aunque no ha precisado su nombre, se entiende que se refería a Denís Prokorenko, quien esta mañana en un vídeo expresó su confianza en que los defensores sean canjeados por prisioneros de guerra rusos. En cambio, políticos rusos, incluido el presidente de la Duma, Viacheslav Volodin, han abogado porque sean juzgados en Rusia por sus crímenes en el Donbás.
El general Konashénkov tampoco ha aclarado el destino de los combatientes, aunque en días anteriores una parte de los defensores de Azovstal fue trasladada a territorio ruso y otra a la zona controlada por las milicias prorrusas en la región de Donetsk.
Zelenski ordenó a los defensores que se rindiesen
Hace unos días el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ordenó a los últimos defensores de Azovstal que se rindiesen, ya que "Ucrania necesita a sus héroes vivos".
El pasado 21 de abril, Putin canceló la orden de asaltar Azovstal con el fin de salvar las vidas de las tropas rusas y las milicias separatistas que tomaron Mariúpol, aunque con la condición de que "no pase ni una mosca". No obstante, Ucrania denunció que las fuerzas rusas siguieron martilleando la planta hasta esta misma semana.
Esposas y familiares de los defensores de la acería se dirigieron entonces al papa Francisco y los presidentes de China y Turquía para que mediaran en su liberación.
Esta mañana, el ministro de Denfensa ruso, Shoigú, había informado también de la evacuación de 177 civiles, incluidos 85 mujeres y 47 niños, que vivieron varias semanas en las catacumbas de la planta metalúrgica, donde se atrincheraron cientos de heridos.
Rusia podría centrarse en la conquista de todo el Donbás
Mientras tanto, Rusia está acelerando su ofensiva en el Donbás, donde trata de controlar una estratégica carretera en la confluencia de Donetsk y Lugansk, las dos provincias que integran la zona situada en el este del país. “La situación en el Donbás es un infierno. Está completamente destrozado”, ha reconocido Zelenski.
La toma de Mariúpol estaba marcada en rojo por los generales rusos desde el inicio de la "operación militar especial", ya que es la clave para la apertura de un corredor terrestre con la anexionada península ucraniana de Crimea, plan que Moscú está llevando a cabo.
Allí, en Mariúpol, más de la mitad de los edificios de la ciudad están derruidos, mientras el número de muertos podría ascender a varios miles.
Por su parte, Kiev ha acusado al Ejército ruso de intentar borrar toda huella de las atrocidades cometidas por sus soldados en la ciudad de casi medio millón de habitantes.