De la guerra de Ucrania sale cada día un mar inabarcable de imágenes de bombardeos y ataques contra la población civil. Verificar cuáles de ellas son ciertas y determinar si podrían ser pruebas de un crimen de guerra es la tarea de organizaciones como Bellingcat, un colectivo de investigación que rastrea la red en busca de evidencias de estos ataques para que en un futuro se pueda hacer justicia contra sus perpetradores.
"Investigamos usando información que se encuentra libremente disponible en internet. Pueden ser imágenes de satélite que se encuentran en Google Maps, redes sociales, cualquier cosa", explica desde Ámsterdam a RTVE.es Giancarlo Fiorella, uno de los miembros de este equipo que nació para documentar los crímenes cometidos en la guerra de Siria.
Ahora, sus 18 miembros, 30 colaboradores y una comunidad en la red social Discord de miles de personas que colaboran en la verificación, trabajan juntos para mapear la crudeza de este conflicto.
Desde que empezó la invasión, Bellingcat ha documentado el uso de bombas de racimo -prohibidas en más de 100 países- y antes había seguido el movimiento de tropas rusas hasta la frontera. Una de sus aportaciones más importantes es un mapa que recoge información actualizada de los daños a civiles, desde la matanza de Bucha al bombardeo sobre la estación de Kramatorsk, pasando por otros ataques sobre escuelas y hospitales menos conocidos en todo el país. En total, casi 400 hechos registrados desde un mes antes de la invasión, verificados principalmente recurriendo a técnicas de geolocalización, y acompañados de imágenes que muestran lo ocurrido.
La "esperanza", según explica Fiorella, es "crear una base sobre la que se puedan investigar" crímenes de guerra cuando empiece un hipotético proceso, algo que podría tardar más de una década. "En ese momento, si algún investigador de la Corte Penal Internacional quiere ver una foto de un ataque aéreo que supuestamente ocurrió en Ucrania hace 15 años, nosotros esperamos poder ayudar diciendo 'aquí lo tenemos'", asegura en una conversación telefónica.
"Es difícil responder si se han cometido crímenes de guerra porque es una pregunta legal, pero lo que sí hay es una cantidad inmensa de imágenes que muestra destrucción en todas partes de Ucrania contra infraestructura civil y contra civiles", destaca.
Internet como arma de guerra: todo empezó en Siria
Bellingcat no es un medio de comunicación al uso. Nació durante la Primavera Árabe, cuando su fundador, el británico Eliot Higgins, se dio cuenta de la inmensa cantidad de información disponible desde su casa a través de internet y empezó a investigar mediante lo que en inglés se conoce como OSINT, inteligencia de fuentes abiertas.
Poco después un miembro de la organización fundó el portal Syrian Archive, ejemplo para la actual investigación sobre Ucrania. "Reconoció que había una gran cantidad de materiales que estaba saliendo de Siria y muchos de ellos posiblemente contenían evidencia de crímenes de guerra. Y entonces creó un archivo de esta información para asegurarse de que no fuese borrada", explica Fiorella. Recuerda que aquel fue el primer conflicto en el que se hizo patente el enorme poder que tenía la red, tanto como herramienta de información como desinformación, algo que se ha vuelto a ver de nuevo en Ucrania.
Desde entonces, y siempre investigando solo con aquella información gratuita disponible en internet, han destapado casos como el uso de armas químicas en este país de Oriente Medio, han desvelado los responsables del ataque que derribó al avión de Malaysian Airlines MH17 en el este de Ucrania en 2014 y del envenenamiento del exespía ruso Serguéi Skripal y su hija Yulia en 2018. Su trabajo, muchas veces en colaboración con otros medios, les ha valido varios premios y ahora asesoran a organismos como la Corte Penal Internacional o Naciones Unidas sobre cómo estas imágenes pueden contribuir a sacar a la luz crímenes contra la humanidad.
¿Pueden probarse crímenes de guerra con imágenes en la red?
La información encontrada a través de la red a menudo se desestima por ser poco fiable y tener una difícil autenticación, por lo que su uso en procesos judiciales sobre crímenes internacionales, donde ya habitualmente es difícil encontrar pruebas, ha sido casi nulo. Sin embargo, desde Bellingcat creen que gracias al proceso de verificación que llevan a cabo pueden ser una potente arma para denunciar atrocidades.
Hay un histórico precedente. En 2017, la Corte Penal Internacional emitió una orden de arresto contra el comandante libio Mahmoud Mustafa Busayf Al-Werfalli, acusado de asesinar a 33 personas. Fue la primera vez que La Haya actuaba contra una persona basándose casi exclusivamente en imágenes obtenidas en redes sociales.
Este tipo de investigaciones recibió otro importante espaldarazo en 2020, cuando el Human Rights Center de la Universidad de Berkeley publicó junto a la oficina de Derechos Humanos de la ONU una guía unificada para mostrar cómo se podían probar violaciones de derechos humanos a través de métodos OSINT, lo que se conoce como el "protocolo de Berkeley". Ahora, muchos ciudadanos ucranianos están recopilando información de posibles crímenes de guerra siguiendo los estándares de este protocolo y subiéndolas a páginas como la que ha habilitado la Fiscalía General ucraniana.
Naciones Unidas, que ha mandado una misión a Ucrania, ve ya "evidencias crecientes" de crímenes de guerra en todo el país, especialmente en Bucha, la localidad cercana a Kiev que se ha convertido en un símbolo del horror tras el hallazgo de cadáveres de civiles en las calles y fosas comunes con cientos de muertos. También la Corte Penal Internacional de La Haya ha abierto una investigación por crímenes de guerra y lesa humanidad.
La dificultad es muchas veces demostrar quién está detrás de los ataques. "Es fácil cuando hay imágenes de cohetes que caen dentro de una casa y uno puede determinar por ejemplo si es un cohete que solo se fabrica en Rusia, o cuando hay un vídeo como en Bucha de tropas rusas disparando a civiles", señala Fiorella. Sin embargo, hay una mayor cantidad de vídeos en los que se ve una casa ya destruida y no se puede saber directamente saber qué bando la bombardeó.
Para estos casos, Bellingcat confía en su mapa de ataques a civiles, que no solo es un recorrido espacial sino también temporal. "Un investigador en el futuro puede ver en el mapa por ejemplo que en este día hubo 15 explosiones en una zona de Kiev y puede complementar esa investigación con otras fuentes que muestren que una unidad rusa o ucraniana estaba por ahí", señala.
Una creciente comunidad para desmentir versiones oficiales
Según señala Fiorella, las imágenes en redes pueden ser útiles además para contradecir versiones oficiales cargadas de falsedades. "Uno no tiene que ir mucho atrás en la historia para llegar a una época en donde un gobierno podía decir cualquier cosa y no había ninguna evidencia de lo contrario", asegura. Ahora eso ha cambiado. "Todo el mundo tiene cámaras en su bolsillo a cada momento y un acceso a la plataforma donde la pueden compartir con el mundo entero. En minutos lo pueden ver millones de personas y eso ayuda mucho a desmentir".
Gracias a imágenes de este tipo se pudo demostrar que la versión oficial rusa sobre el hundimiento de su buque insignia Moskva en el Mar Negro era, cuanto menos, cuestionable. "Dijeron que el barco se hundió al ser remolcado tras un incendio durante una tormenta y en las fotos se vio que era un día soleado", cuenta el investigador.
Bellingcat y otros medios especializados como el equipo de Visual Investigations de The New York Times o el portal de esta casa VerificaRTVE han desmontado la versión oficial rusa sobre la matanza de Bucha gracias a la investigación de fuentes abiertas -como imágenes por satélite- combinados con otros métodos de la vieja usanza, como los testimonios de testigos y supervivientes.
Al mismo tiempo que fuentes oficiales recurren a las redes para difundir sus mensajes, como las muy activas cuentas de Rusia y Ucrania en Twitter o Telegram, el número de personas que trabajan para comprobarlas no deja de crecer. Desde que empezó el conflicto, en el servidor de Discord de Belligcat "han entrado cerca de 5.000 nuevos miembros, gente común y corriente que están interesados en lo que está ocurriendo y quieren ayudar de alguna manera".
"Sin nosotros tener que decir nada, ellos se organizaron y crearon por ejemplo un grupo de geolocalización para verificar la procedencia de fotos. Eso es algo que hace diez años estoy seguro que no hubiese pasado", asegura. En los artículos que escribe Bellingcat a partir de esta información y otras se indican y enlazan las fuentes. "Lo mejor de esta comunidad de investigación de fuentes abiertas es que es muy transparente y eso involucra compartir conocimiento".
“"Lo mejor de esta comunidad de investigación de fuentes abiertas es que es muy transparente y eso involucra compartir conocimiento". “
"Cuando nosotros publicamos una investigación no solo mostramos el resultado, sino también todos los pasos que nosotros tomamos y las herramientas que usamos para llegar a ese resultado. Entonces, al leerlo estás aprendiendo cómo hacer este tipo de cosas", afirma.
Ucrania, ¿un anticipo de las guerras del futuro?
Ucrania y las batallas por la información que ha desatado en la red pueden ser un ejemplo de cómo serán las guerras en los próximos años, vaticina Fiorella. Seguirá habiendo propaganda gubernamental amplificada por internet, aunque la gente común podrá desmentirla gracias a la gran facilidad para hacer, obtener y verificar imágenes. Al mismo tiempo, "lo que sí puede cambiar es lo que está ocurriendo en Rusia, donde el gobierno dice que no es buena idea tener a la ciudadanía en internetporque se va a dar cuenta que les estaba mintiendo, y vemos que están bloqueando acceso a Twitter o Facebook o al propio Bellingcat".
Fiorella advierte también de que no es lo mismo un conflicto en un país europeo que en otro como Etiopía. Sobre el conflicto en la región del Tigray en este país ha investigado el propio Fiorella. "Es mucho más difícil trabajar con Etiopía, porque sale mucha menos información porque hay bloqueo de internet y porque no hay tanta gente que necesariamente tenga cuenta de Twitter, por ejemplo, o celulares".
"Pero esa tendencia estoy seguro que va a cambiar, porque hace 20 años la gente en Europa no tenía teléfonos inteligentes. Seguro que en 20 años en cualquier país del mundo habrá gente con su teléfono, con su conexión a internet, con sus cámaras y eso va a ayudar a dar luz a cualquier desastre que esté ocurriendo por ahí", confía.
El nombre de Bellingcat nace de un cuento medieval en que unos ratones discuten cómo protegerse del gato que les acecha. Uno de ellos sugiere ponerle un cascabel -bell significa cascabel y cat gato, en inglés- y todos se muestran de acuerdo, pero nadie se atreve a hacerlo. El portal de investigación quiere ser, gracias a la colaboración de miles de voluntarios que rastrean sin cesar internet verificando las imágenes del horror de Ucrania, el ratón que finalmente se atreve a ponerle el cascabel al gato.