El éxodo de los refugiados ucranianos continúa. Según Unicef, más de un millón y medio de niños han huido de Ucrania tras la invasión rusa. En su mayoría, se dirigen a otros países europeos, como Rumanía y Polonia. Allí los han recibido con pequeños gestos que buscan hacerles olvidar, durante unas horas, todo lo que han dejado atrás.
En Rumanía, en el segundo punto fronterizo de entrada al país, policías y voluntarios llevan peluches a un puente para que los niños que pasen puedan recoger alguno. Pero la gran mayoría de los refugiados llega a Polonia y, a pesar de estar en marzo, Papá Noel ha prolongado su jornada y ha repartido juguetes en la ciudad fronteriza de Medyka.
“Estoy aquí para intentar que no piensen en la guerra“
"Están tristes y estoy aquí para intentar que no piensen en la guerra", explica Santa Claus a TVE. Por su parte, un pequeño, que ha escapado de Ucrania en tren, cuenta que extraña a sus amigos y el baloncesto. Dice que los rusos bombardearon la cancha en la que jugaba con sus compañeros
Petro, el único hombre refugiado de un autobús
El destino final de muchos refugiados está en otros países de Europa. Por ejemplo, España. Este fin de semana Murcia ha recibido un autobús con mujeres, niños y un solo hombre, Petro.
Estudió carpintería, pero ha trabajado principalmente como conductor, así que está acostumbrado a acumular kilómetros. Es precisamente el trabajo el que le ha traído a la Península: su destino es Portugal.
"Cuando empezó la invasión llamé a mi antiguo jefe y me ofreció volver y traer a mi familia", explica a TVE. Una serie de problemas médicos le impedían luchar en el frente. Ese fue su visado para poder salir del país, en lugar de unirse forzosamente al Ejército.
Tanya huyó de Kiev con sus cinco hijos
En el teatro de Przemyzl, en Polonia, la representación estos días es realmente dramática. Sobre el escenario y en el patio de butacas se entremezclan los protagonistas de esta historia: niños y mayores ucranianos que, en su huida de la guerra, se han refugiado en este lugar. Tanya lo ha hecho con sus cinco hijos. Salieron de Kiev cuando comenzaron los bombardeos.
"No nos quedaba comida, no había trabajo, no había posibilidad de seguir viviendo allí", narra. La joven dejó su casa con sus pequeños y se marchó sin sus padres, quienes no querían abandonar el país pese a las advertencias. Ahora, cuenta, quiere asegurarles un futuro a sus hijos y estar fuera un año o dos.
Olga es otra mujer valiente, madre de dos hijos, que no quiso dejar su país, pero su marido le empujó a hacerlo: "Él se quedó para luchar por nosotros". "Aquí, al menos, estamos seguros. Sin alertas de ataques aéreos, sin disturbios", se alegra.