Anhelina y Yelyzaveta, dos hermanas de 12 y 13 años, acuden desde el lunes al colegio CEIPSO El Cantizal de Las Rozas. Habían llegado a Madrid tan solo 48 horas antes tras recorrer solas en autobús los casi 4.000 kilómetros que separan Kiev del municipio madrileño, donde les esperaba la familia de acogida con la que han pasado varios veranos. Una incorporación exprés complicada para las menores, pero también para el centro educativo.
“Son muy tímidas y muy vulnerables, pero se están integrando muy bien. Los niños se están volcando al máximo para darles todo el cariño que necesitan”, asegura la directora del colegio, Rosa María Paredes, que insiste en que la prioridad es arropar a las hermanas, que muchas noches lloran abrazadas en la cama. “Lo que menos nos importa ahora mismo es el tema académico; nos volcamos en su parte afectiva. De hecho, la primera en recibirlas fue la psicóloga del centro".
“En algunas asignaturas hemos hablado de la invasión y de lo que está pasando en Ucrania“
Apenas ha habido tiempo de preparar a los alumnos de El Cantizal para la llegada de sus nuevas compañeras, aunque el jefe de estudios de Secundaria del centro, Francisco Ballester, cree que no son necesarias muchas explicaciones. "Poco hay que explicar porque ya son de secundaria y están al tanto de todas las noticias", afirma. "En algunas asignaturas hemos hablado de la invasión y de lo que está pasando en Ucrania", añade una de las alumnas del colegio.
El hándicap del idioma
Anhelina y Yelizaveta van, de momento, a 1º y 2º de ESO, el curso que les corresponde por edad, aunque se les va a hacer una prueba para decidir si hay que bajarlas de nivel. “El principal hándicap es el idioma. Por eso van a tener un profesor de refuerzo que les ayude con el castellano”, explica Francisco Ballester, el jefe de estudios de Secundaria. Yelyzaveta lo habla bien, pero Anhelina solo lo entiende, aunque a la directora no le preocupa mucho ese aspecto. “En cuanto empiecen a relacionarse con los niños de su edad lo aprenderán enseguida. Con los adultos se siente cohibidos. De igual a igual, con personas de su edad, es todo mucho más sencillo”, afirma Paredes.
Una maestra de cuarto de primaria ayuda en clase a Margot, de 10 años, una de las niñas escolarizadas en el colegio Vistarreal de Molina de Segura. EFE/Marcial Guillén
Por eso, parte del protocolo de integración contempla que alumnos que tienen sensibilidad y tendencia a ayudar colaboren en la integración de las menores. En el caso de Anhelina, su “ángel de la guarda” se llama Ana. “Se sienta a mi lado y en las clases de inglés le traduzco lo que estamos haciendo. En el resto de clases le dejo mi libro y le explico algunas cosas porque ella no entiende todo. También le explico cómo usamos los archivadores o cómo funciona el colegio”, nos cuenta Ana.
El plan de Educación para escolarizar a 100.000 menores ucranianos
El ministerio de Educación calcula que, igual que Anhelina y Yelizaveta, al menos 100.000 menores ucranianos de 16 años llegarán a España en las próximas semanas. Todos serán escolarizados y tendrán que asistir a clases porque la educación es obligatoria en nuestro país, lo que obligará a reforzar los centros.
Fuentes del ministerio aseguran a RNE que se analizará la situación personal y las necesidades de cada menor, y que contarán con atención psicológica, clases de inmersión en castellano y profesores de refuerzo. El Gobierno aprobará un fondo extraordinario para que las comunidades, que son las que tienen la competencia, puedan aportar esos recursos a los centros. La cifra aún no está cerrada. Probablemente, el ministerio se la comunicará a las autonomías en la reunión que mantendrán el 30 de marzo.
Una profesora de cuarto de la ESO ayuda en clase a Artem, de 15 años, uno de los niños ucranianos escolarizados en el colegio Vistarreal de Molina de Segura. EFE/Marcial Guillén
Cada segundo un niño ucraniano se convierte en refugiado, según Unicef. De los más de tres millones de personas que han huido del conflicto causado por la invasión rusa, más de 1,4 millones son menores. Muchos han salido sin familiares y preocupa que haya organizaciones criminales de tráfico de personas que se aprovechen.