Objetivos o víctimas colaterales, el patrimonio cultural nunca sale indemne de los conflictos bélicos. En la guerra provocada por la invasión de Ucrania, el futuro de sus monumentos y obras de artes, herencia de su riqueza histórica, peligra en cada avance del ejército ruso, aunque tenga una importancia secundaria ante la catástrofe humanitaria.
O casi. Mientras la guerra llega a su tercera semana, la Unesco analiza por satélite los daños de los principales enclaves culturales. El país tiene siete bienes culturales declarados patrimonio de la humanidad. Un número pequeño si se compara con los 49 que tiene una potencia como España (tercera del mundo), pero no tan alejado de los 19 de la Federación Rusa. “Debemos salvaguardar este patrimonio cultural como testimonio del pasado”, ha expresado la directora general de la Unesco, Audrey Azoulay. “Es el deber de la comunidad internacional proteger y preservar el futuro”. El organismo de la ONU analiza el 15 de marzo, en una reunión extraordinaria, las consecuencias de la invasión rusa.
La destrucción ya ha empezado tras casi tres semanas de guerra. Un misil de crucero destrozó vidrios y obras de arte en la Catedral de la Dormición de Járkov. También en esa ciudad, los bombardeos causaron daños en el simbólico edificio Slovo (‘palabra’, en ucraniano), un edificio residencial que se construyó en los años 20 para acoger a escritores ucranianos, algunos de los cuales fueron luego ejecutados por la represión soviética, por lo que se conoce a ese movimiento literario como ‘Renacimiento ejecutado’.
La Catedral de Santa Sofía, símbolo cultural de Ucrania
En el siglo XI, durante el esplendor de la Rus de Kiev, se levantó en la ahora capital ucraniana una catedral para rivalizar con la de Santa Sofía en Estambul (no en vano Kiev se denominaba Nueva Constantinopla). Su céntrico emplazamiento, apenas a un kilómetro de la Rada Suprema y otros edificios oficiales, supone un gran riesgo para su supervivencia en el asedio a Kiev.
Maestros bizantinos de la época del reinado del Gran Príncipe de Kiev, Yaroslav el Sabio, trabajaron en sus interiores, mosaicos y frescos y la catedral marcó el estilo de los templos de la Rus de Kiev. A su alrededor, e igualmente vulnerables, se encuentra un conjunto de edificios monásticos de los siglos XVII y XVIII de estilo barroco.
El centro histórico de Leópolis es uno de los lugares patrimonio de la humanidad, pero otros están diseminados por la geografía del país, como las Tserkvas de madera, construidas con troncos entre los siglos XVI y XIX por comunidades de fe ortodoxa y católica griega, que la Uncesco considera "testimonio de una tradición de construcción distinta arraigada en el diseño eclesiástico ortodoxo entretejido con elementos de la tradición local y referencias simbólicas a la cosmogonía de sus comunidades".
Los bombardeos sobre Járkov, la segunda ciudad más poblada de Ucrania, se ciernen sobre la céntrica Plaza de la Libertad, donde está enclavado un importante conjunto arquitectónico constructivista que incluye el edificio Derzhrpom, uno de los primeros rascacielos soviéticos de hormigón. El 1 de marzo, un misil alcanzó un edificio situado en la plaza y el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, denunció que “no había objetivos militares en la plaza”.
Al sur de la península de Crimea se encuentra el principal yacimiento antiguo del país, la ciudad antigua del Quersoneso táurico y sus "chôra", un lugar con restos de una ciudad fundada por los griegos dorios en el siglo V a.C. con restos urbanos y tierras agrícolas divididas en varios cientos de chora, parcelas rectangulares de igual tamaño, así como edificios públicos, barrios residenciales y monumentos cristianos primitivos junto con restos de asentamientos de la Edad de Piedra y Bronce.
Esconder las piezas de arte de los museos
Un bombardeo el 25 de febrero sobre el Museo de Historia de Ivankiv, a 80 km de Kiev, acabó con 25 pinturas de la artista Maria Prymachenko (1909-1997), una de los creadores más célebres del arte ucraniano, cuyo estilo naíf cautivó a Picasso. Uno de los cuadros que fueron rescatadas, Una paloma ha desplegado sus alas y pide paz (1982), se ha convertido en un símbolo antibélico.
El museo de arte más importante de Ucrania es el Museo Nacional Andrey Sheptytsky, en Leópolis (Lviv), a tan solo 70 kilómetros de la frontera polaca. El director general del museo, Ihor Kozhan, declaraba en la BBC su angustia por preservar la colección. “A veces se me saltan las lágrimas porque aquí se ha puesto mucho trabajo. No creímos hasta el último minuto que esto podría suceder”.
Las galerías están ya vacías y el arte empaquetado en cajas metálicas se ha trasladado a sótanos. Con todo, el temor no finaliza con superar los bombardeos, porque todo quedaría en manos rusos en una hipotética toma de la ciudad. En caso de ocupación total, el destino del patrimonio quedaría sellado y a merced del posible respeto que puedan mostrar los invasores: hasta el general Dietrich von Choltitz desoyó la orden de Hitler de destruir los emblemas de París antes de que la ciudad fuese liberada.