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La preocupante escalada entre Marruecos y Argelia

  • La muerte de tres civiles argelinos en un bombardeo deterioró un poco más la relación entre los dos vecinos

  • La tensión provoca una carrera armamentística en ambos países

GUILLAUME BONTOUX (RNE)
6 min.

Son actores relevantes del Magreb y socios importantes de la Unión Europea en la orilla sur del Mediterráneo. Sin embargo, apenas tienen relaciones directas. Es más: en los últimos meses, se han multiplicado los desencuentros entre los dos vecinos. El último episodio remonta a principios de noviembre, cuando la Presidencia de Argelia emitió un duro comunicado en el que acusaba Marruecos de haber bombardeado un convoy de camiones en el Sáhara Occidental. Tres civiles argelinos murieron en un ataque que Argel calificó de "terrorismo de estado", mientras que Rabat se ha mantenido hasta ahora en silencio.

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“Si se confirma que ha sido un ataque intencionado de Marruecos contra ciudadanos argelinos, se trata de un salto cualitativo, de un hecho sin precedente” explica a RTVE Irene Fernández-Molina, profesora de la Universidad de Exeter (Reino Unido) y especialista del Magreb. Las autoridades argelinas han pedido una investigación a Naciones Unidas, y han advertido que el acto "no quedaría impune".

¿Pueden derivar las tensiones actuales en un conflicto armado? Los analistas consultados reconocen que es difícil contestar de forma tajante. “El pulso actual y la agresividad entre ambos países se enmarca en términos de fuerza: quien tiene el ejército más potente, quien puede tener la última palabra en un enfrentamiento. Es algo que está muy presente en los medios locales y las redes sociales” reconoce Haizam Amirah-Fernández, investigador principal de Mediterráneo y Mundo Árabe en el Real Instituto Elcano.

Las relaciones bilaterales entre Marruecos y Argelia siempre han sido malas

Irene Fernández-Molina recuerda, sin embargo, que la animosidad entre ambos países viene de lejos: “Las relaciones bilaterales entre Marruecos y Argelia siempre han sido malas, pero esta tensión permanente se ha manejado de forma relativamente hábil, a sabiendas de los límites a los que se podían llegar para evitar la confrontación armada.” De hecho, el último enfrentamiento militar entre ambos países se remonta al año 1963 y a la guerra de las arenas. En juego estaba la línea de demarcación fronteriza, nunca delimitada con claridad por Francia, la antigua potencia colonial.

Una frontera común cerrada desde 1994

Más de medio siglo después del conflicto, los más de 1.800 kilómetros de frontera común están cerrados. Llevan así desde 1994. Y los motivos de desencuentro entre Marruecos y Argelia han evolucionado. El 24 de agosto, las autoridades argelinas anunciaron la ruptura de relaciones diplomáticas con su vecino esgrimiendo "actos hostiles y maliciosos de Marruecos" y una supuesta guerra mediática de Rabat contra Argel. En la lista de los agravios aparecen también la cuestión del Sáhara Occidental, punto de fricción histórico entre ambos países, y la normalización de las relaciones diplomáticas entre Marruecos e Israel.

Familias separadas por 30 años de cierre en la frontera entre Marruecos y Argelia

Este acercamiento equivale, según el jefe de la diplomacia argelina Ramtame Lamamra, en abrir la puerta del Magreb a una potencia extranjera que ha tenido históricamente una relación hostil con Argelia. Lamamra reprochó además a Rabat de haber usado el programa israelí Pegasus, y de respaldar a movimientos opositores, el Movimiento para la Autodeterminación de la Cabilia (MAK) y el islamista Rachad, ambos considerados como terroristas por las autoridades de Argel.

La consecuencia más inmediata de esa ruptura fue el cierre, en septiembre, del espacio aéreo argelino a los aviones marroquíes. Más recientemente, a principios de noviembre, Argel cortó el grifo del gas: la compañía estatal Sonatrach decidió no renovar el contrato de explotación del gasoducto Magreb-Europa, que permitía suministrar gas a la Península Ibérica a través de Marruecos. Rabat va a dejar de ingresar entre 50 y 200 millones de euros al año por el paso del gasoducto por su territorio, y ya no tendrá acceso al gas argelino que alimentaba dos centrales termo-eléctricas en el norte y el este del país.

“A corto plazo, Argelia sale ganando” reconoce Aurèlia Mañé Estrada, profesora de Política Económica de la energía de la Universidad de Barcelona, “porque el precio del gas licuado está más vinculado al mercado que el precio del gas que se comercializa por gasoducto, que suele ser fijado en contratos largos.” Aun así, Aurèlia Mañé Estrada no cree que el contrato gasístico vaya a tener consecuencias sobre las relaciones comerciales entre Marruecos y Argelia porque esas “nunca han sido intensas".

Carrera armamentística

La profesora de la Universidad de Barcelona se muestra más preocupada por otra derivada de las tensiones: la carrera armamentística. “El gasto en defensa está aumentando, sobre todo en el caso de Argelia en los últimos años” asegura Mañé Estrada, “y eso va en detrimento de otras partidas presupuestarias.” El investigador del Real Instituto Elcano Haizam Amirah-Fernández coincide: "Una parte importante del producto interior bruto de Marruecos y Argelia se está destinando a la compra de armas y no se está dedicando a otros proyectos muy necesarios e urgentes, como gastos sociales, en sanidad, en educación o en formación profesional".

Quizás no garantice la estabilidad interna, pero no les viene mal

La carrera armamentística es a la vez “causa y consecuencia” del difícil contexto interno de Marruecos y Argelia, dice Haizam Amirah-Fernández: “la situación económica y social de los regímenes de la región les lleva a un nacionalismo cada vez más virulento y en el Magreb, ese nacionalismo se manifiesta en enfrentarse al vecino, a quien se culpa de todos los males.” La retórica nacionalista, con el oportuno enemigo exterior, resulta útil para obviar los problemas interiores reconoce Irene Fernández-Molina. “Siempre que se produce una escalada de este tipo, hay un cierre de filas en torno a la enemistad con el vecino” asegura profesora de la Universidad de Exeter: “quizás no garantice la estabilidad interna de los regímenes, pero no les viene mal”.

Fuera de las fronteras marroquíes y argelinas, las tensiones actuales preocupan. Amenazan la estabilidad en una región debilitada por el terrorismo yihadista en el Sahel y por la crisis política y humanitaria crónica en Libia. Alejan además la perspectiva de ver un proceso de integración ponerse en marcha en el norte del continente africano: “La región va hacía una mayor tensión y una mayor inestabilidad” insiste Haizam Amirah-Fernández, que considera que "el Magreb va hacía una mayor desintegración regional. Ya carecía de elementos integradores sólidos, y con la situación actual no va a mejorar".

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