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Erupción en Cumbre Vieja

Así ha sido la llegada de la lava al mar: mapas y gráficos de la destrucción del volcán de La Palma

DatosRTVE hace balance de los daños y reconstruye el recorrido de la lava tras los primeros diez días de erupción.

JAIME GUTIÉRREZ / DatosRTVE
4 min.

Diez días ha tardado la lava del volcán de La Palma en encontrar su camino hasta el mar. Un recorrido de más de seis kilómetros en los que, metro a metro, la colada se ha extendido sobre cerca de 340 hectáreas de terreno. Esta es la crónica de un avance imparable que todavía no ha terminado.

El recorrido de la lava hasta el mar puede ilustrarse con el siguiente gráfico elaborado a partir de datos del proyecto Copernicus. La línea punteada muestra la distancia en línea recta desde el frente de la colada hasta la costa. Su avance, muy rápido tras la erupción, se mantuvo estancado entre el 22 y el 26 de septiembre. En este tiempo, sin embargo, la colada continuó ensanchándose en busca del mar: pasó de 154 hectáreas de territorio afectado a más de 210 en cuatro días.

Tras unas pocas horas en las que dejó de rugir, una nueva lengua de magma más fluido aprovechó el camino abierto por la colada inicial para precipitar su llegada al mar. Este acontecimiento resulta positivo, ya que, a priori, indica que la lava fluye por un único recorrido, explica la geóloga del Instituto Geológico y Minero de España, Rosa Mateos.

A su paso, la lengua de roca volcánica que brotó de la tierra de la Cumbre Vieja el pasado 19 de septiembre ha sepultado casi 1.000 edificios, ha cubierto parcial o totalmente 30 kilómetros de carreteras y ha arrasado buena parte de los cultivos que sustentan la economía de esta parte de la isla.

Además, la ceniza se ha extendido por miles de hectáreas alrededor del volcán, afectando especialmente a los municipios de Los Llanos de Aridane, El Paso y Tazacorte. Allí, los vecinos se protegen ahora de la propagación de vapores y gases tóxicos surgidos en la combinación de la lava con el agua.

19 a 26 de septiembre: la erupción cubre 230 hectáreas de lava

Una erupción fisural estromboliana. Esta fue la carta de presentación del volcán de Cumbre Vieja cuando la tierra bajo la isla de La Palma despertó hace apenas diez días. En los tres primeros, el magma que emanaba de una grieta recorrió los tres kilómetros que separaban el punto de emisión, en el camino de Cabeza de Vaca, del camino de Pastelero, a las afueras de Todoque.

A su paso, la lava arrasó 103 hectáreas, sepultó al menos 166 edificios y dañó otros 24. Entre los primeros, está el Colegio de Los Campitos; un centro que ya está buscando una nueva vida tras el desastre.

Después del impulso inicial, la lava se fue expandiendo durante los cuatro días siguientes. La colada se abrió paso hasta situarse a las puertas del núcleo de población de Todoque. En su recorrido, la masa de roca fue creciendo en altura, se fue ensanchando y engulló todo lo que encontraba a su paso.

27 al 29 de septiembre: nueva fase explosiva y llegada al mar

Después de una noche de explosiones constantes, la tierra bajo el volcán dejó de rugir el 27 de septiembre. Los expertos barajaron distintas posibilidades, pero en ningún momento dieron por terminada la erupción.

La tregua apenas duró unas horas, ya que la erupción se reactivó con más fuerza. La lava volvió a brotar por el cono derrumbado del volcán de una forma más fluida, lo que permitió que la colada avanzase 500 metros en apenas unas horas y que se aproximase hasta quedar a 1,4 kilómetros del mar.

En este avance, facilitado por los restos de la colada original, la lava se abrió paso a través del municipio de Todoque, elevando los edificios destruidos a más de 650.

Antes de llegar a la costa, la lava se ha enfrentado a un último obstáculo: la montaña de Todoque. Un montículo de unos 180 metros de altura que, finalmente, fue bordeado por su flanco sur. La lava tardó poco más de un día en recorrer el escaso kilómetro que la separaba del mar y tocó el agua entre la playa Nueva y la del Perdido.

El encuentro de la colada con el mar abre una nueva etapa en el proceso eruptivo del volcán de La Palma. Aunque lo que más preocupaba era la posible toxicidad derivada de este evento, los expertos recuerdan que el vertido al mar permitirá que el flujo de lava discurra de manera más o menos continua. Una situación que, mientras se mantenga estable, ayudará a evitar que la colada se ensanche y provoque más daños materiales en la isla.

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