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Los jóvenes investigadores, en el limbo por el retraso en los contratos: "Me resulta imposible investigar y trabajar a la vez"

  • Las prestigiosas ayudas FPU llegan con el curso ya empezado y trastocan los planes de futuro de cientos de aspirantes

  • Denuncian haber rechazado otros trabajos a la espera de esta beca y el impacto psicológico de la incertidumbre

ÁLVARO CABALLERO
9 min.

Cada año, los jóvenes investigadores que comienzan a preparar su tesis saben si serán beneficiarios de los contratos predoctorales públicos entre junio y julio, con el tiempo suficiente para planificar el inicio del curso en la universidad, mudarse a otra ciudad o bien, si no han tenido la suerte de recibir una de los 850 esperadas ayudas, buscar otro trabajo o cambiar de planes.

Este año todo ha cambiado. La resolución de los contratos FPU, los más prestigiosos de España, y los doctorandos no podrán comenzar a trabajar como poco hasta mediados de noviembre, con el curso ya comenzado, lo que ha descolocado las vidas de cientos de los mejores investigadores de nuestro país.

Muchos solicitantes, "ante la falta de respuesta del ministerio han tenido que desistir y abandonar el proyecto de la FPU –Formación del Profesorado Universitario- por otras opciones", explica a RTVE.es Manuel Santana, de la asociación FPU investiga, que agrupa a decenas de solicitantes en contra de las "injusticias" cometidas contra el colectivo predoctoral.

El retraso de la convocatoria perjudica especialmente a aquellos que no pueden permitirse dedicar su jornada completa al doctorado sin ninguna otra ayuda económica. "Aunque quiero investigar me resulta imposible compatibilizarlo con otro trabajo a tiempo completo", lamenta Jorge Suárez, graduado en Filosofía por la Universidad de Málaga y a la espera de la resolución de las FPU desde hace meses para poder hacer su tesis en Humanidades.

Jorge Suárez, aspirante a doctor en Filosofía por la Universidad de Málaga CEDIDA

Mientras no recibe el contrato, de va de los 1.000 euros al mes el primer año a los 1.500 el último, Suárez trabaja como profesor de español para poder mantenerse. "Trabajo a tiempo completo, de lunes a viernes de 9:00 a 16:00, por lo que no tengo tiempo que dedicarle a la investigación salvo una tarde suelta o un fin de semana", relata. Esto termina repercutiendo en que no puede desarrollar "una investigación de calidad".

"No puedo asistir a congresos o tener un seguimiento de la investigación, lo que sería una vida normal de investigador", asegura. Santana coincide con él y recuerda que, aunque el retraso afecte a "todo el mundo", se verán especialmente perjudicados aquellos con menor solvencia. "Hay muchos que han tenido que empezar el doctorado sin saber si van a recibir la financiación siquiera. En muchos casos se tienen que mudar de ciudad, tienen que buscar un piso, tienen que organizar una vida con un mínimo de certidumbre", subraya.

Almudena Mata, pendiente de una FPU para llevar a cabo su doctorado en Comunicación en la Universidad de Sevilla, ni se plantea poder hacerlo sin esta ayuda. "No es una beca, es un contrato de trabajo. Si yo no tengo un contrato y no estoy cotizando no hago el trabajo", explica.

Obligados a rechazar trabajos por esperar al contrato

Además del prejuicio económico, la falta de información y de certezas sobre su futuro profesional afecta psicológicamente a los candidatos a doctores. "Emocionalmente afecta la incertidumbre absoluta, el no saber qué pasa contigo. No te permite planificar nada en tu vida", se queja amargamente Suárez.

Emocionalmente afecta la incertidumbre absoluta, el no saber qué pasa contigo

Para Teresa Moreno, que espera un contrato para desarrollar su doctorado en Filosofía en el CSIC, el retraso "trastoca todos los planes de vida". "El estar aquí colgada en mitad de septiembre sin tener claro lo que va a ser el futuro genera unos niveles de ansiedad añadidos a todo lo que ha pasado con la pandemia que no se explican", cuenta.

Incluso con los problemas ocasionados por el coronavirus, el año pasado se conoció la resolución a finales de julio, lo que daba un "margen" a los investigadores para organizarse. El retraso de este año se debe a "problemas en el software", según informaron desde el Ministerio de Universidades a FPU Investiga, algo que desde la organización acogen con escepticismo.

Muchos de los solicitantes, ante la falta de información sobre el futuro de su vida profesional, han tenido que buscar otras alternativas, o renunciar a las que hubieran podido acceder. Es el caso de Joan Antoni Forcadell, aspirante a doctor en Filología Hispánica por la Universitat Autònoma de Barcelona, quien pudo haberse apuntado a la bolsa de trabajo de profesores de secundaria en Cataluña, pero tuvo que rechazarlo por "estar pendiente" de la FPU. Ahora trabaja como autónomo en el sector editorial, un trabajo "más precario".

Joan Antoni Forcadell, aspirante a investigador en Filología Hispánica por la Universitat Autònoma de Barcelona CEDIDA

Suárez, por su parte, tuvo la oportunidad de haber ido a trabajar a Francia como profesor de español, mediante otra beca pública, pero la tuvo que rechazar al no saber si accedería más adelante a la FPU. "No podía asumir el riesgo de mudarme a Francia y luego que me la concediesen y volverme. Si hubiese tenido la resolución en julio hubiera podido decidir", señala.

"Nos estamos enfrentando a un todo o nada: o cuatro años trabajando en aquello que nos gusta o buscarnos la vida", lamenta también la biotecnóloga Marta Velasco, también a la espera de este contrato y con la vida paralizada desde hace un año. "¿Se pueden imaginar en el Ministerio de Universidades el nivel de ansiedad que tenemos los solicitantes? ¿Se pueden imaginar que estamos a punto de entrar al mundo laboral y lo que nos encontramos son paredes de hormigón llenas de incertidumbre?", reflexiona.

Mata, por ejemplo, acaba de comenzar un trabajo que prevé abandonar si le conceden la FPU, mientras que Moreno ha conseguido un contrato en el CSIC por seis meses, suficiente mientras espera la resolución, pero en cuanto finalice se quedará "sin nada" a mitad del doctorado, asegura.

"La precariedad se sufre mucho a nivel anímico"

La incertidumbre en el inicio del doctorado se suma a la precaria situación del mundo de la investigación. "La precariedad se sufre a nivel anímico. El tener la sensación de no saber qué será de ti próximamente, el tener que dedicar 80 horas a sobrevivir y a la vez sacar una investigación adelante afecta mucho", señala Suárez.

"Aspiramos a un contrato de 1.000 euros al mes, no es el contrato de tu vida. Todos los que estamos tenemos vocación de dedicarnos a la investigación, pero cuando te das cuenta de lo poco que se nos cuida y de las piedras en el camino uno pierde la motivación", afirma. "El sistema acaba desmotivándote, hay muchísimas investigaciones que se quedan por el camino porque la persona no puede seguir adelante con la investigación".

Eso mina y te da la medida de lo que va a ser tu carrera académica si consigues aguantar esto y una otra vez

Moreno se siente, sin plazos fijos en las convocatorias, "a merced de los tiempos de la administración", lo que la mantiene en "un estado de alerta constante". "Eso mina y te da la medida de lo que va a ser tu carrera académica si consigues aguantar esto y una otra vez", asevera.

Las otras demandas: mejor retribución e indemnización por fin de contrato

El retraso en la resolución de las ayudas es el "más grande que ha tenido nunca la FPU", pero no es la primera vez que ocurre. De media, en los últimos cinco años se han concedido entre junio y julio, aunque no existe un calendario fijo de resoluciones por lo que la incertidumbre siempre está presente.

Precisamente establecer este calendario es una de las principales reivindicaciones de FPU Investiga, aunque no la única. Su "punta de lanza" es conseguir la implantación del "derecho de indemnización por fin de contrato", del que carecen tanto los contratados con la FPU como todo el personal investigador en formación.

La misma retribución de los contratos es objeto de críticas. Los investigadores predoctorales cobran 1.160 euros al mes durante los dos primeros años, 1.243 euros al mes durante el tercer año y 1.554 euros en el cuarto y último año. Aunque desde el colectivo no hay unanimidad, Santana considera que la retribución en los primeros años, de un 56% de lo que recibe un profesional del sector por convenio, es "un tanto insuficiente", y considera que lo "ideal" sería que se elevara al 75% del salario a partir del segundo año.

Algunos solicitantes denuncian también que el propio sistema de evaluación es mejorable. La convocatoria de la FPU tiene dos fases. En la primera, se elige a los aspirantes con mejor expediente -de media suele ser una nota de entre el 8 y el 9-. Más tarde, en la segunda fase, se tienen en cuenta otros méritos como el prestigio del grupo investigador en el que se encuadra la tesis.

Un sistema de evaluación "anticuado"

Para Forcadell, estos aspectos pesan demasiado "y no se tiene en cuenta el currículum del solicitante". Cita, además, un ejemplo concreto para demostrar lo "desfasado" de todo el sistema. El premio de fin de carrera que concede el ministerio cuenta un 10% en el total de la puntuación del candidato, pero este solo se concede cuando pasan cuatro años del fin del grado, mientras que la FPU solo puede pedirse en los cuatro años posteriores a la universidad, por lo que es "imposible de conseguir".

Moreno critica que se piden demasiados méritos como "haber publicado en un montón de revistas indexadas y de prestigio", cuando "muchas veces no se tiene el acceso necesario para haber hecho ese tipo de investigaciones": "Puedes estar muy angustiado porque tienes que sacar muchos artículos y rellenar currículum y no te has parado a llevar a cabo una investigación rigurosa".

También denuncian los retrasos en las becas de movilidad y la falta de una bolsa para desarrollar estas estancias internacionales, como de la que disponen los becarios FPI –otros contratos de formación públicos para investigadores y que "se han convertido en un requisito fundamental en los procesos de selección en plazas universitarias", según Santana. Pide que se amplíen estas becas, ya que actualmente se ofertan 550, por lo que cada año hay 300 jóvenes becados con la FPU que quedan excluidos.

Estas y otras demandas las han trasladado desde su organización a la secretaria general de Investigación del Ministerio de Ciencia, Raquel Yotti, en una reunión mantenida la semana pasada,y de la que Santana destaca una "excelente disposición" para negociar una mejora en los contratos. Por el momento, sin embargo, el Ministerio no ha ofrecido ningún compromiso concreto.

"El futuro de cualquier país pasa inapelablemente por su desarrollo científico y por dignificar y poner en valor la trayectoria de las personas que deciden hacer investigación", reivindica Santana. Durante la pandemia, en la que se ha visto la importancia de la investigación en el desarrollo de las vacunas y los tratamientos contra el coronavirus, "muchas personas han adquirido una mayor sensibilidad" respecto al valor de la ciencia, asegura.

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