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España llega al 70 % de población vacunada en ocho meses

JOSÉ Á. CARPIO / DatosRTVE
11 min.

La campaña de vacunación que empezó con el icónico pinchazo a Araceli Hidalgo, una mujer de 96 años que vivía en una residencia de ancianos en Guadalajara, ha llegado este 1 de septiembre al objetivo que se marcó el Gobierno: el 70 % de la población con la vacuna completa contra la COVID-19. Se consigue este hito tras 34 semanas deseando que la barra de progreso de la vacunación alcanzara ese valor cuanto antes.

"El éxito de la vacunación es una lección de nuestro mejor patriotismo", celebraba esta mañana el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en la apertura del nuevo curso político en la Casa de América, antes de conocerse el dato oficial. En menos de un año, la vacuna ha dado un vuelco a la lucha contra la pandemia y ha contribuido, entre otras cosas, a que la letalidad del coronavirus haya pasado del 12,9 % en la primera ola al 0,1-0,3 % en la quinta.

Y sin embargo, aún faltan cerca de nueve millones de personas de la población diana a vacunar sin completar la pauta, según los datos de Sanidad. Pese al hito logrado, del que cabe felicitarse, la carrera sigue.

Un objetivo alcanzado en el conjunto de España y en 11 de las 17 comunidades autónomas, algunas de las cuales, como Asturias, Galicia, Extremadura y Castilla y León ya lo habían logrado semanas atrás. Otras como Cataluña y la Comunidad de Madrid aún no han llegado a superar el listón.

Pero ya hace tiempo que sabemos que ese 70 % no es el final del camino, porque, ante la prevalencia de una variante más contagiosa del virus, el control de la enfermedad para que deje de ser una pandemia precisa de mayor inmunización y de seguir atajando la transmisión con medidas sanitarias e higiénicas. No obstante, lo logrado hasta aquí es un auténtico triunfo, de la ciencia en primer lugar y de la mayoría de la sociedad, aunque no debe caer en el olvido lo que repite desde el principio la Organización Mundial de la Salud (OMS): no saldremos de esta hasta que no salgamos todos.

Decenas de millones de vacunas

Convocados por las administraciones autonómicas o con autocita, miles de personas han acudido cada día a los puntos de vacunación para recibir su dosis de alguna de las cuatro vacunas disponibles en España (Pfizer/BioNTech, Moderna, AstraZeneca y Janssen). Se han administrado hasta hoy 66,1 de los 93,5 millones de dosis adquiridas para los tres primeros trimestres del año (que seguirán llegando semana a semana).

Atendiendo a la población diana en la campaña de vacunación, 42.119.827 ciudadanos mayores de 12 años, el 86,7 % ha recibido al menos una dosis, y el 79,2 % tiene la pauta completa. En los mayores de 40 años, edad a partir de la cual Sanidad estima un mayor riesgo de enfermedad grave y mortalidad, el 92,2 % ha finalizado el ciclo de vacunación.

Pero, visto de otra manera, aún faltan por vacunarse 8,7 millones de personas de esa población diana: entre ellos -y los que más preocupan a los gobiernos autonómicos- el 16 % de la población de 40-49 años, el grupo de edad más numeroso de España, que tiene sin terminar la vacunación a más de 1,2 millones de personas. En algunas comunidades como Baleares, Canarias, Cataluña o Madrid, el porcentaje es incluso superior.

También están sin completar la vacunación dos millones de personas de 30 a 39 años (el 32 % del total), 1,9 millones de jóvenes de 20 a 29 (el 40 % de este grupo donde tanto ha crecido la incidencia en los últimos meses) y 2,6 millones de jóvenes y adolescentes de 12 a 19 años (dos tercios del colectivo).

Ritmo creciente aunque irregular

Hasta llegar a la situación actual, los plazos puestos por el Gobierno para alcanzar las metas parciales de población vacunada casi siempre se cumplieron. Si se toma al pie de la letra la proclama de Pedro Sánchez hecha en mayo de que se alcanzaría el objetivo del 70 % de españoles vacunados en 100 días, esa jornada, el 18 de agosto, no se logró. Sin embargo, la afirmación más reiterada por el Gobierno era que se alcanzarían esos 33 millones de españoles con la pauta completa a finales de agosto.

Aunque los comienzos fueron titubeantes, los hitos iban llegando. Se preveía tener inmunizado al 80 % de los mayores de 80 años a finales de marzo. No se consiguió y la pauta completa no llegó a los más vulnerables hasta finales de mayo. Siguiendo una estrategia de vacunación articulada por franjas de edad y colectivos esenciales, se fueron persiguiendo los hitos uno a uno. No se cumplió el objetivo de 15 millones de vacunados con pauta completa a mediados de junio, y se llegó por los pelos al de 25 millones a mediados de julio.

Y eso que eran días de velocidad meteórica. Entre junio y comienzos de julio la llegada masiva de dosis impulsó la vacunación a ritmo de récord diario, hasta llegar a más de 765.000 dosis el 2 de julio; es decir, un 1,6 % de toda la población española recibía una inyección en un solo día. En aquellos días, se ponían más inyecciones al día en España que en Estados Unidos, un país siete veces más poblado. La primera semana de julio se administraron en nuestro país más de cuatro millones de dosis.

Y todo ello sorteando la delicada decisión de imponer la vacuna obligatoria, aunque solo fuera a personal sanitario y sociosanitario, una medida que sí han adoptado países como Francia, y que ha provocado mayor contestación social. En definitiva, aunque aún no haya terminado, la carrera por la vacuna en España ha sido un éxito. Ningún otro país de población similar ha llegado a este objetivo tan rápido, según los datos recopilados por la Universidad de Oxford en el site Our Worl in Data.

A pesar de la ralentización de la vacunación durante el verano, tanto por la llegada de menos dosis como por la renuencia de los ciudadanos a ver interrumpidas sus vacaciones, se ha llegado al objetivo. Y, sin embargo, no se puede entonar todavía aquello de "misión cumplida".

La "inmunidad de rebaño", ¿una utopía?

La manida "inmunidad de rebaño", la meta de protección comunitaria que se pensaba encontrar en este 70 % de población vacunada, parece un umbral que se queda corto y que, en realidad, podría no llegar a alcanzarse. Los expertos llevan tiempo avisando que con la irrupción de variantes de la COVID-19 sucesivamente más contagiosas, como la variante Delta, mayoritaria en España, el porcentaje habría que subirlo a un 90 % o más de la población.

Es decir, más de 42 millones de personas con la pauta completa. Es decir, sin contar a los menores de 12 años, 5,7 millones de niños y niñas sobre los que no se ha decidido aún si vacunarles contra la COVID-19, solo se alcanzaría esa cifra vacunando a toda la población diana actual, algo que, como se ha visto antes, está lejos de conseguirse.

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¿Y ahora qué? Objetivos inmediatos

Por todo ello, la campaña de vacunación continúa y acelera en los grupos pendientes, con atención especial a los adolescentes antes del comienzo de las clases en los institutos. Al comienzo del curso, según la proyección del Gobierno, algo más del 60 % de los alumnos de 12 a 17 años llegará a las aulas con la vacuna completa, y un porcentaje adicional con al menos una dosis.

No solo los niños, sino también sus padres. Las comunidades autónomas realizan también llamamientos a los adultos de 40-49 años pendientes de recibir la vacuna, que tiene más posibilidades de enfermar de gravedad y que en algunas comunidades aún está lejos de terminar su inmunización frente a esta.

También son objeto de “repesca” para las comunidades autónomas aquellas personas que han pasado la COVID-19 recientemente y aún no se han vacunado. Muchas regiones han acortado a uno o dos meses el plazo para que puedan recibir su dosis quienes hayan pasado la enfermedad, frente a los seis meses de espera que se estableció al principio.

A medio plazo, seguirán llegando nuevas dosis de las farmacéuticas. Y en unos meses se podría contar con una vacuna española, cuyos ensayos clínicos en humanos han comenzado este mes. La compañía Hipra, creadora del fármaco, prevé comenzar a fabricarla en octubre y producir 400 millones de dosis el año que viene.

El efecto de la vacuna, en las curvas

Hay que tener claro que la vacuna no es la panacea para el control de la pandemia. A falta de un tratamiento antiviral efectivo o de nuevos y milagrosos sueros, las vacunas no evitan la transmisión de la enfermedad, sino que tan solo la reducen.

Sin embargo, el efecto de las vacunas como punto de inflexión de la pandemia es incuestionable. Han mitigado el colapso asistencial en los hospitales y han evitado miles de muerte. A medida que los diferentes de grupos de edad avanzaban en la vacunación, se observaba cómo se frenaba en ellos la enfermedad grave, las muertes y, en parte, los contagios. En primer lugar, se observó en las residencias, aunque el empuje de la variante Delta en la quinta ola está haciendo revivir de nuevo el problema en las residencias de mayores.

Larga polémica con AstraZeneca

En España, decir vacuna contra la COVID es prácticamente decir Pfizer. Pese a contar con un catálogo amplio de posibles vacunas, pronto el protagonismo lo asumió el suero de Pfizer-BioNtech, la marca de la que más dosis se han administrado.

La vacuna de fabricación europea y más barata, la anglosueca de AstraZeneca (luego Vaxzevria), se vio envuelta en polémica por la larga batalla legal con la Unión Europea por sus incumplimientos en los envíos de dosis y por un pequeño número de casos de trombos asociados a la vacunación. En consecuencia, primero se suspendió durante unos meses para terminar relegada a un grupo muy concreto de edad, de 60 a 69 años. Mientras Sanidad recomendaba que los menores de 60 años que recibieron la primera dosis de AstraZeneca se vacunaran con Pfizer, la mayoría elegía repetir la marca (como aconsejaba la Agencia Europea del Medicamento), firmando un consentimiento informado.

Janssen, la vacuna monodosis, ayudó a acelerar la campaña pero no tanto como cabía imaginar cuando se esperaba su llegada en primavera. También se vio perjudicada por la investigación de casos de trombos y por retrasos en los envíos debidos a problemas en sus plantas de producción.

La tercera dosis, a la espera de confirmación

Hasta el verano se contemplaba solo una o dos dosis de las vacunas disponibles para protegerse ante el virus SARS-CoV-2, pero en Israel, Rusia, Chile y Emiratos Árabes Unidos ya se está administrando una tercera dosis y en Estados Unidos se hará a partir de septiembre, siempre para colectivos vulnerables, entendiendo como tales personas con problemas de inmunidad o grupos con un riesgo especial.

En España, Sanidad da por hecho que habrá tercera dosis en pacientes inmunodeprimidos por trasplante o en tratamiento oncológico -tal es la recomendación a día de hoy de los organismos europeos-, pero sigue a la espera de que se pronuncien la Agencia Europea del Medicamento y el grupo de ponencia de vacunas que asesora al Consejo Interterritorial de Salud.

En el caso de aplicarse esta dosis adicional, lo más probable es que sería también de Pfizer o Moderna, que han realizado ensayos sobre la eficacia de este tercer pinchazo; todo un triunfo de la tecnología de ARN mensajero, tanto científico como empresarial. Pero su conveniencia en el mundo desarrollado, sobre todo cuando se piensa en extender una tercera dosis de refuerzo para la población vulnerable en general, choca con un objetivo global de equidad: la OMS pide priorizar las primeras dosis en países pobres, donde la pandemia se extiende sin barreras. A fin de cuentas, en un mundo comunicado y globalizado, la inmunidad de grupo trasciende las fronteras de los países.

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