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Viktor Orbán, el gobernante autoritario de Hungría que se ha convertido en la piedra en el zapato de la UE

  • La ley anti-LGTBI ha sido el último motivo de choque con los socios comunitarios

  • Su partido, el Fidesz, abandonó el Partido Popular Europeo antes de que lo expulsaran

  • El Consejo Europeo ha acordado estudiar un posible procedimiento de infracción, pero sin concretar

MIGUEL CHARTE
8 min.

El último roce entre el gobierno de Hungría y la Unión Europea a cuenta de la ley sobre la homosexualidad aprobada por el Parlamento húngaro ha puesto de manifiesto el creciente antagonismo del gobierno del primer ministro Viktor Orbán con una mayoría de socios comunitarios.

Trece países socios pidieron acciones contundentes contra una ley que viola los derechos humanos, y que la presidenta de la Comisión, Ursula Von der Leyen, considera "una vergüenza". El primer ministro holandés, Mark Rutte, declaró que Hungría "ya no tiene cabida en la UE" y 17 jefes de gobierno publicaron una carta defendiendo los derechos del colectivo LGTBI.

Pero, pese a las declaraciones indignadas y a hacer ondear la bandera arcoíris en Bruselas, el Consejo Europeo celebrado este jueves y viernes no ha sido capaz de tomar ninguna medida concreta inmediata. La Comisión ha enviado una carta al gobierno húngaro y estudiará un posible procedimiento de infracción contra Budapest, que en cualquier caso tendrá que pasar por el Tribunal de Justicia de la UE (TJUE).

Este último desacuerdo se suma a las profundas divergencias entre Hungría y la Unión en política migratoria, o las dudas sobre las condiciones de la democracia en el país magiar por las campañas contra la prensa, organizaciones no gubernamentales y universidades. Pero Orbán hasta ahora se ha salido con la suya en el tira y afloja con Bruselas.

Orbán, un gobernante autoritario con apoyo popular

El primer ministro húngaro y su formación política, Unión Cívica Húngara - Fidesz, llevan una década en el poder. Ha ganado tres elecciones consecutivas, la última con dos tercios de los escaños y casi la mitad del voto. En este tiempo, se ha convertido en un referente europeo a la derecha de la democracia cristiana con su discurso nacionalista, antiinmigración y ultraconservador.

Carmen González Enríquez, investigadora del Real Instituto Elcano y experta en la política húngara, cree que "el único rasgo claro" que define a Orbán es el autoritarismo. "Desde 2010, Fidesz ha ido erosionando todas las instituciones para conservar el poder - explica a RTVE.es - Se trata de adoptar cualquier posición ideológica que sirva para seguir gobernando, por el poder en sí y para tener acceso a enormes recursos económicos que en buena medida provienen de la UE".

Desde 2010, Fidesz ha ido erosionando todas las instituciones para conservar el poder

"En Hungría hay un enorme nivel de corrupción, ante el que la población muestra una gran tolerancia, y la estructura de Fidesz supone detraer recursos para negocios privados", añade.

Según la investigadora del RIE, el gobierno húngaro manipuló en 2015 la crisis de los refugiados para hacerlos aparecer como una amenaza, y ahora, con la ley que impide hablar de la homosexualidad en las aulas, busca ponerse de nuevo a la cabeza de una "reacción cultural" que puede darle votos. "En Hungría, el rechazo a la igualdad de derechos es muy importante, casi del 51% según el Eurobarómetro. Por comparación, en España es del 6%".

La formación de Orbán además se beneficia de la división de la oposición húngara. Sería necesaria la unión de todo el bloque opositor, desde la izquierda ecologista a la ultraderecha del partido Jobbik, para hacer frente al rodillo electoral de Fidesz en las elecciones del próximo año.

González Enríquez relaciona a Fidesz con "otros partidos que se alimentan de corrientes semejantes en Europa, que beben del nativismo, la antiinmigración, la xenofobia, de la reacción cultural a la presencia pública de las personas homosexuales, del rechazo a algunas políticas europeas, del temor a la globalización. Pero ninguno tiene el poder que tiene Fidesz en Hungría".

Una UE impotente

La investigadora del RIE cree que el primer ministro húngaro "no busca el choque con la UE", de cuyos fondos depende, pero este es "un daño colateral de su objetivo de mantenerse en el poder". "La población húngara es muy eurófila", recuerda.

Ruth Ferrero, profesora de Ciencia Política en la Universidad Complutense de Madrid e investigadora del Instituto Complutense de Estudios Internacionales (ICEI), cree que el encontronazo con la UE por la ley anti-LGTBI no va a ser el último. "Hay una reacción muy muy tardía de las instituciones europeas para sancionar o frenar esta deriva", explica a RTVE.es

Tampoco es que la UE disponga de mecanismos para hacer mucho más. La Eurocámara pidió en 2018 que se activara el artículo 7 del Tratado de la Unión para investigar el estado de la democracia en Hungría, pero la activación de dicho artículo requiere de la unanimidad del Consejo Europeo, y es más que probable que al menos Polonia votaría en contra. El intento, en noviembre pasado, de vincular la recepción de los fondos europeos para la recuperación al respeto al estado de derecho se topó con el bloqueo de Budapest y Varsovia, que consiguieron que cualquier medida antes pasara por el Tribunal de Justicia Europeo.

Aquí está en juego más que la legalidad. Tiene mucho que ver con la manera en que concebimos la UE, los valores europeos

El TJUE es la única opción para contrarrestar las leyes húngaras que puedan considerarse discriminatorias, pese a que, según Ferrero, "aquí está en juego más que la legalidad. Tiene mucho que ver con la manera en que concebimos la UE, los valores europeos".

Alianza con otros gobiernos

Ruth Ferrero considera que el objetivo de Orbán va más allá de mantenerse en el poder. "Es uno de los grandes estrategas políticos en la esfera europea, tiene muy claro hacia dónde quiere avanzar, ha sabido encontrar los apoyos y las grietas dentro del sistema, pero no quiere destruir el sistema. No es antieuropeísta".

El primer ministro húngaro no está solo en la UE. En el Consejo Europeo celebrado este jueves y viernes, Polonia y Eslovenia han respaldado a Orbán. Se da la circunstancia de que Eslovenia asumirá en julio la presidencia semestral de la UE.

Hungría, junto con Polonia, Eslovaquia y la República Checa, forma parte del llamado Grupo de Visegrado, que acuerda posturas comunes dentro de la Unión, como el rechazo a las cuotas de refugiados. Además, Orbán a menudo coincide en sus planteamientos con sus homólogos de Eslovenia, Janez Jansa, y Austria, Sebastian Kurz.

El sustrato común, según Ferrero, es una ideología más a la derecha que la demócrata cristiana. "No quieren que la UE vaya más allá de la unión económica, no quieren supranacionalizar cuestiones que consideran esenciales para el estado-nación, se oponen a delegar soberanía en política exterior o interna, tienen una concepción muy nativista y homogénea del Estado. Todo tipo de minoría sexual, étnica o nacional tiene que ser anulada".

Según la profesora de la Universidad Complutense, estos líderes europeos "se acogen a un corpus ideológico que tiene su origen en Robert Schuman [ministro de Exteriores de Francia en 1950 y uno de los padres de la Comunidad Europea], que hablaba de una Europa cristiana. Encuentran un hueco y una vía para plantear un modelo alternativo y reivindicarse como los guardias de las esencias del proyecto europeo".

Fidesz, a la derecha de los 'populares' europeos

Fidesz abandonó el Partido Popular Europeo (PPE) en marzo pasado, cuando el grupo cambió sus estatutos. Las declaraciones y posturas del partido hacía tiempo que incomodaban a los conservadores europeos. En 2019, el PPE suspendió la participación de Fidesz, sin llegar a expulsarle, por los ataques al entonces presidente de la CE, Jean-Claude Juncker, y por las supuestas violaciones de los principios legales europeos.

El año pasado, el presidente del PPE, el polaco Donald Tusk, pedía directamente la expulsión, y finalmente Fidesz decidió abandonar por sí mismo el grupo.

Sus 12 eurodiputados figuran actualmente como no adscritos a ningún grupo de la Eurocámara, pero, según la profesora Ruth, Orbán "no quiere perder protagonismo ni ingresos" y está en conversaciones con otros partidos para formar un nuevo grupo "a la derecha de democracia cristiana". De momento ha hablado con los polacos de Ley y Juticia y con La Liga italiana. 

No todos en el PPE estaban enemistados con Orbán. El PP de Pablo Casado votó en contra de la suspensión y se desmarcó también de una votación que criticaba las interferencias del Ejecutivo húngaro en el poder judicial. Ruth Ferrero ve similitudes entre la ideología del primer ministro húngaro y la del expresidente español José María Aznar, que también reivindicaba las "raíces cristianas" del proyecto europeo.

Por su parte, el líder de Vox, Santiago Abascal, se reunió en mayo pasado con Orbán en Budapest y presentó sus políticas como un ejemplo para Europa y para España. 

 

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