Atravesar las dunas de arena fina blanca hacia el mar, con el faro de Trafalgar como guía, es una de esas sensaciones únicas que ofrecen las playas gaditanas, un lugar mágico al que acuden miles de visitantes cada año. Y lo mismo debieron pensar los romanos que ya vivían allí en el siglo I antes de nuestra era. Hace dos meses se descubrían, a 500 metros en la playa, los restos de una fábrica de salazones y de lo que debió ser un vivero, el primero de la Bética.
Su conservación es excepcional
“Es una estructura con un estado de conservación excepcional en la Península Ibérica y, en general, en el Mediterráneo Occidental”, nos explica el catedrático de Arqueología de la Universidad de Cádiz Darío Bernal. Ni más ni un menos que un balneario que, dicen los investigadores, disponía de un circuito de aire caliente alimentado por un horno que emanaba a través del suelo y las paredes. Pero lo más sorprendente es su estado de conservación. La estructura mantiene en pie casi cuatro metros de alzado, con sus puertas y sus ventanas.
Termas para los trabjadores de las almadrabas
“Probablemente hay varios edificios más soterrados que esperamos poder investigar y sacar a la luz“
La hipótesis del equipo de Bernal es que estas termas servirían para dar un servicio de higiene, y de ocio, a los trabajadores de las almadrabas, de las fábricas de salazones y de acuicultura de la zona, unos empleos que a buen seguro impregnaban de olor y suciedad a quienes lo desempeñaban. “Si tenían un complejo termal, probablemente hay varios edificios más soterrados que esperamos poder investigar y sacar a la luz en los próximos meses”, añade. El viento y el sistema de dunas debió de cubrirlo hasta ahora donde se trabaja a contrarreloj para garantizar su conservación y hacer que sea un atractivo más de este paraíso andaluz.