La vacunación contra el coronavirus continúa avanzando en todo el país, aunque no a la misma velocidad. En la llamada España vaciada aquejan ahora más que nunca algunos de los problemas de siempre: servicios escasos, pueblos dispersos y una población envejecida
“Se ha vacunado ya a todos los mayores de 90 años y los grandes dependientes, que serían unas 15 personas. Ahora van a comenzar las vacunaciones para la gente entre 80 y 90 años, pero muy a cuentagotas”, cuenta Pablo Roig, alcalde de Catí, en Castellón, a RTVE.es, cuando han pasado más de dos meses desde que Araceli recibió el primer pinchazo en nuestro país.
En el pueblo de la comarca de l’Alt Maestrat, de apenas 700 habitantes, Roig hace el cálculo: “Se vacuna quizás a 12 personas por semana. Si hay 64 personas entre 80 y 90 años, podemos estar mes y medio para vacunarlos a todos”, afirma, aunque confía en que la llegada de más dosis agilice la inmunización.
La experiencia en las zonas rurales no es la misma en las distintas partes del territorio, aunque coincidan muchos de los problemas. Así, el personal, la tecnología y los recursos a disposición marcan la diferencia a la hora de poder trasladar a los pacientes u organizar una logística compleja.
Recorrer kilómetros para poder vacunarse
El alcalde del municipio sevillano de El Rubio, Rafael de la Fe, denunció en RNE que la “igualdad de oportunidades” no existe entre los ciudadanos de pueblos y ciudades en España: "No es justo que nuestros mayores tengan que desplazarse a 20 km para vacunarse”. El primer edil aseguró en una entrevista que algunos mayores “se han quedado en casa sin vacunarse”, porque no tenían forma de llegar al centro de salud de la localidad de Osuna, donde se administran las vacunas. En otros pueblos de Andalucía y en Castilla-La Mancha también se han alzado denuncias en el mismo sentido.
Ante esto, otras comunidades autónomas han allanado el camino llevando las vacunas a los domicilios y desplegando servicios de transporte para las personas dependientes que no tienen cómo ir o no pueden salir de casa por estar encamadas. “El enfermero del municipio recoge las vacunas y se las administra a las personas mayores en el consultorio médico de Catí. Si es necesario, él mismo va a los domicilios”, relata Roig, sobre el proceso de vacunación en su pueblo.
El principal reto en este sentido es logístico. Las vacunas de Pfizer se conservan a -70º y, una vez descongeladas, pueden mantenerse durante cinco días en una nevera normal. Cuando se abre el vial que contiene el fármaco, las dosis deben inocularse cuanto antes. “Tenemos que agrupar las visitas a domicilio para poder aprovechar al máximo las vacunas. No se tiene que perder ninguna dosis. Cuanta más gente esté vacunada, mejor”, explica Virginia Álvarez, responsable de vacunación del centro de salud de Tordesillas, Valladolid, que también atiende a los pueblos pequeños del área.
La enfermera Álvarez reconoce que los equipos están “a tope” organizando esas visitas a domicilio. Pero confía en que podrán ir más rápido cuando se aprueben nuevas vacunas “que sean más fáciles para la distribución” y cuando les toque a ciudadanos con más autonomía. “El problema de las zonas rurales es la dispersión geográfica. Tenemos que intentar solventar las barreras, pero es con lo que tenemos que trabajar”, mantiene.
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Con una población envejecida
En las zonas rurales de España, casi el 25 % de la población tiene más de 64 años. Esto es, casi una de cada cuatro personas, según datos del Gobierno en 2019. En Galicia, Extremadura, Castilla La Mancha, Aragón y Castilla y León, donde se concentra el envejecimiento, este factor no es nuevo ni afecta únicamente a la vacunación.
“Nosotros tenemos una red de voluntarios de Cruz Roja con la que trabajamos habitualmente y la comarca cuenta con un sistema de transporte de dependientes”, apunta Ana García, coordinadora de enfermería del Centro de Salud de Andorra, en Teruel. Con estos recursos, han podido trasladar a la mayoría de grandes dependientes para vacunarlos. Solo ha sido imposible con veinte personas, a los que se les administrará el fármaco en sus casas.
No obstante, García señala que, a la hora de encontrar soluciones, las “principales protagonistas” siguen siendo “las familias”. Especialmente, ante esta esperada vacuna: “Aun estando a 26 kilómetros, la gente ha querido venir”.
Por su parte, en la Sierra Sur de Sevilla, donde persiste el problema, el alcalde de El Rubio, Rafael de la Fe, echa en falta más coordinación entre la administración autonómica y la municipal para poder dar una solución a sus mayores.
El papel de la enfermería
Mientras tanto, muchos de los obstáculos se salvan gracias a la disposición del personal de enfermería, que organiza la vacunación, informa a la ciudadanía y administra las dosis, pese a las carencias.
“El personal siempre ha sido muy escaso, pero ahora es mucho más palpable por el incremento de trabajo que tenemos”, afirma Malules Carbajo, secretaria general del sindicato de enfermería Satse en Galicia. Según nos cuenta, allí la vacunación marcha sin incidentes tanto en ciudades como en pueblos, aunque en ocasiones la carga de trabajo se tenga que solventar con “horas extras, por voluntariedad y por la buena actuación de los profesionales, que están priorizando la salud de la población a su vida personal”.
Y así, aun con adversidades, se han granjeado también algunos progresos durante la pandemia. La coordinadora de enfermería turolense Ana García expone cómo han preparado el parking del Centro de Salud de Andorra para poder vacunar a los mayores sin que tengan que bajar del coche o cuánto ha agilizado su trabajo una nueva aplicación móvil para acceder a la historia clínica del paciente con solo escanear un código QR.
Hambre de vacunas
“Nosotras tendríamos un ritmo de vacunación mucho mayor. De las 800 personas en lista, nos quedarán todavía 400 por vacunar, pero están llegando las dosis muy justas”, lamenta la enfermera Ana García, desde Teruel. “Estamos con hambre de vacunas. Tanto las enfermeras como los pacientes”.
Lo cierto es que en zonas rurales y urbanas el goteo de dosis continúa siendo el principal problema. La secretaria de Estado de Sanidad, Silvia Calzón, reiteraba este jueves que el volumen de las entregas de vacunas aumentaría especialmente a partir de abril.
En el centro de Salud de Andorra, nos cuentan, ya están trabajando en los listados, de acuerdo con la priorización del Ministerio, para estar preparadas cuando llegue el momento. Malules Carbajo, desde Galicia, coincide: “La gente está deseando vacunarse y nosotros deseando vacunar a todo el mundo”.