Una de las claves -y de las grandes incógnitas- de las elecciones catalanas del próximo 14 de febrero es qué porcentaje de la población irá a votar. No hay un claro favorito, los actos de campaña presenciales se han reducido a la mínima expresión, el volumen de indecisos es histórico y el miedo a un posible contagio pesa más que nunca.
Los expertos consultados por RTVE.es coinciden en vaticinar que la participación el 14F quedará lejos de las cifras de 2017, cuando se registró una cota histórica del 79 %. En la misma línea se posicionan los sondeos que, en los casos más optimistas como en la encuesta preelectoral del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), otorgan una participación del 67 %.
Para la profesora de Ciencia Política de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), Ana Sofía Cardenal, las de este 2021 son unas elecciones “muy impredecibles”. Los sondeos permiten a los politólogos seguir en mayor o menor medida la intención de voto, pero en el caso de la participación es “más complicado”, nos confiesa, ya que “la gente no suele decir la verdad”. “Se sigue considerando la participación como un deber cívico y la gente no suele admitir que no irá a votar”, explica, por lo que insiste en que no debemos fiarnos al completo de las encuestas.
Echando la vista atrás, el referente más reciente es el de las elecciones presidenciales portuguesas del pasado 24 de enero: en este caso, la abstención se situó por encima del 60 %. Otro precedente cercano son las elecciones vascas del 12 de julio de 2020, las primeras celebradas en España tras la llegada de la pandemia: la participación en el País Vasco cayó más de nueve puntos hasta el 52,85 %.
Sin embargo, en un mundo inmerso en una pandemia se ha demostrado que no hay certezas estadísticas, tampoco en materia electoral. En determinados países la participación en este contexto ha aumentado, incluso alcanzado récords históricos: en Polonia, en las elecciones presidenciales de junio creció quince puntos respecto a la convocatoria de 2015. Mientras que en Galicia en 2020 se situó en el 58,84%, cinco puntos porcentuales superior a la registrada hace cuatro años.
En cualquier caso, señalan los politólogos consultados, los comicios en Cataluña se producen en un contexto muy polarizado, y esto también otorga una dosis de particularidad a sus resultados. Según la profesora de Ciencia Política de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAM), Eva Anduiza, el aumento de la abstención no solo será por efecto de la COVID-19, sino también por el "hartazgo" de la sociedad tras años de una elevada movilización
“Tiendo a pensar que, aunque la pandemia tiene un efecto brutal sobre nuestras vidas, la traslación de ese efecto a la política no es directa. Y, por lo tanto, creo que es muy posible que la participación también baje porque el contexto es menos intenso que en el 2017”, asegura la experta.
Las consecuencias de una temida abstención
Pero, ¿qué ocurriría si en Cataluña sucede algo similar que en los comicios de Portugal o el País Vasco y la participación cae a cotas hace cuatro años impensables del 50 %?
En el caso del 14F, Cataluña afronta la convocatoria de elecciones inmersa en plena tercera ola y con un alto índice de contagios. Ante este contexto, apunta el consultor de comunicación política en Ideograma Xavier Peytibi, "solo las personas que están muy politizadas o polarizadas irán a votar", mientras que los indecisos se decantarán por una u otra opción en función de otros factores. Por ejemplo, de la incidencia del virus que haya el próximo 14 de febrero o de la disponibilidad para pedir el voto por correo en los días previos.
Cardenal, por su parte, asegura que los independentistas pase lo que pase continuarán movilizados, entre otros motivos porque no han conseguido su objetivo y aún aspiran a lograrlo. “El electorado no independentista es la gran incógnita”, confiesa, ya que la amenaza de un posible referéndum es menos creíble en estos momentos.
Una movilización desigual
Los expertos también coinciden en que la desmovilización del electorado no afectaría a todos los partidos por igual. Peytibi cree que Ciudadanos será la formación más perjudicada, ya que muchos de sus votantes en 2017 eran abstencionistas y no acudirán a las urnas en esta ocasión. El consultor destaca el papel que jugaron entonces los medios de comunicación para movilizar al electorado: "Las cadenas más importantes estuvieron hablando constantemente de lo importantes que eran las elecciones en Cataluña".
Por su parte, el profesor de Ciencia Política de la Universidad Carlos III de Madrid, Lluis Orriols, señala en La Hora de la 1 de TVE que la desmovilización será asimétrica y que no veremos por tanto “una lógica de bloques”. Es decir, no habrá una relación entre movilización y partidos independentistas/no independentistas.
A su juicio, el electorado más activado es el de JxCAT y Vox, dos formaciones antagónicas. El más desmovilizado, por el contrario, es el del Partido Popular. Además, confiesa que se hubiera esperado una desmovilización mayor del PSC, si bien se ha logrado amortiguar por ‘el efecto Illa’.
Por edades, para Orriols, el colectivo donde caería más la participación no es el de las personas más mayores -algo lógico por el miedo a la pandemia-, sino el de las más jóvenes. Esto no es sorprendente, asegura, ya que suele ocurrir en todos los comicios, pero, aun así, la desmovilización sería mayor entre las franjas de menor edad.
Mientras que la profesora de la UOC considera que también pueden haber diferencias en la movilización en función de los recursos económicos. Por ejemplo, aquellos colectivos más vulnerables o las personas que vivan en barrios más poblados de la zona metropolitana de Barcelona, también se decantarán por no acudir a votar por el miedo al contagio.
Se dispara el voto por correo
Ante la situación epidemiológica y el temor a una elevada abstención, los partidos políticos han hecho un llamamiento a la ciudadanía para reducir la presencialidad en los locales electorales el 14F. Piden a los electores que se movilicen y voten, pero que lo hagan en condiciones seguras, solicitando el voto de antemano.
Este reclamo también llega por parte de los convocados a las mesas electorales, quienes temen poner en riesgo su salud ante el número de asintomáticos que pueden acudir a las urnas el próximo 14 de febrero, así como de contagiados y personas en cuarentena, a los que se les ha reservado un tramo horario especial para acudir a depositar su papeleta. Hasta el momento, más de 16.000 personas designadas en las mesas han presentado alegaciones para que se les exima de esta obligación.
En este sentido, el presidente de la Junta Electoral de Barcelona, Santiago García, ha afirmado en declaraciones a Rac1 que se está estudiando la posibilidad de buscar voluntarios para garantizar la constitución de las mesas, al tiempo que ha admitido que, si una persona se contagia en ellas, podría ser una caso de responsabilidad susceptible de pedir compensación.
Precisamente este martes conocíamos que el voto por correo se ha disparado un 180 % en Cataluña, el triple que en el mismo periodo de los comicios de 2017. Hasta este lunes, 183.000 personas habían acudido a las oficinas de Correos a solicitar su voto o lo habían hecho de forma telemática.
Estos datos confirman el pronóstico de los expertos consultados, quienes coinciden en asegurar que el voto por correo aumentará notablemente en esta ocasión y que podría ser, incluso, determinante. El consultor de comunicación política en Ideograma apunta, además, que hay que tener en cuenta que las elecciones han estado en el aire hasta el último momento y que por este motivo se dejó de hacer campaña durante dos semanas. Esto, nos explica, ha conllevado una “pérdida de tiempo” que también podría extrapolarse a los resultados.