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Mayores que pasarán la Navidad en residencias: "Tengo pena, pero las trabajadoras hacen lo imposible para animarnos"

JESSICA MARTÍN
8 min.

La capacidad de “aguante” que demuestran los mayores que viven en residencias es inmensa: no se quejan, no protestan y aceptan las medidas que les dictan sus cuidadores desde hace nueve largos meses. Sin embargo, la idea de no poder salir del centro durante las Navidades para celebrar la Nochebuena o la Nochevieja junto a sus familias está haciendo que muchos empiecen a “flaquear”.

Lo aseguran a RTVE.es varios profesionales del ámbito de la gerontología y la geriatría que han visto decaer el ánimo en algunos mayores que todavía conservan todas sus capacidades y, por algún motivo, no van a poder estar junto a los suyos en estas fechas tan señaladas.

“Han aguantado muchos meses, han seguido aislados durante el verano mientras todos salíamos y ahora, en este momento, es cuando empiezan a claudicar. Es muy duro porque además estas Navidades van a ser las últimas para muchas personas”, señala la vicepresidenta de Gerontología de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, Lourdes Bermejo.

Las restricciones que afectan a residentes y familiares no son las mismas en toda España y, de hecho, hay algunos centros que permiten las salidas y otros que no, en función de los protocolos que sigan y de la situación interna. Lo que ocurre es que, incluso cuando se puede salir, hay familias que no contemplan esa opción.

“No me cabe duda de que este año va a haber más personas que no van a poder disfrutar de los suyos, ya sea por miedo a que se contagien o por el precio que hay que pagar para que las personas salgan”, señala Bermejo, refiriéndose a las normas que tendrían que cumplir los residentes que salgan, que en algunos casos incluyen aislamiento preventivo.

Solicitar una salida: un dilema para muchas familias

La madre de Ana vive desde hace unos años en una residencia de la provincia de Granada y este año, por primera vez, no saldrá por Navidad. Tras unos días de reflexión, sus hijos han llegado a la conclusión de que lo mejor es que siga en el centro.

“Sería una alegría por una parte, pero un riesgo por otra, y creo que es peor sacarla porque no sabemos si los familiares podríamos contagiarlos, si somos asintomáticos. Tendríamos que estar medio confinados nosotros y sin trabajar porque en cualquier momento podríamos contagiarla. Por prevención creo que es mejor aguantar un poquito más, ya que llevamos nueve meses”, dice.

Sería una alegría por una parte, pero un riesgo por otra

A eso habría que sumar, dice, el obstáculo que representa el protocolo que, en este caso, ha establecido la Junta de Andalucía, que exige que las salidas sean de un mínimo de cinco días.

Espacios seguros para visitar a familiares en residencias

María Jesús, en cambio, sí tenía decidido pedir que su madre, de 91 años, pudiera pasar una semana con ella en casa durante la Navidad, ya que la comunidad en la que reside (Madrid) lo permite y la anciana tiene anticuerpos. El problema es que su madre no tiene claro que quiera hacerlo.

Hay veces que quiere salir y veces que se acobarda. Ha estado nueve meses encerrada en la residencia y tiene miedo. En principio, vamos a intentar que salga, pero sobre la marcha…”, cuenta María Jesús, cuyo testimonio coincide con la apreciación de varios trabajadores de residencias que explican que, si bien no todos los mayores tienen miedo a salir y hay muchos que ansían poder hacerlo, otros sí temen al coronavirus y sienten que la residencia es, de algún modo, su "fortaleza".

Mayores que no saldrán: "Tengo pena y estoy un poco compungido"

En la residencia de Mallén (Zaragoza) los residentes no temen al exterior, sino todo lo contrario, pero, en cambio, hay tanto "miedo" aún entre sus familiares que no creen que haya muchas salidas este año. La primera ola de COVID-19 fue trágica para ese centro porque acabó con la vida de casi la mitad de los residentes --fallecieron 28 personas de 60--, así que ahora hay "muchísima cautela".

Esto no impide a los trabajadores darse cuenta de que, precisamente por todo lo que han sufrido los residentes, necesitan más que nunca "cierta normalidad". Sobre todo, quienes son plenamente conscientes de lo que sucede porque conservan sus capacidades mentales, no padecen enfermedades neurodegenerativas y tienen contacto telefónico con sus seres queridos.

"Hay muchos que no entienden por qué el personal puede salir, entrar, y marcharse a su casa para estar con sus familias mientras que ellos solo pueden salir por periodos reducidos y siempre acompañados", explica Sofía Coscolluela, directora de esa residencia de Aragón en la que hace unos meses decidieron afrontar un cambio para pasar del modelo de asilo a un sistema de atención centrada en la persona.

En cambio, si en la residencia Muro de Alcoy, ubicada en esa localidad alicantina, no habrá salidas esta Navidad es porque su protocolo y la situación epidemiológica no lo permiten, algo que unos residentes llevan bien y otros aceptan con bastante pena.

Yo siempre me iba a casa con mis hijas y mis nietos, pero este año no podré estar

"Yo siempre me iba a casa con mis hijas y mis nietos, pero este año no podré estar. Cada vez se complica más esto... Aquí estoy muy bien con todos los amigos y nos hacen compañía, pero me gustaría poder ver a mi familia", dice Rosa, una mujer de 88 años que se emociona mientras cuenta lo mucho que echa de menos a los suyos.

El caso de Luis, que también vive en ese centro para mayores y tiene 80 años, es similar: "Yo tengo pena y estoy un poco compungido, pero las trabajadoras están haciendo lo imposible para animarnos y que lo pasemos lo mejor posible en Navidad. Hay que llevarlo como se pueda. Nos pondremos un buen aperitivo", dice.

Concha, en cambio, ve la realidad de otro modo. Aunque no le gusta la situación de aislamiento, asegura que durante la Navidad se siente "más acompañada" en la residencia que en casa, ya que no le queda ningún familiar cercano: "Aquí nos lo montamos bien. Hemos puesto un abeto precioso en el jardín y tenemos más decoración que ningún año".

El plan de los trabajadores: menú especial, amigo invisible, vídeos sorpresa…

Conscientes de que el aislamiento "pesa" enormemente al final del año, en numerosas residencias de España se han propuesto que los mayores disfruten de la Navidad, a pesar de la COVID, y han preparado una serie de actividades para que el mes de diciembre sea un poco más cálido.

En la residencia de Mallén, además de haber decorado el edificio con la ayuda de los residentes, han puesto en marcha un taller de galletas navideñas, han elaborado tarjetas de felicitación personalizadas y han colocado un árbol de Navidad en cada unidad del centro.

En Nochevieja, una cuidadora va a dar las campanadas vestida como si fuera Ane Igartiburu

"Los árboles tienen los nombres de todos los residentes y los trabajadores les han dedicado unas palabras. Esto está dando mucho juego porque todos van buscando su nombre y te van pidiendo que les hagas fotos en el árbol", comenta Coscolluela, que también revela con ilusión otra sorpresa que tienen prevista: "En Nochevieja, una cuidadora va a dar las campanadas vestida como si fuera Ane Igartiburu".

En la residencia de Cuenca en la que trabaja Alberto, donde "nadie va a salir", también están esforzándose mucho este año. Los terapeutas y fisioterapeutas han decidido llamar una por una a las familias de los residentes para pedirles un vídeo en el que feliciten la Navidad. Después, recopilarán todos los mensajes y harán un montaje audiovisual que proyectarán durante una pequeña fiesta sorpresa que están preparando.

“Nosotros pondremos manteles especiales y velas. De cena les prepararemos lo que ellos quieran, pero seguro que habrá langostinos, ibéricos… Y algo que suelen pedir todos los años es la lombarda con piñones y el pollo relleno. También les ofreceremos turrones y cantaremos villancicos”, cuentan desde la residencia madrileña Madre Maravillas.

El día de Nochebuena todos vendremos a trabajar

La directora de ese centro, Beatriz Benito, asegura que las limitaciones para proteger a los mayores de la pandemia no impedirán que puedan celebrar la Navidad como otros años, algo que también subraya Inmaculada Vilar, directora de la residencia Muro de Alcoy.

"El día de Nochebuena todos vendremos a trabajar. Nadie se lo ha pedido libre porque nosotros somos su familia. También tenemos preparada una feria gastronómica para el 21 de diciembre y en fin de año haremos una fiesta en la que nos vamos a disfrazar todos", cuenta Vilar entusiasmada.

A ella todo el esfuerzo le parece poco para agradecer a sus "abuelos" --así los llama cariñosamente-- la resistencia que han demostrado tener en este año tan duro: "Su capacidad para aceptar la situación es admirable. Ellos tienen claro que hay que vivir las fiestas lo mejor que podamos y la verdad es que a nosotros nos dan una lección todos los días".

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