Donald Trump se fijó como prioridad a su llegada a la Casa Blanca mantener a América primero. Cuatro años después, el mundo mira a unas elecciones presidenciales que marcarán el rumbo de una agenda política internacional revolucionada bajo el mandato del líder republicano.
La retirada del Acuerdo de París en sus primeros seis meses fue solo el preludio de la salida de otros acuerdos internacionales. Trump ha abandonado el acuerdo nuclear con Irán, la Organización Mundial de la Salud en plena pandemia del coronavirus, la UNESCO o el Consejo de Derechos Humanos de la ONU y, en ocasiones, ha contradicho a sus aliados. Al mismo tiempo, ha apostado por la salida de las tropas de Afganistán e Irak, ha recurrido al diálogo con Corea del Norte y ha logrado restablecer las relaciones de Israel con países del Golfo Pérsico
Desde Washington, el balance de su política exterior refleja la polarización del país. Para el vicepresidente del Instituto de Seguridad Nacional y Política Exterior de la Fundación Heritage, James Carafano, "Estados Unidos está mejor que nunca". Pero según el profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Georgetown y exasesor de Obama y Clinton, Charles Kupchan, Washington "ha perdido su lugar como faro de la democracia".
Fuera de Estados Unidos, los analistas coinciden: el presidente ha adoptado la vía "reduccionista, aislacionista y desestabilizadora".
¿El fin del multilateralismo?
Exasesores, jefes de gabinete o diplomáticos han retratado desde 2017 una Casa Blanca caótica, dirigida por un "presidente peligroso" que entiende la política como un negocio. De ahí que los países aliados miren con cautela las próximas elecciones. "Trump no entiende lo que suponen las negociaciones reales y eso conduce a una política desestabilizadora y errática: en un momento amenaza con bombardear Corea del Norte y en otro, dice que Kim Jong-un es su mejor amigo", señala el profesor de relaciones internacionales de la Universidad de Glasgow, Thomas Scotto.
China o Irán, sus mayores enemigos, reflejan el tono del presidente. Con China, origen del "virus chino", inició una guerra comercial. Con Irán adoptó una política punitiva, basada en sanciones contra el régimen en contra de los países firmantes del acuerdo nuclear o de la ONU e hizo saltar las alarmas cuando asesinó al general Qasem Solameini.
Sus detractores vinculan este modus operandi al aislacionismo, algo en lo que coinciden los analistas o el propio presidente francés, que en 2018 lanzó un mensaje ante el Congreso estadounidense: "EE.UU. inventó el multilateralismo. Son ustedes los que tienen que preservarlo y reinventarlo".
Para el director del Centro de Estados Unidos de la London School of Economics and Political Science, Peter Trubowitz, no hay duda. "Trump ha optado por una política exterior reduccionista al abandonar muchos compromisos internacionales y, al mismo tiempo, ha reducido la responsabilildad internacional de EE.UU. y ha tratado de suavizar sus obligaciones", señala.
James Carafano discrepa. "La gente que habla de aislacionismo es la que cree que Trump es el equivalente a la maldad. Si EE.UU. se ha retirado de algunas organizaciones internacionales es por las prácticas corruptas de China y la negativa a reformarlas. Lo único que pretende el presidente es que mejoren. Rusia está estancada, el régimen iraní, tocado. Corea del Norte está más tranquila que nunca. Estamos mejor", subraya.
El liderazgo internacional, en tela de juicio
Cuando Donald Trump decidió reconocer a Jerusalén como capital de Israel, la comunidad internacional contuvo el aliento. Lo mismo ocurrió con su polémico "plan para la paz" en Oriente Medio, diseñado por su yerno, Jared Kushner. Pero discrepancias aparte, lo cierto es que Trump no ha apostado por la vía bélica, a diferencia de sus predecesores.
“Muchos aliados están tratando de determinar si Trump será un político único o si estamos al inicio de una transformación“
Con todo, los expertos consideran que Washington está perdiendo su liderazgo internacional en el tablero geopolítico. "Estos cuatro años han suscitado preocupación sobre la fiabilidad americana y su credibilidad con los compromisos internacionales. Muchos aliados y dirigentes están tratando de determinar si Trump debería ser tratado como un político único e irrepetible en un momento idiosincrático en la historia de la política exterior de EE.UU. o si se trata del inicio de una transformación", sostiene el profesor Trubowitz.
En cambio, sus partidarios consideran que las alianzas se han fortalecido. "Han mejorado, estamos mejor ahora. En Oriente Medio, Trump ha iniciado una transformación que mejorará la seguridad y la cooperación económica. También ha mejorado las relaciones en América Latina y en Europa, donde, a pesar de las quejas [por las presiones sobre el gasto militar], la OTAN está intacta. Las críticas en Europa atribuyen las tensiones al presidente solo porque es una excusa fácil a la hora de reconocer los problemas entre aliados", asegura Carafano.
Los retos del futuro
Según los profesores europeos, los dirigentes tendrán que replantearse la relación con Washington si Trump revalida su mandato. "Muchos concluirán que no pueden contar con el compromiso de Estados Unidos en la liberalización comercial, la cooperación institucional o el multilateralismo. Y lo mismo harían sus adversarios", asegura Trubowitz, que ve a Trump "como un síntoma, y no una causa de la frustración entre la sociedad por los compromisos internacionales del país".
“Si el tono pudiera salvar todos los problemas, estos no existirían“
Una victoria de Biden proyectaría un panorama distinto. "Aunque se centrará en la política nacional, tendrá que garantizar rápidamente a sus aliados que EE.UU. sigue ahí. No cambiaría mucho inmediatamente en la práctica, pero sí en el tono del liderazgo", apunta el profesor Scotto.
Para el think-tank conservador, este es precisamente uno de los problemas que representa una Presidencia demócrata. "El mundo será el mismo después de las elecciones, los retos geopolíticos no habrán cambiado y la idea de que será diferente no es realista. Biden dice que cambiará el tono y será más respetuoso, pero si el tono pudiera salvar todos los problemas, estos no existirían", asegura Carafano.