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Juan Carlos I y Felipe VI, de la admiración al alejamiento

ALBERTO LEÓN
6 min.

En junio de 2014, durante su proclamación como rey ante las Cortes, Felipe VI destacó el "liderazgo" de su padre y antecesor, Juan Carlos I, para conseguir "la reconciliación de los españoles, reconocer a España en su pluralidad y recuperar para nuestra nación su papel en el mundo". Por su parte, Juan Carlos de Borbón elogió a su hijo tras su renuncia al cargo, asegurando que encarnaba "la estabilidad".

Una admiración mutua que con el paso de los años se ha ido tornando en tensión y alejamiento entre padre e hijo, quien ha impulsado una imagen de austeridad y transparencia -que contrasta con la opacidad de los negocios de Juan Carlos I- como forma de frenar el progresivo desgaste de la institución monárquica.

Las constantes informaciones acerca de las presuntas comisiones percibidas por la construcción del AVE a La Meca, la existencia de cuentas en el extranjero y el confuso papel en este entramado de la empresaria Corinna Larsen han ido socavando la confianza de Felipe VI en el rey emérito, a quien progresivamente se ha ido alejando de la actividad pública. Fruto de ese distanciamiento es la decisión de que don Juan Carlos deje la Zarzuela y se traslade a vivir fuera de España.

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Ausencia sorprendente

Uno de los primeros actos en los que se plasmó esta circunstancia fue en la ausencia de don Juan Carlos de los actos celebrados en junio de 2017 con motivo de los 40 años de las primeras Cortes Constituyentes. Frente a las publicaciones que aseguraban que el rey emérito estaba molesto por su ausencia, la Casa del Rey lo justificó como una cuestión protocolaria, con el fin de que no restara protagonismo a su hijo. Pero la decisión causó sorpresa debido al papel que Juan Carlos I jugó durante la transición, uno de cuyos hitos fueron precisamente aquellas primeras elecciones democráticas.

La situación estuvo a punto de repertirse algo más de un año después, cuando el emérito tampoco figuraba en la lista de invitados con motivo del 40 aniversario de la Constitución española, el 8 de diciembre de 2018, pero la Casa del Rey finalmente rectificó y Juan Carlos I estuvo presente en un acto al que también asistió la heredera, la princesa Leonor, los expresidentes del Gobierno y los padres de la Carta Magna y en el que Felipe VI volvió a elogiar el papel de su padre como impulsor de la democracia.

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Ya eran públicas en aquel momento las acusaciones de Corinna Larsen sobre la presunta ocultación de patrimonio en el extranjero, como habían revelado unas conversaciones grabadas en Londres por el excomisario José Manuel Villarejo, en las que la empresaria aseguró haber sido utilizada como testaferro del monarca emérito, y por las que ahora tendrá que testificar ante la Audiencia Nacional.

Retirada de la vida pública

En junio de 2019, por sorpresa, Juan Carlos de Borbón anunció su retirada de la vida pública, que hizo oficial a través de una carta dirigida a Felipe VI y que, según aseguró, llevaba madurando desde la celebración en enero de 2018 de su 80 cumpleaños.

De este modo, ponía fin a una etapa, iniciada tras la abdicación, en la que había mantenido una intensa agenda oficial pero en la que se habían multiplicado las informaciones acerca de sus negocios y sus problemas de salud. Sin embargo, mantuvo su condición de miembro de la Familia Real, su aforamiento y su asignación.

Renuncia a la herencia de Juan Carlos I y retirada de la asignación

Pero la muestra más evidente del distanciamiento entre el rey y su padre tuvo lugar en marzo de este año, con el país en conmoción por la declaración del estado de alarma por el coronavirus, cuando Felipe VI anunció que renunciaba a la herencia de su padre y le retiraba su asignación pública, en torno a los 200.000 euros anuales.

La decisión se anunció mediante un comunicado real y como consecuencia de que varios medios de comunicación publicaran informaciones en las que Felipe VI aparecía como beneficiario de una sociedad offshore, creada por Juan Carlos de Borbón, y vinculada a una donación de 65 millones de euros de Arabia Saudí.

Los negocios del rey emérito

Sin embargo, el rey emérito siguió residiendo en Zarzuela, al igual que la reina Sofía. En los meses posteriores, han ido apareciendo nuevas informaciones en relación a los negocios del rey que no dejan en buen lugar al emérito, lo que ha llevado al Gobierno a plantear por primera vez el fin de su inviolabilidad.y a la Fiscalía del Tribunal Supremo a investigar un supuesto delito fiscal y otro de blanqueo de capitales, con el fin de delimitar la responsabilidad en los hechos ocurridos con posterioridad a junio de 2014, fecha de su abdicación.

Así, un documento publicado por El Confidencial reveló que Juan Carlos I introdujo grandes cantidades de dinero en metálico procedentes de Suiza a través de los controles del aeropuerto de Madrid-Barajas. Además, El Español publicó la declaración del abogado Dante Canónica ante el fiscal suizo Yves Bertossa, en la que aseguró que el rey emérito le encargó en Zarzuela crear una estructura para recibir una "importante" donación procedente del rey de Arabia Saudí, presuntamente unos 100 millones de dólares que ocultó en Suiza como pago de comisiones por la adjudicación del AVE a La Meca.

Con todos estos mimbres, en las últimas semanas han sido constantes los rumores sobre una posible decisión de la Casa del Rey, que finalmente se ha materializado este domingo con la salida de Zarzuela de Juan Carlos de Borbón.

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Transparencia y austeridad

La opacidad que rodea a algunas de las actividades del rey emérito constrasta con la transparencia que, desde el inicio de su reinado, ha impulsado Felipe VI, quien ya desde su proclamación se comprometió a reinar bajo una "conducta íntegra, honesta y transparente".

Entre las medidas que ha llevado el monarca en este período destacan la reducción de su sueldo, la prohibición de que la Familia Real trabaje para empresas o entidades privadas o de aceptación de regalos y favores; la auditoría externa e interna de las cuentas de la Casa del Rey; o la publicación en su página web de sus retribuciones, presupuestos y contratos.

Una actitud que evidencia la distancia entre Juan Carlos I y Felipe VI, consciente de que el futuro de la Monarquía pasa por la ejemplaridad y alejar las sospechas que han rondado la institución en la última década.

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