Esta vez, la respuesta de la Unión Europea (UE) será diferente a la de la crisis financiera de 2008. Es el mensaje más repetido por los principales líderes europeos tras el azote de la pandemia del coronavirus y el deseo de países como España e Italia, duramente golpeados.
Existen buenas razones para creer que será así, ya que la magnitud y el alcance de la crisis requieren de nuevas fórmulas de actuación. También porque organismos como el Banco Central Europeo (BCE), cuyo papel fue cuestionado en la anterior recesión, ha sido en esta ocasión uno de los más contundentes. “Los tiempos extraordinarios requieren acciones extraordinarias”, aseguraba la presidenta del supervisor, Christine Lagarde, tras lanzar un plan de estímulo por valor de 1,35 billones de euros para abastecer de liquidez el sistema.
También han hecho sus deberes los ministros de Economía y Finanzas de la zona euro -el Eurogrupo- con la aprobación de un paquete de 540.000 millones de euros para proteger a países, empresas y trabajadores de las devastadoras consecuencias de la pandemia.
Y este fin de semana llega el turno del Consejo Europeo. Los Veintisiete intentarán cerrar la cuantía y condiciones del fondo de recuperación propuesto por la Comisión Europea, así como del presupuesto -el conocido como Marco Financiero Plurianual (MFP)- para los próximos siete años.
Sin embargo, enfrente estarán los llamados países 'frugales' -Países Bajos, Austria, Suecia y Dinamarca-, que ya han advertido que no lo pondrán fácil. En parte porque son partidarios de que las ayudas lleguen en forma de préstamos y que el desbloqueo del dinero se vincule a la senda de reducción del déficit y la deuda. Pero vayamos por partes.
¿Qué se debate este fin de semana?
Los líderes de la UE se reúnen este viernes por primera vez en Bruselas desde la expansión de la pandemia. Sobre la mesa hay un fondo de recuperación por una cuantía de 750.000 millones de euros propuesto por la Comisión Europea, de los que 500.000 serían transferencias a fondo perdido -como reclama España- y 250.000 créditos, cuya financiación estaría respaldada por deuda común emitida entre los países de la UE y por el presupuesto comunitario, aprovechando que su calificación triple A asegura bajos tipos de interés.
El objetivo del fondo es apoyar a las naciones más afectadas por la enfermedad, como Italia y España, a la vez que dispone de recursos a los Estados miembros para llevar a cabo reformas relacionadas con el transformación digital y ecológica, y relanzar las economías tras la pandemia. España sería el segundo país más beneficiado, ya que unos 140.000 millones irían a parar a sus arcas.
Este fondo de reconstrucción forma parte de los presupuestos plurianuales 2020-2027, cuyas negociaciones también se retoman este viernes y sábado tras el fracaso de la última cumbre, celebrada en febrero. A pesar de que en un primer momento el montante presupuestario planteado por la Comisión alcanzaba los 1,1 billones de euros, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, ha propuesto reducirlo hasta los 1,074 billones.
Además, Michel, en busca del beneplácito de los 'frugales', solicitará que se modifiquen los criterios para la distribución del grueso de las ayudas del fondo: el 70 % del dinero se comprometerá entre 2021 y 2022 y se repartirá siguiendo los criterios que había fijado la Comisión -que tenían en cuenta el PIB, población y tasa de paro entre 2015 y 2019 de los Estados- y el 30 % restante, a partir de 2023 en función de la caída del PIB que haya registrado cada país en 2020 y 2021.
El objetivo es que haya un "vínculo real entre la crisis y el plan de recuperación y asegurar que el dinero va a las regiones y sectores más afectados", explicó el presidente del Consejo.
¿Dónde está el principal escollo?
A pesar de ello, los más austeros, liderados por Holanda, consideran insuficientes estos cambios y pedirán recortar el volumen del presupuesto y del plan de recuperación, y que este se componga mayoritariamente de préstamos. También buscan reducir hasta 2023 el periodo en que se puede comprometer dinero y modificar los criterios de asignación de las ayudas para dar más peso a la caída del PIB, en detrimento de la tasa de paro.
La condicionalidad para acceder a las ayudas también es otra cuestión abierta que los líderes tendrán que resolver. Los más austeros quieren supeditar la recepción de dinero a que los países lleven a cabo reformas estructurales y que los planes nacionales se aprueben por unanimidad de los Veintisiete, en lugar de por mayoría cualificada como propuso Michel. En este sentido, fuentes del Ejecutivo español aseguran que no van a aceptar una troika, ni vetos de otros países.
Tampoco hay acuerdo sobre qué nuevos recursos se introducirán para financiar en los próximos años el reembolso de la deuda emitida, donde se plantea introducir un gravamen al plástico no reciclado en 2021, así como una tasa digital y un sistema de ajuste de carbono en frontera en 2023.
Y, por si fuera poco, a la oposición de los frugales se suma la de algunos países del centro y este de Europa, como Polonia y Hungría, que rechazan vincular la recepción de fondos europeos al respecto al Estado de derecho.
¿Cuál es la solución?
A pesar de que las negociaciones se presentan complicadas, la mayoría de líderes europeos confía en llegar a un acuerdo cuanto antes, preferiblemente en el mes de julio.
Para España es esencial que se mantenga una elevada proporción de subvenciones, algo clave también para Italia, Francia y Alemania, por lo que una de las soluciones pasaría por un recorte del montante total, pero manteniendo el predominio de las transferencias. Mientras, desde Alemania ya amagan con renunciar a medidas de control sobre el Estado de derecho para no toparse con el veto de los países del Este.
En cuanto al presupuesto, Michel planteará a los Veintisiete mantener los descuentos que reciben en su contribución Holanda, Dinamarca, Suecia, Austria y Alemania por aportar mucho más de lo que reciben. Todo por llegar a un acuerdo.
"Si retrasamos el acuerdo vamos a retrasar la recuperación y, si esto ocurre, se agravará la crisis", aseguraba Pedro Sánchez durante su encuentro este semana con el primer ministro sueco, el socialdemócrata Stefan Löfven, en el marco de la gira europea en busca de apoyos. Y admitía: “Todos tendremos que hacer renuncias".