El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha retomado este sábado sus mítines de cara a las elecciones de noviembre salpicado de polémica al asegurar que pidió que se frenaran los test para reducir los casos de coronavirus que ya superan los dos millones de afectados y las 119.000 muertes en el país.
En un acto celebrado en Tulsa (Oklahoma), al que ha asistido menos público del habitual, Trump ha defendido su gestión de la crisis y ha subrayado que "los test son un arma de doble filo" debido a que "cuando realizas tantos test vas a encontrar más casos". "Así que le dije a mi gente, frenad los test, por favor", ha dicho el mandatario, cuyo anterior acto electoral había sido en marzo.
Las palabras de Trump se producen justo cuando los casos de contagio confirmados diarios en EE.UU. rebasaron los 30.000 por segundo día consecutivo. El foco de la pandemia en el territorio estadounidense se ha desplazado ahora de la golpeada Costa Este a los estados del Cinturón del Sol, como California, Florida, Texas y Arizona, que suman entre los cuatro casi la mitad de nuevos casos en todo el país.
Acusa a Biden de ser una "marioneta" de la "izquierda radical"
Durante su intervención, el presidente estadounidense también ha arremetido contra el aspirante demócrata Joe Biden al que ha acusado de ser una "marioneta" de la "izquierda radical". "Los demócratas quieren llenar los tribunales de extremistas", ha añadido el presidente.
De llegar Biden al poder -ha dicho Trump- será "el fin de EE.UU." y se ha reivindicado como defensor de la "ley y el orden"
En referencia a este tema, que han causado el derribo de numerosas estatuas y monumentos de la Confederación (el bando de los estados sureños y esclavistas que se rebelaron contra el resto del país, la Unión), el mandatario se ha mostrado tajante a la vez que ha acusado de "anarquistas e incendiarios" a los manifestantes y ha propuesto penas de cárcel de un año por quemar la bandera "Quieren demoler nuestra herencia (...) Deberíamos tener legislación para que si alguien quiere quemar la bandera y pisotearla vaya a la cárcel por un año", ha recalcado.
Menor asistencia de la esperada
El mitin ha tenido lugar en un clima de fuerte tensión, puesto que ha supuesto el mayor acto multitudinario en un espacio cerrado de EE.UU. desde que comenzó la pandemia de coronavirus, en un estadio con capacidad para 19.000 personas. Pese a que la campaña de Trump prometió llenarlo por completo, las imágenes han mostrado que gran parte de las gradas estaban vacías.
Celebrar un mitin en un espacio cerrado contradice las recomendaciones de los expertos de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de EE.UU. (CDC), que piden evitar grandes reuniones en persona donde sea difícil mantener al menos dos metros de separación y haya participantes llegados desde fuera de la localidad.
La campaña de Trump insistió en que esas directrices son "opcionales" y, aunque remarcó que tomaría la temperatura a los asistentes y repartiría mascarillas, no les obligó a ponérselas. Paradójicamente, para acudir al mitin era necesario comprometerse a no demandar al equipo electoral de Trump si uno contrae la COVID-19 en el acto.
Tras el de Oklahoma, Trump regresará a la carretera en las próximas semanas con mítines para su campaña electoral en Florida, Arizona y Carolina del Norte, todos estados clave que podrían decidir el resultado de las elecciones del 3 de noviembre.