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Mujeres durante la pandemia: en primera línea de cuidados y atrapadas en la trampa del teletrabajo

CAROLINA PECHARROMÁN
7 min.

La crisis generada por el coronavirus ha revolucionado nuestras vidas y ha impactado en todas ellas, aunque con diferentes matices según la edad, profesión, entorno geográfico o sexo. El Instituto de la Mujer ha elaborado un informe sobre el diferente impacto en mujeres y hombres que resalta que la tradicional dedicación femenina a los cuidados "les otorga un grado de presencia en la respuesta a la enfermedad que debe ser tenido en cuenta en el abordaje de la crisis. Ignorar el impacto de género en las consecuencias económicas y sociales agravará las desigualdades".

La mayoría del personal sanitario y de cuidados

En todo el mundo las mujeres son el 70% del personal sanitario y la inmensa mayoría de quienes se dedican a los cuidados de mayores, menores y dependientes, sea de forma remunerada o no. Esto las sitúa en primera línea en lo que se refiere tanto a riesgo de contagio como a enfrentarse a las consecuencias de la pandemia y al trabajo para superarla. España no es una excepción. Según los datos recopilados en el informe del Instituto de la Mujer, en nuestro país el 66% del personal sanitario son mujeres: el 51% en medicina, el 84% en enfermería y el 82% en psicología; también en farmacia, otro sector directamente afectado, las mujeres suponen el 72%.

"La asignación del rol de cuidadora a las mujeres posiciona a las profesionales sanitarias en la primera línea de respuesta a la enfermedad y, de manera especial, a enfermeras y auxiliares de enfermería y geriatría, cuyo contacto directo y continuado con personas afectadas por coronavirus implica un elevado nivel de exposición al contagio, además de la enorme presión derivada de doblar turnos y hacer muchas más horas extra de lo habitual con las consecuencias emocionales y psicológicas que puede acarrear", se explica en el informe.

Al personal médico hay que añadir otras tareas como los servicios de lavandería y cocina en hospitales y residencias y los servicios de limpieza en general, así como el empleo en supermercados y comercios de alimentación, con una abrumadora mayoría femenina.

Las empleadas de hogar comienzan a cobrar el subsidio temporal

También son mujeres principalmente las personas dedicadas al servicio doméstico y de personas dependientes. El informe subraya la especial exposición al contagio de las empleadas internas que han debido confinarse con las familias para las que trabajan y las trabajadoras a las que no se ha dotado de medios de protección. En este sentido, sindicatos y asociaciones de empleadas del hogar celebran que se haya previsto un subsidio extraordinario en caso de desempleo, ya que se trata de un colectivo inserto en un régimen especial que no tiene derecho a prestación por desempleo.

"Se ha hecho visible -afirma Beatriz Gimeno, directora del Instituto de la Mujer-, que todas las profesiones feminizadas que tenían un menor prestigio y reconocimiento social, han sido las que han resultado esenciales para la atención y protección de las personas afectadas y el funcionamiento de los centros. Se manifiesta de forma clara que hay colectivos laborales afectados por una precariedad mucho más grave. El caso de las empleadas de hogar, cuyo régimen social tiene una menor cobertura de protección, es el ejemplo más claro. Muchas están en la economía informal y, en general, su situación durante la crisis está dependiendo de la voluntad de sus empleadores y empleadoras".

La trampa del teletrabajo

El teletrabajo se ha convertido en una solución para mantener la actividad de forma segura durante el confinamiento. El informe señala que muchas mujeres han tenido que dejar de trabajar o tendrán que hacerlo para cuidar de menores o mayores debido al cierre de las escuelas y los centros de día. Pero el Instituto de la Mujer llama la atención sobre la sobrecarga que puede suponer para las mujeres compatibilizar teletrabajo y el cuidado de la casa y la familia si no existe corresponsabilidad en los hogares o en el caso de las familias monoparentales, un 82% encabezadas por mujeres.

La falta de corresponsabilidad es producto de una cultura y no se modifica de la noche a la mañana

Beatriz Gimeno es consciente de que la solución no es fácil y requiere esfuerzo: "La falta de corresponsabilidad es producto de una cultura y no se modifica de la noche a la mañana. Lo que sí ha provocado la crisis, y el estado de alarma, ha sido que el problema de este desequilibrio se haya hecho mucho más evidente. En muchos hogares, con la presencia de ambos progenitores en casa, puede que haya una corrección momentánea en la redistribución de las tareas doméstica y del cuidado de menores, pero eso no supone que las mujeres dejen de ser las principales responsables. Cuando la situación se normalice, si no contemplamos factores de corrección, esto no supone un avance real sino una consolidación del desequilibrio".

Los sindicatos llevan semanas advirtiendo que hay que fomentar la corresponsabilidad y regular el teletrabajo, que se ha puesto en marcha masivamente como una medida excepcional para un momento de crisis: "Cuando acabe esta excepcionalidad debe ser regulado y sometido a la negociación colectiva, porque puede implicar serios retrocesos en conciliación y en corresponsabilidad y en general en igualdad de oportunidades para las mujeres", afirma Elena Blasco Martín, secretaria confederal de mujeres e igualdad de CC.OO.

Por su parte, Vanesa Barco, secretaria de Igualdad de la Federación de Servicios de UGT, enumera que hay que regular aspectos como la desconexión digital efectiva, el control horario, los medios técnicos y materiales, el calendario laboral y las jornadas, pero con una perspectiva de género, para que el trabajo no suponga una variable más para que las mujeres se queden en casa ahora trabajando dentro y fuera a la vez".

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Trabajos precarios, trabajos en peligro

Otro de los factores que subraya el informe del Instituto de la Mujer es la mayor proporción que tradicionalmente ocupan las mujeres en las estadísticas del desempleo, del trabajo precario, a tiempo parcial o en la economía informal. Sectores feminizados como la enseñanza o la sanidad no sufrirán a largo plazo las consecuencias de la crisis generada por la pandemia, pero otros en los que también abunda la mano de obra femenina sí corren un serio riesgo de retroceso y generación de despidos, como el comercio, el turismo y la hostelería.

"El desempleo está feminizado y supera ya los 2,1 millones de mujeres desempleadas. Ahora han visto interrumpida su actividad trabajadoras de comercios, escuelas, comedores infantiles, hoteles, restaurantes, sector turístico en general, del sector cultural, del ocio, empleo del hogar, etc...", enumera Elena Blasco.

Aunque algunos de estos trabajos precarios han conseguido visibilizarse durante esta crisis, como el de las empleadas del hogar o las trabajadoras de supermercados y tiendas de alimentación, la precariedad va a seguir ahí: "En los sectores que ya son precarios de por sí, por las jornadas, los salarios... las condiciones laborales no se van a poner en valor cuando todo esto pase reconociendo que gracias a ellas hemos conseguido alimentarnos y curarnos, que gracias a ellas hemos conseguido salir adelante", se lamenta Vanesa Barco.

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Violencia de género

Quizás el elemento más grave del confinamiento esté siendo el aumento de la violencia de género que conlleva el que las víctimas estén encerradas en sus casas con los maltratadores. Las llamadas al 016 han aumentado un 48% en la primera quincena del mes de abril comparada con las dos primeras semanas de marzo, cuando todavía no se había decretado el confinamiento. La diferencia es más notable si se compara el mes de abril completo con el del año pasado: hay un 60% más de llamadas al 016.

El Informe del Instituto de la Mujer destaca el Plan de Contingencia contra la violencia de género y otras violencias sobre las mujeres puesto en marcha por el gobierno en colaboración con otras administraciones. Desde el primer momento se han declarado todos los servicios de ayuda, información y acogida a las víctimas como servicios esenciales que han seguido en funcionamiento durante el estado de alarma. Lo mismo sucede con los servicios y operativos policiales y judiciales. También se ha puesto en marcha una campaña de información y concienciación y medidas para garantizar los derechos de las víctimas de explotación sexual y en contexto de prostitución, con dificultades para acceder al sistema público de salud.

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