El cierre de escuelas y centros de día y cuidados y el confinamiento en los hogares hace que en muchos casos haya que compatibilizar el teletrabajo con los cuidados de niños y niñas o de mayores y dependientes. En ocasiones esto hace que la conciliación de la vida laboral y familiar se tenga que realizar en casa y la corresponsabilidad deba extenderse a toda la familia para evitar la sobrecarga sobre unos pocos. "Estos días, las familias conviven mucho más de lo habitual y se pueden centrar en cosas para las que normalmente no hay tiempo", afirma la socióloga Marina Subirats, que recomienda aprovechar la cuarentena para implicar a hijos e hijas por igual en las tareas comunes.
Las mujeres son las que más tiempo dedican
Según los datos de la última Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo del Instituto Nacional de Estadística, en general las mujeres dedican el doble del tiempo que los hombres a las tareas domésticas y de cuidados. Hablando de hombres y mujeres que trabajan también fuera de casa, la mayoría de mujeres que cuidan a hijos o nietos les dedican 4 horas diarias, mientras que los hombres les dedican 2 horas diarias. Si hablamos de tareas domésticas y cocina, la mayor parte de mujeres emplean dos horas diarias en estos menesteres, mientras que ese tiempo se reduce a una hora diaria para la mayoría de varones que realizan
esas tareas.
La situación está mejorando y se ha pasado progresivamente de la nula participación masculina de hace décadas en trabajos del hogar al "yo ayudo en casa" y por fin a una concienciación cada vez mayor de que las cargas del hogar y los cuidados se deberían realizar de forma compartida. Es la llamada "corresponsabilidad", que también se intenta enseñar a las nuevas generaciones para que el futuro sea cada vez más igualitario. Las expertas consultadas nos han sugerido estas cinco propuestas.
1- Lo primero, dar ejemplo
Si el reparto de las tareas y cuidados es igualitario en la pareja, será más fácil que niños y niñas crezcan asumiendo que las tareas se deben realizar sin diferencias. Marian Moreno Llaneza, experta en coeducación y profesora de secundaria lo explica: "El ejemplo es lo fundamental tanto en casa como en las escuelas. De nada sirven las palabras si no las acompañan los actos. El gran reto de la igualdad es ser coherente con lo que se dice y los chicos y chicas pillan rápidamente esas contradicciones y actúan en consecuencia. Sobre todo los adolescentes valoran mucho esa coherencia, que "seas legal", les aporta equilibrio,
seguridad, saber a qué atenerse".
Pero esa coherencia no es fácil. En muchas familias, las madres se resisten a abandonar determinadas tareas porque desconfían de que los demás las vayan a hacer correctamente, muchos padres se acogen al "tú lo haces mejor"y se repiten una y otra vez los mismos esquemas. Tenemos que asumirlo para poder cambiarlo y hacerles entender a los hijos que también padres y madres llevan una mochila de prejuicios de la que se tienen que deshacer.
“Marian Moreno Llaneza, experta en coeducación: "El ejemplo es fundamental, tanto en casa como en la escuela. De nada sirven las palabras si no las acompañan los actos" “
2- Igual las niñas que los niños
Los hijos -tanto las chicas como los chicos- cada vez hacen menos cosas en casa. "Está cambiando el concepto de que a las niñas y los niños hay que pedirles cosas diferentes, pero se puede caer en el riesgo de que no se le pida fregar los platos a la niña... y tampoco al niño", asegura Marina Subirats que recuerda que todavía hay muchos sesgos inconscientes: "El imaginario que acompaña a la llegada de un bebé, la decoración,la ropa o los colores son aún diferentes para un niño y una niña, también lo que esperamos de ellos cuando crecen, los planes de deporte y actividades, tendemos a estimular a los niños y proteger a las niñas y esto se queda en ellos y les condiciona". Por eso, Subirats propone que cuando vayamos a decirle o pedirle algo a un niño nos preguntemos: ¿le diría lo mismo y de la misma manera a la niña? Por supuesto, hacerse la misma pregunta al contrario: ¿le diría esto mismo y con este tono al niño?
“Marina Subirats, socióloga: "Nos debemos preguntar ¿le diría lo mismo y con el mismo tono a un niño y una niña?" “
3- Aumentar la empatía
Es la receta más repetida y se puede llevar a cabo de forma sencilla aprovechando estos días. La familia al completo puede hacer una lista con todas las cosas que hay que hacer en la casa y quién las realiza normalmente. El segundo paso sería reflexionar sobre si ese reparto de las tareas es justo y que cada miembro de la familia se pregunte: ¿qué más puedo hacer yo? de cara a realizar un reparto más equitativo entre todos. Suele ser práctico realizar una tabla de tareas que incluya a mayores y pequeños. "Hasta las criaturas de pocos años pueden hacer cosas como recoger sus juguetes o su ropa. Se trataría de hacer esta reflexión: todo lo que yo puedo hacer y sé hacerlo, tengo que asumirlo", recomienda Marian Moreno Llaneza.
4.- Una oportunidad para aprender
¿Y lo que no se sabe hacer? "Los largos días dentro de casa son una oportunidad para aprender poco a poco a realizar tareas que nunca se habían hecho, primero con supervisión y después de forma autónoma. Para los adolescentes, por ejemplo, es fundamental aprender a realizar tareas básicas que les serán muy útiles también más adelante, cuando se independicen o convivan con otras personas", afirma Marian Moreno. Esta recomendación vale para todo tipo de tareas, desde aprender a cocinar platos básicos, a arreglar un enchufe o colgar un cuadro. Como en cualquier aprendizaje, quien enseña tiene que tener paciencia y un nivel de exigencia adecuado a la circunstancia.
5.- Cambiar los papeles habituales
Si en una familia cada cual tiene un papel tradicional asignado, trastocarlo es fundamental y puede resultar muy divertido. Si en la casa es la madre la que suele decidir qué se come y se encarga de cocinar, ahora puede ser un buen momento para que sea el padre quien tome esa decisión y prepare la comida enseñando, por ejemplo, a los hijos a hacer una ensalada bien compensada. Y no hay que olvidar el cuidado y la atención a las personas mayores. También es una oportunidad para que los nietos devuelvan a abuelas y abuelos todo el cariño y cuidados que les dan normalmente, se hagan cargo de llamarles por teléfono o -si conviven en el mismo hogar- realicen actividades con ellos como jugar a las cartas o leerles en voz alta.