Tras el cerrojazo de la residencia de ancianos en la que se encontraba su madre hasta el pasado fin de semana, Carmen ha vivido cada día angustiada por no saber qué estaba ocurriendo dentro: "No nos informan. Es un oscurantismo total y te tienes que ir buscando la vida para enterarte de forma extraoficial".
La desesperación que ella describe en una entrevista con RTVE.es es la misma que sienten numerosas familias en toda España desde que estos centros para mayores quedaron convertidos en 'búnkeres' por el estado de alarma, aunque la situación es especialmente crítica en la Comunidad de Madrid, donde han muerto en residencias más de 3.000 personas mayores durante el mes marzo.
La madre de Carmen tiene 87 años y ahora se encuentra luchando contra el coronavirus en un hospital madrileño. Hasta su ingreso, permanecía en la residencia Parque Los Frailes, ubicada en Leganés, una de las zonas más afectadas de la región.
"Yo concretamente me iba enterando de lo que pasaba porque iba buscando contactos que me decían la verdad, pero oficialmente por parte de la residencia no hay información ni de cómo está la situación ni de qué residentes tienen síntomas ni de si se estaban tomando precauciones. No nos cuentan lo que pasa dentro y es desesperante", explica Carmen.
Los ancianos que están dentro sufren más por estar incomunicados
Para ella y para su familia este periodo está siendo "superangustioso", pero la razón por la que más han sufrido, dice, es por saber que su madre estaba incomunicada y también desinformada.
“Si no mueren de coronavirus van a morir de soledad, de angustia y de tristeza“
"Las personas mayores que están allí metidas de repente están viendo que su pequeño mundo se desmorona y no saben qué pasa porque tampoco a ellos les están informando. Están solos, aislados y no pueden hablar con nadie. Si no mueren de coronavirus van a morir de soledad, de angustia y de tristeza", lamenta Carmen.
Durante los primeros días del estado de alarma, ella todavía podía comunicarse con su madre porque esta tenía un teléfono móvil muy básico con el que podía llamar a sus familiares. Dejó de utilizarlo hace dos semanas, cuando su salud empeoró: "Ya entonces estaba muy alarmada y me contaba que esta situación le recordaba al momento en que estalló la Guerra. Y cuando los aislaron en sus dormitorios me decía que no los dejaban ni salir al pasillo".
“Estaba muy alarmada y me contaba que esta situación le recordaba al momento en que estalló la Guerra“
Le duele pensar lo que puede suponer para muchos ancianos haber perdido de repente el contacto con sus seres queridos y pide a las residencias que encuentren la manera de establecer canales de comunicación eficaces.
"A los trabajadores para nada los criticamos. Ellos merecen un monumento. La responsabilidad es de la dirección. Si el personal no da abasto, que llamen a voluntarios o contraten a gente para realizar estas tareas de contacto con los familiares", recalca Carmen, quien además es representante de la asociación ADEMAF, que defiende los derechos de los mayores que viven en esa residencia.
Ahora mismo su prioridad es que su madre se recupere, pero no olvida que, de no ser porque su madre estaba contagiada y la doctora de la residencia le informaba de su estado de salud, no habría sabido cómo se encontraba.
"Yo le imploré a la doctora este fin de semana que por favor la derivase al hospital. La geriatra le preguntó a mi madre si podía caminar y ella le dijo que sí, aunque está en silla de ruedas. Gracias a eso le dieron autorización. Si no llega a ser por esa 'mentirijilla' quizá ahora estaría muerta", sostiene.
La impotencia de quienes han perdido a un familiar en esta situación
También con cuentagotas se informa a los familiares de quienes se encuentran en la residencia de mayores Adolfo Suárez de Madrid, denuncia Puri, que ha visto cómo su padre fallecía con coronavirus sin recibir, asegura, una atención adecuada.
Al dolor por su muerte se suma en ella la pena por no haber podido acompañarle en sus últimos momentos y la impotencia por saber "perfectamente", dice en una entrevista con La Mañana de TVE, que le habían ocultado la realidad.
En palabras de Puri, estos centros se han convertido en "unas jaulas de oro donde los ancianos han sido confinados para morir" y cree que "miles de mayores se están muriendo sin tener opción a nada".
Desde que cerraron el centro el pasado 8 de marzo, relata, solo recibía informaciones contradictorias. La Policía incluso acudió a la residencia en una ocasión porque la directora no se personaba y quería conocer cuál era el estado de su padre, que tenía un problema crónico y necesitaba transfusiones de sangre para mantener el nivel de la hemoglobina.
Las auxiliares le confirmaban que su padre "estaba sangrando bastante", pero se lo negaba el personal médico, quien le comunicó que lo que sufrió el residente era "un pico febril". Ella intentó sacarle del centro para trasladarlo a un hospital, pero las consultas estaban "desmanteladas" y no le fue posible: "Se le negó una trasfusión y a las 24 horas estaba muerto", lamenta Puri.
El cuerpo de su padre fue trasladado a un tanatorio el pasado domingo, pero ella aún no sabe cuándo podrá darle el último adiós.
"La mayor protección que nos pueden dar es contarnos la verdad"
Este testimonio sobre la escasa y confusa información que fluye entre las residencias y los familiares lo ratifica la vicepresidenta de la Plataforma por la Dignidad de las Personas Mayores (PLADIGMARE), Luz Cabello, que también tiene a un familiar dentro de la residencia Adolfo Suárez de Madrid.
"Tenemos contacto con muchos familiares y la tónica general es esa. Se está viviendo con mucha preocupación y angustia esta falta de comunicación. Algunas residencias han establecido canales de comunicación o han hecho vídeos para reportarlos a los familiares, pero según se va agravando la situación esto lo están descuidando", apunta Cabello.
Como el resto de personas entrevistadas, ella incide en que la responsabilidad no debe recaer sobre los trabajadores de las residencias porque, recalca, ellos "también son víctimas".
"En la Consejería de Políticas Sociales nos dicen que tienen una bolsa y no entendemos por qué no se está contratando a personal para sustituir las bajas y para que a los ancianos se les siga atendiendo bien", señala la vicepresidenta de PLADIGMARE, que considera que esta realidad está haciendo visible el mal funcionamiento del sistema, algo que viene de lejos.
“"Exigimos que no haya opacidad y que la información sea clara y veraz"“
"La mayor protección que nos pueden dar a los familiares y residentes es contarnos la verdad para ver cómo podemos apoyarnos. Exigimos que no haya opacidad y que la información sea clara y veraz", concluye Cabello.
Familiares que hacen el recuento de fallecidos
La Comunidad de Madrid ha inspeccionado 285 residencias de mayores desde que se puso en marcha el plan de choque el pasado 27 de marzo para establecer un diagnóstico de la red asistencial, pero la situación de estos centros sigue siendo alarmante.
El plan contempla que la autoridad sanitaria proceda al reagrupamiento de residentes contagiados o con síntomas entre centros, tanto públicos como privados, y se han repartido 18.500 mascarillas, 153.000 pares de guantes, 5.100 gafas y 6.000 gorros, entre otro material de protección, según los últimos datos de la Comunidad de Madrid.
Mientras el plan termina de materializarse, dentro de las residencias, los trabajadores y residentes siguen sin ver la luz.
En la residencia Vitalia Home de Leganés, ya han muerto 76 personas desde el pasado 15 de marzo pero el recuento no es oficial porque lo han realizado las propias familias de los mayores, quienes también critican la "opacidad" de la dirección.
La madre de Laura estaba ingresada en ese centro privado que ahora gestiona la Comunidad de Madrid. En una entrevista con TVE explica que han logrado sacarla de allí a pesar de que la decisión no era fácil por tratarse de una persona con una dependencia del 100 % que no tiene movilidad y a la que movían con una grúa.
La anciana, que solía ser optimista, se mostró muy deprimida el sábado después de que se registraran nueve fallecimientos. Ese fue el detonante, dice su hija, para llevársela a casa.
Por otra parte, una trabajadora de esa misma residencia madrileña que está de baja por coronavirus apunta que si ella se contagió fue por falta de equipos de protección: "Ni mascarillas, ni nada de nada", subraya Carmen.
La situación dentro "es horrible", asegura Carmen, que dice haber sufrido "amenazas" por parte de la empresa por "contar la verdad".
Además, denuncia que, a pesar de que está padeciendo síntomas como "fiebre, muchos dolores y gastroenteritis", la dirección ha puesto en duda su baja.