"Tengo sensación de incertidumbre. No es miedo, porque estoy seguro de mi valía, pero voy a ser de los primeros casos y no sé si va a ser bueno o malo". Como Sergio, son muchos los padres que, ante la buena noticia de tener descendencia en 2020, sienten nerviosismo y preocupación cuando tienen que plantear en el trabajo cómo van a disfrutar de su permiso por paternidad, que se alarga de ocho a 12 semanas a partir del próximo 1 de enero.
A sus 32 años, este empleado de banca que espera conocer a su primera hija en abril ya ha planteado a la compañía que va a utilizar todo el plazo de manera continuada además de su mes de vacaciones. En total, va a estar cuatro meses fuera de la oficina y le asaltan dudas sobre qué pasará durante su ausencia.
"La empresa tiene que cubrir recursos y van a tener que sustituirme, por lo que tengo la incertidumbre de si dejaré de tener mi propio hueco", comenta a RTVE.es después de salir de una reunión estratégica en la que ya se ha tenido en cuenta su ausencia.
"Como sociedad tenemos una tendencia de más exigencia a los hombres en cuanto al mantenimiento de su puesto de trabajo, de su salario y de su progresión", explica la psicóloga especializada en salud laboral e igualdad, Elisa Sánchez, que ve en este cambio que culminará con la equiparación de 16 semanas de permiso para los progenitores en 2021 una buena herramienta para avanzar en la corresponsabilidad.
"Una empresa que te penalice por cuidar a tu hijo no vale la pena"
Sergio tiene claro que "la decisión ha sido conjunta" y está convencido de que "una empresa que te penalice porque te vayas a cuidar a tu hijo no vale la pena". Por eso, pretende reclamar hasta las horas de lactancia que le correspondan, pero no acaba de renunciar a su "pequeña proyección" laboral.
No se plantea hacer como su mujer y pedir una excedencia unida a su permiso porque "eso implicaría demostrarle a la empresa en qué orden de prioridades se encuentra". De hecho, podría reincorporarse antes si sale adelante un proyecto profesional que tiene entre manos. "Mi mujer tiene claro que está donde está y no quiere más. No le importa tomar una excedencia más allá de las condiciones económicas", argumenta.
Para Sánchez, respuestas como esta son el reflejo del estereotipo masculino del hombre que cuida de su familia, que hace más fácil de justificar ante amigos, compañeros y familiares que sean ellos los que antepongan sus intereses laborales. "El tener más tiempo de permiso de paternidad es algo necesario, pero no suficiente y, posiblemente tendrá que haber también un cambio educativo", señala.
Los expertos recomiendan planificación y plantillas equilibradas
En lo personal, Sergio se considera un privilegiado porque, "afortunadamente", trabaja en una compañía "que mira hacia delante". Cree que la noticia ha sido recibida "con mucha alegría", pero echa en falta compañeros con los que comparar para saber cómo será todo cuando vuelva.
Para resolver este vacío, las expertas consultadas proponen planificación, planes de acogida, plantillas más equilibradas y una buena definición de las relaciones entre los empleados independientemente del tamaño de la compañía. "Aquellas empresas que son capaces de introducir elementos de conciliación y corresponsabilidad tiene empleados más contentos y rentables", afirma la socióloga de la Universidad Carlos III de Madrid experta en cuestiones de género, Begoña Marugán.
"Al final, es la pescadilla que se muerde la cola", añade Sánchez. "Como es él quien tiene más salario y no va a optar a una reducción de jornada o a una excedencia, la que lo pide es la mujer, que, por consiguiente, tiene menos salario, menos posibilidades de promoción, una menor jubilación y más sesgos y perjuicios", explica.
Lactancia: "Como paga la empresa, no lo suele comunicar"
Andrés, nombre ficticio de un ingeniero de automatización de 32 años que trabaja en una empresa farmacéutica, ha decidido junto a su mujer, empleada en un banco, dividir su permiso. Disfrutará del obligatorio de cuatro semanas tras el nacimiento y de las otras ocho después de que su pareja se reincorpore a la oficina. "El objetivo es que el niño no vaya con cuatro meses a la guardería", explica, antes de reflexionar que se trata de periodos "relativamente cortos" que no le hacen temer que alguien pueda ocupar su puesto.
En su caso, ambos progenitores han descartado pedir una excedencia y, aunque están convencidos de que sí aplicarán una reducción de jornada, aún no han decidido quién la pedirá. "Valoraremos quién tiene un salario más elevado o mejores perspectivas profesional para tomar la decisión", afirma.
Lo que sí tiene claro es que va a solicitar las horas de lactancia. Con la nueva legislación, el padre puede disfrutar de una hora al día desde el final del permiso y hasta que el bebé cumpla nueve meses, de forma acumulada o repartiéndolo durante su jornada laboral. "Como es algo que paga la empresa, no te lo suelen comunicar", protesta Andrés, que asegura que fue él quien tuvo que reclamárselo a recursos humanos. "Todo lo demás lo he acordado con mi responsable y no han puesto ningún problema", explica.
En casos como los de Sergio y Andrés, Marugán considera que "se entrecruzan el componente clase y el de género" y es la propia persona la que asume el efecto que su ausencia puede causar en la empresa. "Hay algo que supera a las cuestiones de género y tienen que ver con el sistema capitalista", en el que "el mercado está por delante de cualquier interés", reflexiona, antes de incluir en la ecuación que España ha registrado la cifra más baja de nacimientos desde 1941. "Tenemos que concienciar a la sociedad y a las empresas de que lo más importante es tener recambio generacional", reclama.
Las empresas están preparadas para el cambio
Raúl tiene 40 años y trabaja para una aerolínea. Él y su mujer esperan a su primera hija para comienzos de marzo y, aunque todavía no ha comunicado a sus superiores cómo va a disfrutar de su permiso, está convencido de que no va a tener ningún problema porque, en el año y medio que lleva en la empresa, ha podido ver cómo ha funcionado con otros compañeros. "Estas empresas son serias y no habrá problemas", asegura, intuyendo que habría tenido más "trabas o pegas" en otras compañías "más familiares y pequeñas" en las que ha trabajado.
“Me quitaron las vacaciones porque el bebé estuvo ingresado“
Esto mismo prevé Fernando, un instalador de fibra óptica de 39 años que trabaja en una empresa de no más de una veintena de trabajadores. Cuenta que ya tuvo problemas hace año y medio, cuando nació su primer hijo. "Me quitaron las vacaciones porque el bebé estuvo ingresado más tiempo de lo normal", recuerda, para explicar que, ahora que espera su segundo hijo, "puede pasar cualquier cosa".
"Hasta que nace el bebé no hay problemas porqué no tienes que faltar si no es muy necesario. Las complicaciones vienen más adelante", reflexiona mientras conduce entre una instalación y la siguiente y baraja la posibilidad de que su jefe le proponga despedirlo durante el tiempo que debería disfrutar de su permiso.
La ampliación -que, según los cálculos que el Gobierno incluyó en el Plan Presupuestario remitido en octubre a Bruselas, costará 336 millones de euros al Estado- "no va a generar problemas" para las empresas "salvo, quizás, por la adaptación de la jornada, que tiene una redacción algo confusa en el Real Decreto de marzo", explican a RTVE.es fuentes de la CEOE. La patronal da la bienvenida a la ampliación "si es para fomentar la natalidad y la corresponsabilidad" y asegura que las empresas ya están preparadas de la única manera posible: "formando al personal y buscando alternativas para cubrir las ausencias".
En mi caso, "se intenta solapar el trabajo del que falta entre los que somos o moviendo gente de otra sección", explica Raúl, que cree que, más allá de las cuentas y de la carga que suponga para el empresario, el cambio era necesario, porque "al final, la carga siempre era para las madres".
Compartir roles y prestigiar los cuidados
Esta percepción responde a la tendencia de prestigio de los cuidados entre los padres que también señalan las expertas. Según datos del Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS), desde que se amplió el permiso a ocho semanas, el pasado abril, y hasta septiembre, ha habido 150.750 padres que lo han solicitado, pero solo 5.320 han pedido una excedencia, frente a 42.857 madres.
Marugán observa "un bonito efectos en la gente más joven" y los futuros padres que tiene a su alrededor que "están absolutamente emocionados de poder disfrutar algo que antes era visto como una carga", pero apunta que aún queda trabajo por hacer.
"Hay que hacer un esfuerzo con los hombres para prestigiar los trabajos de cuidados y con las mujeres para hacerles entender que los hijos no van a morir porque se queden solos con su padre", defiende la socióloga, que añade la necesidad de impulsar iniciativas más allá del mundo laboral, en aspectos como la comunidad, en el urbanismo o la existencia de servicios públicos suficientes.
"El rol de los padres con los hijos es más de ocio: de cuidar, de jugar, de salir a la calle, de llevarlos a actividades deportivas y campeonatos", pero, para la psicóloga Elisa Sánchez, también hace falta avanzar en que ellos asuman tareas con "mayor carga mental" como "estar pendiente de la ropa que necesitan, la comida que toman o de hacer los deberes".
Hasta 2017, cuando el permiso se extendió a cuatro semanas, los padres contaban con 15 días, 13 a cuenta de la Seguridad Social y dos a cuenta de la empresa, recogidos en una ley en 2007. Luego, el permiso se amplió a cinco semanas en 2018 y a ocho en 2019. "Antes los padres estaban tres días de permiso y luego volvían al trabajo", reconoce Raúl, que cree que la ampliación de la que él va a poder disfrutar "es una victoria social".
Permisos por nacimiento de hijos en Europa
Con el paso de ocho a doce semanas del permiso de paternidad, España se coloca como el quinto país con los permisos por nacimiento de hijo más equilibrados de Europa por detrás de Chipre, donde cada uno de los progenitores cuentan con 18 semanas; Noruega, igualada a 15; e Islandia y Suecia, con 12 para cada uno.
En el polo opuesto están países como Suiza, Grecia, Turquía o Italia, donde los padres no cuentan con permiso remunerado, o Reino Unido y Bulgaria, donde, aunque las madres cuentan con 52 y 58 semanas después de dar a luz, los padres tienen que conformarse con 14 días.