Revisar y retratar el concepto de ‘lo español’ y su influjo en la moda es el principal objetivo de esta exposición que recorre la historia a través de prendas de distinta naturaleza y procedencia, aunque todas comparten un impactante aire majestuoso que las hace irresistibles. La muestra, comisariada por Raúl Marina y Wanda Morales, pone en valor, de forma realista o abstracta, el folclore y el tipismo españoles que tanto han inspirado e inspiran a creadores nacionales, pero que también subrayan su influencia fuera de nuestras fronteras.
“Las tradiciones tienen mucho protatonismo pero hemos intentado no caer en lo evidente y en lo obvio”, dice Marina.
“Lo español es también el estilo del traje de Corte, la artesanía del encaje, la capa... Pero también lo es la fusión de tradición y religión, dos fuentes muy sensibles en el carácter español que siempre han convivido y conviven”, cuenta situado entre el vestido ‘Caireles’ que Leandro Cano lanzó en 2018 y un traje de vistas de La Alberca (Salamanca) que data del siglo XIX.
Presente y pasado se dan la mano ahora en esta exposición que juega a emparejar conceptos, códigos y distintas expresiones artísticas, declinando hasta el infinito la palabra belleza para encontrar en cada una nueva dimensión del arte español.
Y ese concepto va más allá de lo andaluz y del flamenco. "Hemos trabajado desde la abstracción, desde el negro de la corte de los Habsburgo y del blanco de Zurbarán hasta el homenaje que hacemos al vestido de flamenca, a las misteriosas tapadas del sur o las toreras españolas que llegan hasta Dries Van Noten, en el norte de Europa”, añade Jaime de los Santos, consejero de Cultura, Turismo y Deportes de la Comunidad de Madrid que también fue motor de las exposiciones temáticas sobre Jesús del Pozo y Manuel Pertegaz.
El vestíbulo de la Sala Canal Isabel II revela a modo de introducción todo lo que el visitante se irán encontrando a medida que escala por la torre circular invadida por la moda y el arte. Destaca, por su majestuosidad, un abrigo de Delpozo firmado por Josep Font que dialoga con un retrato de Catalina Micaela, duquesa de Saboya, fechado en el siglo XVI. Un espacio de fuerte carga estética y en el que el negro muestra su infinidad de matices.
La primera planta viaja en el tiempo para rescatar los diferentes estilos del traje de Corte, del siglo XVI al XVII, se adentra en el majismo goyesco y hace una exaltación del encaje y la mantilla, pieza atemporal que no tiene edad y que sirve de enlace, cultural y social, con lo que se exhibe en la segunda plata, el escenario del andalucismo clásico que suena a copla, huele a Azahar y recuerda a Julio Romero de Torres.
Un traje de gitana de 1930 presta sus volantes a vestidos de Davidelfin y Ana Locking y el vestido Carmen de Francis Montesinos presume de aire goyesco y se codea con un Pertegaz y chaquetas toreras que saltan del ruedo a las pasarelas de Hubert de Givenchy y Dries Van Noten.
La capa de Oteyza, que hilvana señorío y elegancia, se podría llevar sobre el soberbio vestido de negro de Sybilla que rivaliza en belleza con un diseño de John Galliano en rojo y gualda que encierra toda la fuerza de la Fiesta Nacional. La teatralidad marca la propuesta por la riqueza de los tejidos y la majestuosidad de algunos volúmenes, como los diseños de Ágatha Ruiz de la Prada o Juanjo Oliva con los que bien podrían volver a posar las Meninas.
La tercera planta se ha transformado en una biblioteca que remarca la importancia de la moda como manifestación artística de primer orden.
Y para terminar, en el espacio de la cuba, se fusionan religión y tradición, que son el hilo conductor pero también el nexo entre la historia de nuestra indumentaria y la actual pasarela madrileña. "Aquí se muestra la manera abstracta de entender la religión y esa manera austera de entender la majestad. Todo ello lo encuentras en Zurbarán pero también en Pertegaz e incluso en un vestido blanco de Ágatha Ruiz de la Prada”, dice Jaime de los Santos.
Porque hoy agujas tan modernas como Palomo Spain o Leandro Cano revisan sin complejos esa estética española, denostada en algunos momentos, que mezcla folclore y artesanía, arte y fantasía, historia y moda.
“Esta exposición era necesaria por eso. Muchos diseñadores que están saliendo ahora, muy modernos, reivindican lo español. Quizá hemos estado unos años escondidos frente a los diseñadores internacionales que siempre han captado lo español. Esta muestra apoya lo que esos creadores jóvenes, como Palomo y Leandro, están haciendo, recoger esas tradiciones con las que han vivido y crecido para convertirlas en vanguardia”, añade el comisario.
Algo en lo que incide en consejero. “La moda solo se puede afrontar sin complejos, y hay que acercarse a nuestras raíces sin cortapisas: ManéMané, con esa vuelta a los tejidos de su tierra, Extremadura, que te llevan a las fotografías de Echagüe, o Palomo Spain, que hace un recorrido por la corte de los Austrias y nos devuelve a una España que era una potencia internacional, que hacía de la moda una de sus señas de identidad y que tenía en la moda la mejor de sus embajadoras".
Y hoy, siglos después, la moda vuelve a ser embajadora del talento español. Palomo viste con una bata de cola a Beyoncé, Juana Martín lleva sus volantes flamencos a París, Juan Vidal y Andrés Sardá visten a Lady Gaga y Oteyza recibe en su taller a sir Paul Smith.