Madrid vuelve a apostar fuerte por la moda española haciendo hincapié en su historia, nuestra historia. El éxito de la exposición sobre Jesús del Pozo, realizada en septiembre de 2016, avala la que ahora se hace sobre Pertegaz. De nuevo en la Sala Canal Isabel II, un espacio singular de estructura metálica, que acoge con mimo la obra del modisto fallecido en 2014.
49 piezas se distribuyen en las distintas plantas del edificio, hilvanadas con un meditado discurso narrativo salpicado por las emociones. Vestidos de día, cóctel, fiesta y novia reciben al visitante a modo de aperitivo, anunciando lo que viene después según se va ascendiendo hasta la cúpula.
Así aparecen, envueltos en un estudiado juego de luces y sombras, vestidos de prêt-a-porter y alta costura, prendas de día, abrigos y diseños nupciales, que van desde los más tradicionales a los más extraordinarios, como uno que cambia el típico blanco por el rosa.
En el último piso, haciendo un guiño a los desfiles de la alta costura, conviven diseños en negro de gala y fiesta - de una modernidad apabullante- con tres vestidos de novia distintos. Un grupo de fuerte carga estética y teatralidad, un atractivo bodegón marcado por el contraste de los patrones, las texturas y el color.
Pero hay más. El recorrido termina con un vídeo proyectado en una pantalla de 360 grados en el que se ve a la modelo Vanesa Lorenzo con los trajes de la exposición. Una obra realizada por Eugenio Recuenco, autor también de las fotografías del catálogo.
“El vídeo es una imagen bucólica que invita al público a volver a ver las prendas, revisándolas después de verlas en movimiento”, dice Raúl Marina”. “Es interesante ver el lenguaje corporal que generan”, añade Amalia Descalzo.
Los dos han comisariado esta muestra que tiene un claro objetivo. “Queremos dar a conocer a un modisto que es un gran desconocido porque que no ha tenido el reconocimiento que se merece, lo mismo que Pedro Rodríguez o Asunción Bastida”, dice Amalia Descalzo. “Por eso es importante la labor de la Comunidad de Madrid para llevar la moda al ámbito de la cultura, sobre todo para la gente joven, dejando claro conceptos como la alta costura y recordando que la historia, que es lo que contiene esta exposición, ya no volverá”.
Los comisarios remarcan lo extensa que es la trayectoria de Pertegaz. “Trabajo durante siete décadas, desde 1942 hasta 2014, mucho más que Balenciaga”, dicen. “Balenciaga se retiró con la llegada del prêt-á-porter pero Pertegaz supo adaptarse y asimilar los cambios pero siendo fuel a su estilo, en ningún momento flaqueó”.
Después de sumergirse durante meses en el universo de Pertegaz, Descalzo y Marina han descubierto su pasión por los lazos pero sobre todo que siempre fue fiel a su estilo. “Nada se encaja en una tendencia determinada aunque sí reconocemos todas las décadas en sus vestidos, pero todo lo convierte en clásico y hace perdurable la modernidad”, dice Marina.
“Siempre vivió a la sombra de Balenciaga”, dice Descalzo. “No es un revolucionario como Paco Rabanne ni cambió la silueta femenina como hizo Balenciaga, pero sí tiene un tallaje estupendo y como sastre es perfecto”.
Los dos destacan el gran protagonismo que el español tuvo en la década de los sesenta en EE. UU. “Fue impresionante, era uno de los más aclamados en Norteamérica. Allí se abrió a las tendencias, diseñando minifaldas y monos. Entró al cambio, pero con su estilo, ¡fue genial!”.
Las piezas expuestas pertenecen al Pertegaz Studio, el Museo del Traje, el Museo Textil de Tarrasa y a colecciones privadas, como las de Mariana Fontcuberta Juncadella o Ana Molins de Roger. Hay mucha belleza, mucho arte, mucha historia y un icono internacional. Se trata del abrigo de cóctel de tafetán verde de 1954 que lleva la modelo Suzy Parker en la fotografía que hizo Henri Clarke para el Vogue norteamericano. Una obra exquisita.
Pero no hay que menospreciar su prêt-á-porter, aunque Marina prefiera hablar de alta costura tallada. “El 75% de todo lo que vemos aquí está hecho a mano, por eso se entiende que llegara a tener 700 empleados entre Madrid y Barcelona”. Todo un triunfo para un hombre de origen humilde y sin estudios que, sin embargo, tuvo vocación y mucha sensibilidad.
Habrá jóvenes que no hayan oído hablar de Pertegaz y otros que solo lo conozcan por haber hecho el vestido de novia de Letizia Ortiz. Un diseño que, de forma intencionada, no está en esta exposición. “No es una de sus piezas más representativas y no es su broche profesional porque luego hizo más vestidos de novia e invitada. No era necesario y no encaja en nuestro planteamiento ya que esta exposición es para descubrir a Pertegaz de una forma íntima y una pieza tan mediática no lo permitiría y además eclipsaría a las demás”.