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ARCO 2018: El futuro ya está aquí

  • La comisaria Chus Martínez defiende la empatía como concepto clave

  • El espacio de la feria El Futuro reune a 19 artistas internacionales

CRISTINA PÉREZ
5 min.

ARCO 2018 aborda el futuro con confianza, sin utopías, ni distopías, como lugar de encuentro en la sección El futuro no es lo que va a pasar, sino lo que vamos a hacer. Una zona que se eleva a un metro sobre el suelo de Ifema y agrupa a 19 artistas internacionales, más de la mitad mujeres. Un espacio que invita al visitante a habitarlo, a diferencia del resto de la feria hay bancos para sentarse y contemplar con calma las obras.

La comisaria de El Futuro, Chus Martínez, no cree que el futuro sea de las mujeres, quizás por ser una idea manida, repetida por sus profesores, pero que nunca se llegaba a materializar, pero defiende “un futuro de la equidad, que fuera de todos, equitativamente, en igualdad de condiciones”. Considera que es importante hablar del tema “sin tapujos” como han hecho las artistas que se han paseado por los pasillos de la feria con un punto de geolocalización sobre sus cabezas para hacerse visibles.

Martínez explica que la selección de los participantes se ha hecho “con muchísimo detalle y cariño”. Cree que el resultado es “una pieza de orfebrería, un diálogo uno por uno en el que todo se teje y se imbrica de una manera orgánica” para buscar que se parezca “lo máximo a una exposición, esperemos que buena, y que al público le guste”.

Ante los conceptos abstractos y difusos, el cuerpo sigue presente en las obras de las artistas aunque la comisaria matiza que “no es tanto el cuerpo como en los años 70, la afirmación del cuerpo, o el cuerpo como el contenedor de una experiencia que es individual y femenina, que también, sino un sensorium que permite crear nuevos órganos para sentir de un modo distinto”.

Así pone como ejemplo, la obra de Eva Fàbregas (Barcelona, 1988), esculturas en forma de gusanos recubiertos con tela y que dentro tienen pelotas de gimnasio con relieve. La artista barcelonesa tiene “una relación distinta con los órganos y los sentimientos propios, con el material, con el volumen y con el ambiente”, mientras que Patricia Domínguez (Santiago de Chile, 1984) establece un vínculo con la naturaleza.

La isla de los perros

Domínguez presenta en ARCO La isla de los perros: una maldición al revés, una instalación en la que usa pantallas led pintadas a mano, camisas de oficinista, trenzas de pelo sintético, aloe vera, rosa de Jericó, plumas o alfileres, entre otros materiales. La obra toma su título de un centro comercial en Londres, destinado a los ejecutivos de la City, cuyo subsuelo estaba plagado de centros de sanación.

La chilena construye una especie de altares conectados a un cerebro central, en los que se representa el poder de las corporaciones con las camisas y las ofrendas de plantas para neutralizarlas, relacionando el principio masculino y el femenino. La artista denuncia como “muy invasivo” el control de las empresas mineras o termoeléctricas sobre el desierto de Atacama, antiguo territorio de los diaguitas, un pueblo de frontera entre los incas y los mapuches.

Domínguez reproduce en su obra fragmentos de cerámica diaguita, que su abuelo atesora en el pequeño museo de las gaviotas, para reivindicar una cosmogonía animista, en armonía con la naturaleza y contraponerla a la lógica capitalista de explotación de los recursos, que lleva a los males del cuerpo de los ejecutivos.

La chilena muestra un ácido sentido del humor, en una de sus obras titulada Mobile Male Massage especifica que “para tratar dolores de espalda, refriegue fragmentos de cerámicas sobre su columna vertebral”.

Dentro de El Futuro, su comisaria Chus Martínez también destaca el diálogo entre Barbara Kasten (Chicago, 1936) y Adriana Minoliti (Buenos Aires, 1980). La veterana estadounidense que “en los años 70 y 80 ya hacía unos modelos maravillosos para hacer unas fotografías que eran una premonición de lo digital pero eran analógicas” y la argentina que “en realidad hace print digitales pero emulando ideas y formas que forman parte de la animación digital”, ambas comparten “el efecto, la idea de ficción, un espacio infinito, en definitiva, un espacio que no existe”.

El futuro es la empatía

Volviendo al concepto del futuro que articula el espacio, Martínez subraya la importancia de la empatía. ”Para llegar a entender lo que nos viene encima, es necesario un sistema empático, radicalmente distinto de la separación perceptual de la modernidad”, apunta. Explica que en la modernidad es “preeminente el ojo, el oído, la voz, el lenguaje que nos distingue de los animales”.

La salida de la modernidad es la entrada en una nueva era que Martínez bautiza como “metabólica”, en la que “realmente el esfuerzo sensorial es distinto y no está tan abocada al análisis como a la fusión, más que a la separación discursiva”. Añade que “cómo la naturaleza nos piensa, cómo lo inorgánico nos piensa” es un concepto que está presente "de muchas formas en muchos artistas contemporáneos".

La comisaria va más allá y defiende que la empatía “es una tendencia global” que da lo mismo que seas un escultor orgánico o un programador informático y que dentro del campo de la inteligencia artificial se está trabajando para que un robot entienda que recibir dos palmaditas en la espalda significa “avanza lentamente”.

Chus Martínez destaca que ARCO 2018 desborda las puertas de Ifema con la “sinergia que a lo largo de muchos años ha creado con todos los centros de arte de Madrid” y percibe un “deseo de participación en lo contemporáneo muy fuerte y una atmósfera muy positiva”. Fuera de la feria nos recomienda la vídeoinstalación de John Akomfrah con seis pantallas en el Museo Tyssen-Bornemisza hasta el 25 de marzo. Palabra de comisaria.

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