Nadie vio venir la Primera Intifada, ni siquiera los propios movimientos islamistas palestinos. Pero con los años, y vista su trascendencia e impacto, muchos han reclamado su paternidad. Fue uno de los acontecimientos que más ha transformado las dinámicas del conflicto en Palestina. Una de esas mayores transformaciones es que, con ella, también nació un nuevo actor: El Movimiento de Resistencia Islámica, "Hamás, en su acrónimo en árabe.
La historia oficial de Hamás cuenta que aquel 9 de diciembre de 1987 se reunieron en casa de Ahmed Yasim en Gaza los siete jeques más relevantes del islamismo palestino de la Franja para analizar su movimiento tras las revueltas populares. Todos ellos habían sido los artífices de la reconstrucción, desde 1967, de la rama gazatí de los Hermanos Musulmanes y desde entonces habían construído una extensa red de organizaciones asistenciales, sanitarias y educativas para la población, conocida como Al Mujama Al Islamiya. Desde ella, poco a poco, desarrollaron la táctica reformista de la Hermandad encaminada a "islamizar desde abajo" a la sociedad hasta transformarla completamente. Su táctica implicaba evitar el conflicto directo con Israel, pese a la ocupación, para no sufrir una represión que destrozara sus infraestructuras y a la organización.
Un nuevo actor en el conflicto
Hasta la Primera Intifada, el objetivo del movimiento islamista dirigido por Yassim era preparar a las nuevas generaciones. Pero los tiempos cambiaban y las visiones islamistas también. La revolución iraní, la expulsión de los guerrilleros de la OLP de Líbano, y el éxito de las teorías de Sayid Qutb empujaron a los jóvenes árabes islamistas a reinterpretar el concepto de Yihad, centrado ahora en la lucha armada. En Palestina, muchos achacaban a los HH.MM. que no se involucraran en la actividad política o en la resistencia armada contra Israel.
En 1984, esa crítica popular, también interna dentro del islamismo, condujo a una escisión y al nacimiento de Yihad Islámica Palestina, un pequeño grupo que emprendió acciones terroristas impactantes y espectaculares, pero que no contaba ni con la infraestructura ni el respaldo social de Al Mujama Al Islamiya. La acción de Yihad Islámica hacía que los islamistas de Yasim perdieran adeptos, especialmente entre los jóvenes, pero eso hizo que la Hermandad optara abierta y estratégicamente por la acción armada. "Nosotros decidimos esperar al momento correcto para iniciar nuestras actividades", nos comentó en una entrevista Hassan Youssef, líder histórico de Hamás en Cisjordania y uno de sus líderes más relevantes. "No queríamos dar ningún paso ni hacer ninguna operación sin estudiar lo que estaba sucediendo, porque podría suponer un problema mayor, o una catástrofe mayor" añadió.
Para Israel, era una oportunidad. "Muchos en la comunidad de inteligencia y en la política que dicen que el ShinBet, la organización que yo dirigí, financió o ayudó a Hamás a ser la fuerza que hoy conocemos", nos comentó a TVE Yacoob Peri, exdirector de los servicios de inteligencia para el interior de Israel. "No es realmente verdad, pero tiene cierta lógica porque Israel estaba muy interesado en crear una fuerza que contrarrestara a la Organización para la Liberación de Palestina". El islamismo podría ser la manera de dividir a la sociedad palestina y, sobre todo, a la organización que lideraba la lucha con Israel, la OLP.
Pero el estallido de la Intifada lo cambió todo. La revuelta fue una respuesta social que no lideraba ningún grupo. De una manera oportunista, Yasim y los otros seis jeques decidieron crear el Movimiento de Resistencia Islámica, una organización paralela a Al Mujama Al Islamiya, con los mismos mandos y que, en esta ocasión, sí apostaba por la lucha política y armada. Con Hamas nació un nuevo actor que cambió los conceptos de la lucha palestina y, también, del conflicto.
La liberación islamista de Palestina
A mediados de 1988, Hamás publicó su Carta Fundacional, una suerte de estatutos que marcaban su pensamiento. En ella redefinían la lucha para liberar a Palestina como una lucha islámica y también el concepto de nación palestina en la que la soberanía de la tierra, indivisible e irrenunciable, era de Alá, lo que hacía imposible que nadie negociara con parte de ella. Su modelo de Estado, sin duda, era 'Estado islamista', en el que la Sharía era fuente de ley y las fronteras, las de la Umma o comunidad islámica, de la que Palestina era la vanguardia.
Hamás activó una agenda de acción propia. No se unió al Mando Nacional Unificado, alianza de otros grupos palestinos, y estableceron calendarios de acción, con huelgas y manifestaciones, diferentes e inundaban las calles con un nuevo discurso de lucha. El objetivo era presentarse como una alternativa a los grupos nacionalistas y izquierdistas Al Fatah y la OLP en el liderazgo de la lucha contra Israel y la ocupación.
Desde entonces, desde esa incursión de los islamistas en la lucha armada y política, la causa palestina contra Israel ha cambiado. Ahora hay dos paradigmas que han dividido a la sociedad: El islamista y el nacionalista laico, dos modelos, a priori, irreconciliables, y una sociedad, la palestina, partida por la mitad. Hamás luchó contra la Conferencia de Madrid y contra los Acuerdos de Oslo, y sus oleada de atentados terroristas emprendidos en pleno proceso de paz parecían dirigidos a hacerle saltar por los aires. Se presentó a las elecciones de 2005 y ganó, haciéndose con el control en Gaza. Después, se enfrentó militarmente a Fatah y en 2007, en el cénit de su popularidad, los expulsó de la Franja, dividiendo los territorios palestinos en dos: Gaza administrada por Hamás y Cisjordania por la Autoridad Nacional Palestina.
Desde el poder de Gaza, Hamás se enfrentó a Israel en dos conflictos, en 2008 y 2014, cortos pero cruentos. Sus capacidades milicianas crecieron, y la sofisticación de su brazo armado, las Brigadas de Izz Al Din Al Qssam, aumentó tomando como modelo a la guerrilla libanesa de Hezzbolá.
La imagen de moderación
Pero gobernar, y más una zona sitiada como Gaza, le ha desgastado y el islamismo palestino es, fundamentalmente, pragmático, flexible en lo táctico. Lo ha sido siempre, la experiencia de la ocupación y sus efectos le ha dotado de esa característica. Su reciente acuerdo de reconciliación con la Autoridad Nacional Palestina es una nueva muestra de ello, aunque no conviene olvidar que no es el primero: ha habido más de 7 intentos que siempre terminaban por fracasar. No en vano, desde su nacimiento, Hamas ha tenido dos rivales: el interno, los grupos laicos y nacionalistas palestinos, y el externo, la ocupación israelí.
Para su 30º aniversario, también, ha tratado de dar un giro hacia el pragamatismo con pasos que a muchos les recuerdan a los de la OLP en la década de 1980 con la Declaración de Argel. Su nuevo Documento Político, presentado en marzo, con el que parece sustituir a la Carta Fundacional de 1988, muestra aparentes modificaciones en pensamiento y forma: desaparecen las citas coránicas, distingue entre judíos y sionistas -rebajando el tono antisemita del texto fundacional- y parece, al menos sugerir, la idea de que podría aceptar las fronteras del 67. Algunos de sus líderes, como Hassan Youssef, han llegado a señalar a Televisión Española, que podrían estar dispuestos a aceptar esas fronteras.
Así, Hamás parece querer proyectar una imagen de moderación que le saque de la lista de grupos terroristas de EE.UU. y la Unión Europea. Para muchos, es una táctica. A fin de cuentas, como decía su líder espiritual, Ahmed Yassim, hay "que ser pacientes, porque el Islam se propagará pronto o tarde y tendrá control sobre todo el mundo. La paciencia acortará la travesía del Islam". Será el tiempo el que certifique qué hay o no de cierto en esa proyectada moderación.