“El color tiene vida propia”, decía Sonia Delaunay y el color marcó su vida y su obra, como puede verse en la exposición del Museo Thyssen-Bornenisza titulada Sonia Delaunay. Arte, Diseño y Moda que destaca su trabajo como diseñadora de moda y sobre todo su etapa en Madrid, quizá una de las menos conocidas de la artista.
“Se suele mencionar casi de pasada porque han quedado pocos restos materiales y lo que pretendemos es demostrar que no fue un paréntesis en su vida, que fue mucho más. Hemos hecho una investigación que lo corrobora y queremos que los madrileños conozcan bien su estancia aquí pero que lo conozcan también fuera de nuestras fronteras, ¡queremos reivindicar este momento importante!”, dice Marta Ruiz del Árbol, comisaria de la exposición.
Tuvo varias casas en Madrid pero en la que pasó más tiempo fue en la situada en la calle Columela. “Ella estuvo fascinada por el flamenco y la danza española y por eso nos la podemos imaginar asistiendo al estreno de El amor brujo, de Falla, o yendo a la taberna Los Gabrieles”.
Otra de sus constantes fue el deseo de unir arte y vida. “Si el arte está dentro de ti puede estar en todas partes”, dijo. El arte marcó su primera etapa parisina “aunque reducida al ámbito privado, a su casa, amigos, a diseños utópicos de cómo quería que fuera la ciudad”.
Pero es en Madrid, cuando tras la Revolución de Octubre en Rusia (1917) deja de recibir las rentas familiares, cuando tiene que llevar sus ideas a la luz pública, creando una marca que llamó Sonia y desarrollando su carrera haciendo escenografías para teatro, luego decoración de interiores y después diseño de moda, vistiendo a la burguesía y la nobleza.
“Con este experimento exitoso va a conseguir que en los años 20, de vuelva a París, se convierta en una diseñadora de moda ultramoderna que llegó a vestir a actrices de Hollywood como Gloria Swanson”, a ella perteneció una de las piezas más impresionantes de la exposición, un abrigo de lana bordada realizado en 1925. “Era muy importante para nosotros tenerlo porque está en una colección privada y es un préstamo excepcional y además está ligado a uno de los lienzos del museo”, dice haciendo referencia al cuadro Vestidos simultáneos (Tres mujeres, formas, colores).
En la década de 1920 las estrellas de la moda eran Chanel, Patou, Paquin y Schaparelli y Sonia Delaunay destacó por sus tejidos coloristas pero fue sobre todo porque “fue revolucionaria en llevar el arte a la vida, es una artista de vanguardia con una idea utópica pero capaz de adaptarse a los nuevos tiempos logrando llegar a los canales comerciales, a la calle”.
No hacía alta costura, sus prendas y complementos eran para la vida cotidiana, como el conjunto de playa que se exhibe formado por bañador, bolso y sombrilla. Los estampados marcan sus trabajos, desde sus famosas geometrías de trazo imperfecto hasta flores, rayas masculinas o motivos abstractos. “Llegó a crear una patente para unir el diseño textil y patrón”, revela la comisaria.
Consta que a partir de 1930 Denaulay solo se dedica a pintar aunque la gran labor de investigación que ha hecho Marta Ruiz del Árbol deja claro que siguió haciendo diseño de moda para la empresa Metez & Co hasta 1950.
Sonia Delaunay nació en Odesa en 1885 (antigua Rusia, hoy Ucrania) y con 21 años se trasladó a París. Allí, tras divorciarse del marchante alemán Wilhelm Uhde, se casó con Robert Delaunay y juntos fundaron el movimiento simultáneo que relacionaban con la vida moderna y el desarrollo urbano pero terminaron llevándolo a todos los ámbitos posibles. La interesante mezcla de moda, pintura y vanguardia da sus frutos y es entonces cuando nace el Vestido simultáneo como una nueva forma de acercar al público el nuevo lenguaje visual.
Nunca fue una diseñadora al uso ni siguió las modas, fue una mujer polifacética y versátil que vivió por y para el arte. Esta exposición va a ser una revelación para mucha gente porque lo que más se conoce de ella es su faceta como pintora.
“Los trabajos de diseño textil y de moda son los que más van a sorprender, sobre todo porque se presentan junto a sus pinturas y así se aprecia que todo forma parte de su investigación, para ella todo estaba unido”.
El recorrido termina con tres impresionantes obras abstractas de su etapa final y con una película de cuatro minutos en la que vemos a modelos luciendo sus creaciones y a la propia Sonia Delaunay atrapada en una montaña de coloridos tejidos. Antes de salir de la sala puede leerse una frase escrita en la pared: “Con el arte abstracto empezamos a liberarnos de las viejas fórmulas. Pero la verdadera pintura nueva nacerá cuando se entienda que el color tiene una vida propia, que las infinitas combinaciones del color tienen sus poesía y su lenguaje poético”.
Esta exposición, que puede verse hasta el 15 de octubre, está formada por fondos del Museo Pompidou de París, la Biblioteca Nacional de Francia, el Museo de la Moda de París, el museo Reina Sofía de Madrid y colecciones privadas, y también con fondos del Thyssen.