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Elecciones en EE.UU.

Trump y el populismo, la victoria de la ira sobre la globalización

  • El candidato republicano gana las elecciones presidenciales de los EE.UU.

  • Vence tras apelar al voto de los desencantados contra el establishment

  • Los expertos comparan este éxito con el de los populismos europeos

  • Especial: Elecciones en EE.UU.

Juanma Cuéllar
5 min.

En 1773 Estados Unidos solo era un rentable territorio británico. Ese año, también en noviembre, miles de personas se congregaron en el Faneuil Hall de Boston para protestar contra el impuesto colonial de Londres sobre el té. Un grupo de manifestantes subió a bordo del Darmouth, un buque mercante cargado con este cultivo, y lanzaron por la borda la mercancía.

Esos exaltados se hacían llamar los "Hijos de la Libertad". Luchaban contra lo que percibían como un abuso por parte de una potencia económica que expandía su poderío global sin miramientos. En su impulso provocaron el nacimiento de un país nuevo. Un país que este martes ha votado a su presidente número 45.

El elegido, contra todo pronóstico, ha sido el republicano Donald Trump, un magnate de los negocios inmobiliarios. El millonario ha vencido en las urnas a una política profesional, la demócrata Hillary Clinton.

El argumento clave del éxito de este capitalista ha sido prometer venganza a la clase social más golpeada por la expansión del capitalismo salvaje y globalizador: el americano de clase media, blanco, obrero con pocos estudios. Un votante enviado directamente al paro tras la deslocalización industrial hacia China y el tercer mundo.

Son "los hombres y mujeres olvidados" que ha mencionado un flamante presidente electo, Donald Trump, en su cuenta de Twitter.

El legado de la crisis: 2008, año cero

En 2008, la quiebra el banco de inversiones Lehman Brothers da el pistoletazo de salida de la crisis. Los activos tóxicos, un producto financiero típico de prácticas capitalistas deshumanizadas, hunden de golpe la economía de los pequeños ahorradores.

Es la puntilla a las clases medias tras la deslocalización impulsada por la mano de obra barata en Asia y países del tercer mundo. Detroit, en Michigan, antaño epicentro de la industria automovilística y orgullo nacional, se convierte en una ciudad fantasma.

El 60% de su población emigra dejando 78.000 edificios vacíos. La deuda de la ciudad supera los 18.000 millones de dólares. En 2012 el paro alcanza del 12%, que baja al 10% en 2015. Michigan, Pensilvania, Ohio, forman parte del llamado Rust Belt, el "cinturón del óxido", el área más castigada por la desindustrializción y granero de votos de Trump.

"El modelo económico ha generado mucha desigualdad social y una alta polarización política", explica a TVE el sociólogo David Redolí. Y añade: "El establishment ha generado mucho rechazo. Hillary Clinton ha sido una mujer de oligarquía". Este estigma, unido a la falta de confianza generada por la investigación del FBI sobre sus correos electrónicos le ha pasado una factura fatal entre esas capas de población.

"Es la victoria de los perdedores de la globalización y de los conservadores morales"

El populismo del "estado nación", en Europa y en EE.UU.

“Estamos ante un cambio de ciclo en política internacional muy importante", afirma a TVE el experto en política internacional del CIDOB, Pol Morillas. "Predominan los mensajes de desconcierto acerca de hacia dónde va el mundo, y lo que hay para sustituir a este desconcierto es una vuelta a aquello que se considera más fácil de defender que es es estado nación, la vuelta al proteccionismo y cerrar fronteras", añade.

Morillas encuadra en esta tendencia los últimos acontecimientos: "El Brexit, la victoria de Trump, pero también el discurso de Le Pen, de Orban, de Farage, (en Francia, Hungría y Reino Unido respectivamente), el común denominador viene a ser esta vuelta al proteccionismo a ultranza". Según el experto este giro se consolida: “Las sorpresas en política internacional últimamente son muchas, son más fáciles de imaginar que las constantes a las que estamos habituados en las últimas décadas”.

Dos circunstancias definen a partir de ahora el camino, según Morillas: "Una es la victoria de los perdedores de la globalización, aquellos que se ven apartados del sistema liberal y la economía de libre mercado (...) La otra es cultural e ideológica, hay un denominador común en estas fuerzas; son muy conservadores y comparten valores morales, como el apoyo a la pena de muerte, uno de los rasgos mas definitorios del votante Brexit".

"Estas dos combinaciones, y Trump seguramente combina ambas", explica, permiten hablar de un cambio de ciclo y establecer un paralelismo entre lo que ha pasado en Europa y EE.UU..

Las "revoluciones" populistas en EE.UU. y el voto silencioso

Hasta el último minuto de la víspera, aunque ajustados, los sondeos daban la victoria a Hillary Clinton. La candidata demócrata, tocada por la investigación sobre sus correos electrónicos y tragedias como la de la embajada en Bengasi, se apoyaba en una indiscutible trayectoria política. Toda una vida dedicada al servicio público y el aval del carisma y éxito de Obama. Pero perdió.

El sociólogo David Radolí indica que "siete de cada diez votantes de Trump se apartan del perfil de blanco, mayor con bajos ingresos". Las encuestas no se han reflejado en el resultado. Pero este voto no confesado no es nuevo cuando se han producido reacciones populistas en Estados Unidos.

Según el historiador estadounidense Joshua B. Freeman, antes de la Guerra de Secesión, entre las décadas de 1840 y 1850, se consolidó un movimiento llamado Know-Nothing (su consigna era contestar siempre "no se nada" para evitar ataques), que desarrollaba sus actividades en secreto.

Este movimiento se convirtió en un partido nacional, el American Party, que se oponía a la inmigración católica irlandesa y alemana, así como a los trabajadores chilenos y chinos. También combatía al esclavismo, y reunía a pequeños grangeros, empresarios modestos y trabajadores. Defendían una sociedad democrática sin dueños a los que servir.

El populismo medró en todo el arco ideológico, desde el progresismo hasta los confines conservadores, donde ahora rebrota. Contra el establishment, contra el Obamacare, contra todo tipo de injerencia que limite al individuo, Trump y sus fieles recomiendan ir armados. Y si las cosas se ponen feas, disparar para proteger el territorio.

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