La campaña electoral en Estados Unidos ha estado marcada por la descalificación personal y el trazo grueso. El estilo de Donald Trump, las polémicas en las que se ha visto envuelto y el enfrentamiento personal con Hillary Clinton han relegado la discusión de los programas de ambos candidatos.
En algunas cuestiones están “mundos aparte”. Es el caso de la inmigración, el control de armas, la protección del medios ambiente, la desregulación o el Obamacare, asuntos en los que ambos sostienen las posturas tradicionales de cada partido.
En política exterior, el magnate propone acabar con el intervencionismo unilateral y los "cambios de régimen" en Oriente Medio. Culpa directamente a la administración Obama y a Clinton, como ex secretaria de Estado, de haber llevado el desastre a Libia y Siria y extender el yihadismo. Aboga, en cambio, por colaborar con Rusia para acabar con el Estado Islámico.
En economía, las posturas se acercan y la creación de empleo en territorio nacional es el eje principal. En un giro que le aleja del establishment y le granjea muchos apoyos entre la clase trabajadora, Trump reniega del libre mercado internacional y la globalización y aboga por romper acuerdos comerciales como el NAFTA.
Clinton ha tenido que hacer también concesiones en este área (como poner condiciones a la ratificación del Acuerdo Transpacífico), para congraciarse con las bases que apoyaron a Bernie Sanders y con los votantes de los estados más afectados por la desindustrialización.
[Más información: programas de Donald Trump y de Hillary Clinton, en inglés]
Inmigración
El decisivo voto de la minoría latina se juega en este capítulo.
“Construiremos un gran muro a lo largo de la frontera sur. Y México pagará el muro, al cien por cien”. Esta fue la primera promesa electoral de Trump, que ha impregnado toda su campaña de un discurso con tintes xenófobos.
“Construiremos un gran muro a lo largo de la frontera sur. Y México pagará el muro, al cien por cien“
El magnate considera que en el país hay demasiados inmigrantes irregulares, a los que además relaciona con la delincuencia, y que hay que reanudar las deportaciones, suspendidas por una "orden ejecutiva" del presidente Obama. También promete limitar el asilo de refugiados provenientes de países que “exportan terrorismo”, en alusión a Siria y Afganistán.
Clinton, en cambio, defiende la suspensión de las deportaciones de los inmigrantes arraigados en EE.UU. "Es importante una reforma migratoria pero a la vez detener las redadas y dejar de deportar a personas que tienen su vida aquí, que viven y trabajan, y esa es mi prioridad”.
Política exterior y de seguridad: Putin planea sobre la campaña
El republicano aboga por un cambio de perspectiva de la política exterior, acabando con la promoción de “cambios de régimen” que, asegura, ha sumido a países como Libia o Siria en el caos.
El Estado Islámico es el gran enemigo para ambos. Pero mientras Clinton promete continuar la línea seguida por Obama, dentro de la coalición internacional que bombardea al EI, Trump cree que colaborar con la Rusia de Putin es la mejor manera de acabar con los yihadistas.
El presidente ruso ha aparecido en ocasiones como el tercero en disputa en esta campaña. “Putin no respeta a esta mujer”, dijo Trump, en uno de los intercambios más duros del último debate televisado. “Eso es porque prefiere una marioneta como presidente de EE.UU”, respondió Clinton.
Trump critica también el acuerdo nuclear con Irán (aunque explícitamente no se compromete a cancelarlo) y promete congelar el restablecimiento de relaciones con Cuba.
Armas de fuego y Obamacare
“El derecho del pueblo para poseer y llevar armas no debe ser infringido. Punto”. Así de tajante es Trump, fiel a la inflexibilidad de la que los republicanos hacen bandera en este asunto.
La ex secretaria de Estado, en cambio, es partidaria de endurecer el control de antecedentes. “Si eres demasiado peligroso para subir a un avión, eres demasiado peligroso para tener armas”, dice una frase de su programa, que aboga también por “mantener las armas de asalto fuera de las calles”.
También en sanidad el magnate se ajusta a la línea republicana: la reforma de Obama (el Obamacare, que obligaba a todos los ciudadanos a tener un seguro médico) es un desastre y hay que acabar con él, cueste lo que cueste. Clinton lo defiende.
Mujer
La cuestión del género ha permeado toda la campaña y ha alimentado las mayores polémicas. El debate serio sobre la igualdad de derechos o la discriminación de la mujer ha sido sustituido por la crítica de la actitud de Trump hacia el sexo opuesto. Sus declaraciones públicas, las denuncias de acoso o el vídeo con comentarios lascivos han servido a Hillary para retratar a su rival como un machista redomado, indigno de sentarse en el Despacho Oval.
El republicano ha acusado en varias ocasiones a su rival de jugar “la carta de las mujeres”. “Si luchar por la asistencia sanitaria para mujeres, por la baja de maternidad pagada y por la igualdad salarial es 'jugar la carta de las mujeres', entonces sí estoy en ello", ha respondido Hillary, resumiendo sus propuestas.
El programa republicano también incluye la licencia de maternidad pagada entre sus medidas de apoyo a las madres y las familias (no hay ningún capítulo dedicado a los derechos de la mujer).
Mención aparte merece el tema del aborto: aunque Trump se ha declarado “pro vida” en entrevistas y mitines, ha tenido mucho cuidado de no incluir ningún compromiso concreto, consciente de que puede restarle votos. Clinton, por el contrario, es pro-choice es decir, partidaria de dejar la decisión en manos de la mujer, “con el consejo de su médico y su religión”.
Medio Ambiente: con la vista puesta en los mineros
Clinton se adhiere al compromiso del Tratado de París para evitar el cambio climático. Promete continuar con el plan de transición a las renovables de Obama a la que vez que invierte 30.000 millones de dólares para la reconversión de las zonas mineras del carbón, antaño de fuerte inclinación demócrata.
Para Trump, en cambio, la explotación intensiva de los combustibles fósiles (petróleo, gas, carbón y fracking) del subsuelo estadounidense es una de las bazas para levantar la economía y crear empleo. Por ello promete promocionar su explotación y abandonar el plan de energías limpias de Obama.
Coincidencias en economía
Las diferencias entre los candidatos se atemperan en el capítulo económico, donde la creación de empleo es el eje alrededor del que pivotan las promesas electorales.
Para Trump, la globalización tiene la culpa de que muchas empresas estadounidenses hayan trasladado sus fábricas al extranjero. “Nuestros políticos han llevado a cabo una agresiva política de globalización, llevándose nuestros empleos, nuestra riqueza y nuestras industrias a México y otros países”, ha declarado.
“Nuestros políticos han llevado a cabo una agresiva política de globalización, llevándose nuestros empleos“
Promete renegociar el NAFTA y retirarse del tratado si no consigue sus objetivos, y no ratificar el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), alcanzado entre la administración Obama y 11 países ribereños.
La crítica al libre mercado de Trump, pero también de Sanders, ha obligado a Clinton a ser muy cuidadosa en su programa. Ahora asegura que no ratificará el TPP, un acuerdo que ayudó a negociar, si no se asegura la protección al empleo.
Ambos acusan a China de burlar las reglas del comercio internacional y opinan que hay que meter en cintura al gigante asiático, aunque Trump responsabiliza directamente a la administración Obama de la deslocalización de industrias a Asia.
Empleo: Caballo de batalla para conseguir el voto popular
La creación de empleo ha sido el gran caballo de batalla, la gran promesa de Trump a los estadounidenses. Es la arena en la que los candidatos se disputan el voto de los angry white men, los varones blancos de clase obrera blanca descontentos con la marcha de la economía y entre los que el lema de Trump (“Make America Great Again”, Hagamos América grande de nuevo) resuena especialmente. Sus votos podrían ser claves en ciertos estados, como Virginia Occidental, Pennsylvania o Michigan.
Si el republicano promete crear 25 millones de empleos en una década, la demócrata promete un gran paquete de inversión pública en infraestructuras y empleo de calidad (“el mayor desde la II Guerra Mundial", asegura) en los primeros 100 días de gobierno; además de una campaña de “Hecho en América” para promocionar la industria nacional.
Impuestos: Wall Street, en el punto de mira
Los programas electorales de EE.UU. suelen convertirse en una carrera para ver quién promete mayores rebajas de impuestos.
Trump, en la mejor tradición republicana, promete una rebaja general de impuestos, también a los más ricos y a las grandes empresas, para "no destruir trabajos ni minar nuestra capacidad de competir".
El republicano además se ha cansado de relacionar a Hillary con Wall Street y con las grandes fortunas. “Debe ser la primera vez que habla ante importantes industriales sin cobrar”, ironizó durante la tradicional gala benéfica de los candidatos en Nueva York.
Quizá para sacudirse esta imagen de miembro del establishment, la ex primera dama ha repetido una y otra vez que va a subir los impuestos a los "multimillonarios" para destinar lo recaudado a aumentar el gasto público sin incurrir en más deuda