Era una idea inacabada de la fallecida Siobhán Down, rescatada por el novelista Patrick Ness que más tarde adaptó su propio libro en un guion. Y, sin embargo, Un monstruo viene a verme es también la película más personal del actual rey Midas del cine español: Juan Antonio Bayona. Como ya le ocurrió con Lo imposible, también ha provocado la primera expectación masiva en el festival de cine de San Sebastián donde, además del director, Sigourney Weaver, con su porte aristocrático e innegable carisma, promociona la cinta antes de recibir esta noche el Premio Donostia.
Las lágrimas de los primeros pases muestran que ya es la película-fenómeno del cine español. Y no solo: fue bien recibida en Toronto y se prepara para competir en la feroz campaña de los Oscar. Sigourney Weaver, que no venía al festival desde que su carrera despegó en 1979 con Alien, el octavo pasajero, regalaba los oídos del cineasta español. “Es único de un modo que siento muy español: pasional, seguro y honesto”, decía la actriz.
Un monstruo viene a verme es esencialmente el viaje de madurez de Connor (Lewis MacDougall), un niño introvertido, refugiado en sus dibujos, sometido a bullying en su colegio, que vive con su madre enferma de cáncer (Felicity Jones). Una realidad insoportable hasta que un monstruoso árbol (con la cavernosa voz de Liam Neeson en la versión original) le obliga a someterse a una dura introspección. ¿Cómo? A través de tres fábulas (reproducidas en primorosa animación). O sea, la película es una oda a la imaginación como salvación y al poder terapéutico de la ficción.
“En toda película hay que buscar lo que te toca de manera más personal. El dibujo es algo que me toca mucho y siento que, de alguna manera, el dibujo me salvó de muchas cosas en mi infancia”, reconoce Bayona en una entrevista para RTVE.es.
Y, en segundo lugar, la película propone una respuesta a una pregunta insoslayable para todo creador: ¿Para qué sirve el arte? “Sí, es una bonita analogía: las historias son importantes. Todo el mundo tiene historias que les tocan personalmente, en las que se reconoce y entiende el mundo. El monstruo utiliza tres parábolas para hacer entender el mundo de los adultos a un niño, que llegue a aceptarlo y crecer. Es la idea de cómo necesitamos la fantasía para hacer más verdadera la realidad”, explica al director.
El sufrimiento provocado por el choque de las mentiras reconfortantes contra las verdades incómodas es el verdadero tema de la película. “El niño no quiere que le cuenten la verdad, quiere que le cuenten lo que quiere escuchar. Y su abuela (Sigourney Weaver) está obsesionada con la verdad”.
Un monstruo viene a verme muestra de manera sencilla cuestiones muy complejas y, al mismo tiempo, lanza el mensaje de que, en general, las cosas no son sencillas. O, por resumirlo, indaga en la oscuridad de manera sobreiluminada. ¿Es una contradicción?
“Una de las cosas que me obsesionaba es que un discurso muy complejo como la dialéctica de Hegel quería llevarlo a un público muy amplio, sobre todo en un momento en el que se nos dice que las cosas son blancas o negras. Era contar, de manera accesible, que todo puede ser blanco y negro a la vez”, analiza el director
Un monstruo viene a verme muestra al Bayona técnico superdotado, tan inspirado por el cine de Spielberg, pero también confirma que hay que hablar tamnbién del Bayona director de actores.
Lewis MacDougall, encontrado tras un casting de más de mil niños, soporta en sus hombros un conflicto (literalmente) abismal. Y Felicity Jones, como la madre, y Sigourney Weaver como la abuela, redondean la película. En rueda de prensa, el propio Bayona ha quitado importancia a las emotivas reacciones de los espectadores. “Lo importante no es llorar, yo lloro hasta con Masterchef”.
Sigourney Weaver: “Las mujeres somos el pegamento del mundo”
Sigourney Weaver (Nueva York, 1949) es en la cinta una aparente madrastra de Blancanieves, repitiendo el arquetipo al que no puede escapar: una mujer fuerte. “Las mujeres, como sabemos las mujeres, somos fuertes. Somos el pegamento del mundo”, definía en la rueda de prensa. “Parece que en Estados Unidos por fin vamos a tener una mujer presidente y parece que los progresos que hemos hecho fructifican. En mi carrera he intentado presentar a las mujeres como lo que son, y he tenido la suerte de trabajar con directores hombres que creían el poder de las mujeres”, explicaba la protagonista de Gorilas en la niebla o Armas de mujer.
Repasando su trayectoria, la actriz ha destacado a dos de sus primeros directores como sus mentores: Ridley Scott (Alien) y, especialmente, Peter Weir (El año en que vivimos peligrosamente). Weir, de hecho, ya se llevó los mejores elogios del otro Donostia de la edición, Ethan Hawke, por dirigirle en El club de los poetas muertos.
La actriz ha recordado sus orígenes teatrales y ha resumido las dos claves de su oficio: las historias y “un director muy luchador con una visión muy fuerte”.
Weaver ha rechazado ser un símbolo de belleza (“es la primera vez que me lo dicen, solo he tenido la suerte de trabajar con grandes directores de fotografía”) y ha defendido, como Monica Bellucci e Isabelle Huppert durante el festival, que no es mal momento para las actrices.
“Creo que los hombres tienen más papeles pero no mejores. No envidio los papeles de Russell Crowe. El paisaje ha cambiado y se refleja en las películas. Es un buen momento para las mujeres”.