El gobernador de Ohio, John Kasich, lograba este martes su primera victoria en las primarias republicanas para las elecciones presidenciales de Estados Unidos: después de seis semanas de votaciones, solo ha sido capaz de ganar en su propio estado. Y sin embargo, ese triunfo le mantiene en liza y, tras la retirada de Marco Rubio, se ha convertido en la última esperanza del aparato del partido para doblegar a Donald Trump.
El magnate neoyorquino se alzó con la victoria en Florida, el feudo de Rubio, en Illinois y en Carolina del Norte; además, las proyecciones le dan ganador en Misuri, pese a que Ted Cruz aún le disputa la victoria. Sin embargo, la derrota de Ohio empaña su jornada, puesto que complica sus opciones de obtener los delegados que necesita para llegar sin oposición a la convención republicana de julio en Cleveland.
En lo que va de campaña, su principal rival ha sido Ted Cruz, que se ha anotado hasta ocho victorias, algunas tan relevantes como Iowa o su propio estado, Texas. Pero Cruz, un conservador recalcitrante alineado con el sector más duro del Tea Party, también suscita la antipatía de la élite republicana, que hasta ahora confiaba en una remontada de Marco Rubio.
“Quiero que sepáis que la campaña continúa. No voy a tomar el camino fácil“
Tras la caída del senador por Florida, Kasich pretende atraerse el respaldo del establishment y el dinero de los principales donantes del Partido Republicano, que aprecian su talante moderado, aunque le achacan falta de carisma. "Quiero que sepáis que la campaña continúa", decía Kasich a sus seguidores en un mitin cerca de Cleveland este martes, y añadía: "No voy a tomar el camino fácil para alcanzar el cargo más elevado de la tierra", en alusión a la retórica de Trump.
La estrategia pasa por forzar una convención abierta
Kasich, en cualquier caso, es consciente de que es imposible que supere a Trump antes de la convención: su estrategia se basa en evitar que el empresario consiga los delegados suficientes y forzar una convención abierta en Cleveland. Ahora mismo, Trump tiene 621 delegados, Cruz cuenta 396 y Kasich se queda en 138; para asegurarse la nominación, son necesarios 1.237 delegados.
"El plan es ganar Ohio, y unos cuantos estados más, y si eso ocurre, nadie tendrá delegados suficientes para obtener la nominación en la primera ronda", explicaba a Reuters este martes su jefe de campaña, John Weaver. Su equipo espera que, con el apoyo del aparato del partido, pueda ganar en Pennsylvania, Maryland, Wisconsin, Connecticut y California, estados que parecen receptivos a su republicanismo moderado.
“Es el tipo de historial que uno desea en Washington“
Es la misma estrategia que se plantea la élite republicana, la única posible sea cual sea el candidato al que respalde. Algunos pesos pesados del partido, como el candidato derrotado en 2012 por Barack Obama, Mitt Romney, ya han apostado por Kasich: "Es el tipo de historial que uno desea en Washington", decía este martes en un mitin en Ohio, recordando sus 18 años de congresista y seis como gobernador.
"Solo quedan dos alternativas: o Trump consigue los delegados suficientes, o nadie los consigue", señala el analista republicano Ford O’Conell, neutral en estas primarias. "Creo que hay una probabilidad del 50-50 de llegar a una convención abierta".
Trump lanza un aviso
Así planteadas las cosas, la victoria de Kasich en Ohio obliga a Trump. Es un porcentaje muy elevado, incluso para un aspirante que ha recabado tantos apoyos como Trump, que ronda el 40% en las encuestas de ámbito nacional. A partir de ahora, muchos estados son winner-takes-all, lo que incrementa sus opciones, pero seguirá habiendo estados que repartan sus delegados de forma proporcional.
El propio Trump es plenamente consciente de esa estrategia, por lo que ya está preparando el terreno: en una entrevista en la cadena CNN ha advertido de que habrá "disturbios" si llega a la convención con ventaja en el número de delegados pero el partido decide poner en duda su victoria en las primarias.
“Creo que habría disturbios. No los encabezaría, pero creo que podrían ocurrir cosas desagradables“
"Creo que ganaremos antes de llegar a la convención, pero puedo decirle que, si no lo hacemos y nos quedamos a 20 votos o cien y estamos en 1.100, y algún otro tiene 500 o 400, porque estamos muy adelante del resto, no creo que puedas decir que no conseguimos la candidatura automáticamente. Creo que habría disturbios", ha argumentado el magnate. "No los encabezaría, pero creo que podrían ocurrir cosas desagradables", ha subrayado.
La advertencia de Trump hurga en un temor que acompaña al aparto republicano desde que el multimillonario empezó a subir en las encuestas, antes incluso de que empezaran las primarias: la posibilidad de que el partido del elefante, la formación heredera del legado de Abraham Lincoln y Dwight Eisenhower, se fracture en la convención de Cleveland.
¿Cómo funciona una convención abierta?
Se necesitan 1.237 delegados, la mitad de los 2.472 que asistirán a la Convención Republicana de Cleveland, para asegurarse la nominación antes del 18 de julio, cuando está previsto que comience el cónclave. Trump parece el único en disposición de alcanzar ese umbral, pero cada vez son mayores las posibilidades de que los republicanos afronten una convención abierta, algo que no ocurría desde 1976, cuando Gerald Ford derrotó por estrecho margen a Ronald Reagan.
En ese escenario, y salvo que las normas se modifiquen antes, el sistema de elección del candidato nominado se basa en rondas sucesivas de votaciones. En la primera ronda, al menos el 5 % de los delegados asistentes se convertirán en delegados no adscritos, es decir, que podrán votar al aspirante que prefieran y no al designado por las primarias en el distrito al que representan.
Si ningún candidato alcanza los 1.237 votos requeridos, se celebra una segunda ronda en la que se incrementa el porcentaje de delegados que dejan de estar adscritos y que votan libremente. El proceso continúa, cada vez con más delegados no adscritos, hasta que uno de los aspirantes consigue la nominación.
El equipo de Kasich tiene como referencia la nominación de Wendell Willkie en 1940, que superó a otros tres candidatos que partían con más delegados que él después de seis rondas de votaciones. Desde entonces, la mayor parte de las convenciones se han celebrado con un candidato seguro, especialmente en las últimas tres décadas.