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Unicornios mutilados

  • Los rinocerontes son masacrados sistemáticamente por sus cuernos

  • En el sudeste asiático existe la creencia de que poseen propiedades milagrosas

  • El kilo de cuerno de este mamífero se llega a pagar hasta a 50.000 euros

SAMUEL A. PILAR
8 min.

Parque nacional de Bukit Barisan Selatan. Isla de Sumatra. Indonesia.

Cuatro hombres caminan por el interior de la selva. Todos llevan un fusil bajo el brazo y visten igual: uniforme oscuro, mochila y sombrero que les protege del sol y de la lluvia. Forman una de las siete Unidades de Protección de Rinocerontes (RPU) que patrullan por el parque nacional. Lo hacen a pie, en moto o en lancha. Su misión es custodiar un tesoro extremadamente frágil, de valor incalculable: la última gran colonia de rinocerontes de Sumatra

Se estima que este santuario natural indonesio es el hogar de entre 60 y 85 de los menos de cien ejemplares que aún quedan con vida; repartidos en la península de Malaca, Sumatra y la isla de Borneo.

Son los últimos y desesperados intentos para salvar a una especie prácticamente condenada a la extinción; malherida por el furtivismo y la fragmentación de su hábitat. Al menos, gracias al trabajo de las RPU, en los últimos siete años no se ha producido ningún caso de caza ilegal dentro del parque.
 

Calle Lan Ong. Hanoi. Vietnam.

La capital vietnamita es lo más parecido a un inmenso hormiguero en permanente ebullición. La vida fermenta bajo la combustión del trópico, deshaciéndose en un repertorio infinito de olores. El zumbido de los ventiladores remueve un ambiente casi sólido, que se fija a los cuerpos empapándolos en sudor, mientras de fondo se escucha el escándalo de miles de motocicletas.

Imagen de un cartel contra el consumo de cuerno de rinoceronte, en una calle de Hanoi. EFE

Estamos en Lan Ong, la calle de las tiendas de medicina tradicional. Un Bentley se detiene en la puerta de una de ellas, y de él baja un chófer ataviado a la manera clásica: traje negro, guantes blancos y gorra de plato. Abre una de las puertas traseras y desciende del coche un hombre pequeño, escrupulosamente vestido, que entra en el comercio.

Tras hablar con el dependiente, éste extrae de una caja fuerte algo envuelto en un paño y se lo muestra. Después de unos minutos de intenso regateo, ambos llegan a un acuerdo que incluye varios cientos de millones de dongs. El hombre del Bentley, al que recientemente han diagnosticado un cáncer de difícil tratamiento, acaba de comprar un cuerno de rinoceronte.
 

Veinte años. Esa es la esperanza máxima de vida que dan los expertos al rinoceronte de Sumatra, antes de que pase a engrosar la siniestra lista de especies extinguidas. Para evitarlo, si aún es posible, solo existe una solución: que las administraciones y organismos internacionales tomen medidas drásticas contra la caza furtiva y la destrucción del hábitat natural de este animal.

La Lista Roja de Especies en Peligro de Extinción sitúa al rinoceronte de Sumatra en la categoría de 'peligro crítico'. Entre 2008 y 2014 su número se ha reducido a la mitad, con una población actual estimada en menos de 100 ejemplares. En los últimos 50 años, el rinoceronte de Sumatra ha desaparecido de Bangladesh, Bután, Brunei, Camboya, India, Laos, Myanmar, Tailandia y Vietnam.

Imagen de un rinoceronte de Sumatra (Dicerorhinus sumatrensis). EFE

La trágica situación de los tres rinocerontes asiáticos (Sumatra, Java e indio), perseguidos hasta la agonía, ha provocado que las organizaciones criminales a nivel internacional hayan extendido sus tentáculos hasta África, tejiendo una red de muerte cuyos extremos más destacados son Sudáfrica y Vietnam.

Las propiedades contra el cáncer del cuerno de rinoceronte no figuran en ningún tratado de medicina tradicional.

“En ciertos mercados, principalmente Vietnam, se pide el cuerno de rinoceronte, cuya demanda se ha disparado por la infundada creencia de que cura el cáncer, algo que no figura en ningún tratado de medicina tradicional”, explica Luis Suárez, responsable del Programa de Especies de WWF España. Y si la demanda se ha disparado; su precio, también. Se llega a pagar a más de 50.000 euros el kilo.

Por si este grado de locura no fuese suficiente, los millonarios vietnamitas le han encontrado un uso aún más descabellado: lo utilizan como remedio contra la resaca. Seguramente, por encima de sus ficticias propiedades terapéuticas o tonificantes, este producto se ha convertido para ellos en un símbolo de estatus económico para exhibir de fiesta en fiesta.

Cinco especies de rinoceronte

Existen cinco especies de rinoceronte: el blanco y el negro, en África; y el de Sumatra, el de Java y el indio, en Asia. De las cinco, dos se encuentran en peligro crítico: el rinoceronte de Java (quedan aproximadamente 60 ejemplares) y el rinoceronte de Sumatra (menos de 100).

El rinoceronte indio se ha recuperado y estabilizado desde que a principios del siglo XX su población disminuyese hasta los 200 ejemplares. Actualmente se calcula que existen cerca de 3.350.

La situación de los rinocerontes africanos es un poco mejor, aunque la amenaza del furtivismo pende sobre ellos como una maldición. El censo de rinocerontes negros es de algo más de 5.000 individuos; mientras que el de los blancos supera los 20.000, de los que el 70%-80% se localiza en Sudáfrica, que es el país donde actualmente se producen las mayores matanzas de este mamífero.

En este sentido, hay que destacar que dentro de los rinocerontes blancos hay dos subespecies: rinoceronte blanco del norte y rinoceronte blanco del sur. La cifra de más de 20.000 ejemplares se refiere exclusivamente a rinocerontes blancos del sur, ya que la población de rinocerontes blancos del norte ha quedado reducida a tres individuos (dos hembras y un macho que viven en la reserva de Ol Pejeta, en Kenia). Salvar de manera natural a esta subespecie es ya imposible.

“En los últimos años, el número de rinocerontes abatidos se ha disparado de manera dramática y si antes de 2007 los furtivos mataban no más de quince ejemplares cada año, en 2014 se registraron 1.215 muertes”, cuenta Luis Suárez.

Sanciones muy blandas

Un grave problema es la desproporción entre las sanciones relacionadas con el tráfico de cuernos de rinocerontes y el valor que pueden llegar a alcanzar en el mercado negro. Los cazadores furtivos condenados por la Ley sudafricana pueden librarse de la cárcel con una multa de unos 13.000 euros (recordemos que cada kilo de estos cuernos se llega a pagar a más de 50.000 euros). Una situación que no es muy diferente en los países consumidores del sudeste asiático.

Recientemente, en Sudáfrica han declarado legal la venta de cuernos de rinoceronte.

Por eso, la primera medida urgente es que los gobiernos endurezcan las penas y las equiparen, por ejemplo, a las del tráfico de drogas (en Sudáfrica el tráfico de hasta 5 gramos de cocaína es sentenciado con un mínimo de 5 años de cárcel). Mientras no lo hagan, comerciar con cuernos de rinoceronte seguirá siendo un negocio atractivo.

Recientemente, Sudáfrica ha declarado legal la venta de cuernos de rinoceronte, después de una sentencia del Tribunal Superior de Pretoria. El juez consideró probable que la prohibición haya contribuido a aumentar los niveles de caza furtiva. La medida no afecta a esta práctica, que sigue siendo ilegal en el país.

España, como zona de tránsito

España no es ajena al tráfico de cuernos de rinoceronte, aunque fundamentalmente se utiliza como zona de tránsito. "Los cuernos se importan como trofeos de caza y se reexportan de manera ilegal hacia el sudeste asiático", explica Salvador Ortega, de la jefatura del Seprona (Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil). "En realidad, es una práctica que realizan de manera puntual cazadores de toda Europa, no solo los españoles. Con el dinero que obtienen por esta venta pueden cubrir gran parte de los gastos de las cacerías, que suelen ser bastante elevados".

"Actualmente, en España la amenaza se cierne sobre museos y colecciones privadas. Y también sobre los parques zoológicos, que tienen que contratar protección privada sólo para vigilar a los rinocerontes", puntualiza el capitán Ortega.

Muchos zoológicos tienen que contratar protección privada sólo para vigilar a sus rinocerontes. THINKSTOCK

Los consumidores asiáticos no preguntan sobre la procedencia de los cuernos cuando los compran al peso, bien por piezas o bien reducidos a polvo. En el confuso universo de la superstición, apenas queda espacio para la exigencia. Los cuernos de rinoceronte están compuestos principalmente de queratina, cuyo efecto neutro en el organismo humano sería similar al de comerse las uñas o el pelo en pequeñas cantidades. Para el resultado que producen, lo mismo da que pertenezcan a un animal asesinado recientemente en un parque nacional de Sudáfrica o a una cabeza disecada desde hace décadas.

El mito del unicornio

Una de las teorías más aceptadas sobre el nacimiento del mito del unicornio lo relaciona directamente con el rinoceronte. La visión de este gran mamífero en el valle del río Indo por parte de los soldados de Alejandro Magno se habría transmitido y deformado en Europa hasta convertirse en un fabuloso caballo con patas de antílope, barba caprina y un cuerno en mitad de la frente. Este apéndice también era mágico, y poseía todo tipo de virtudes terapéuticas, entre ellas la de actuar como un potente antídoto.

La fantasía habría regresado a su punto de origen, en busca de un remedio contra el veneno interior más temido por el ser humano, que es el cáncer. Pero convertida en monstruosa realidad. La realidad de la muerte indiscriminada y la mutilación.

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