Viena acoge desde este martes la última y probablemente decisiva ronda negociadora sobre el polémico programa nuclear de Irán, con la que la comunidad internacional pretende poner fin a una década larga de disputa.
Bajo la coordinación de la antigua responsable de la política exterior de la Unión Europea, Catherine Ashton, y el ministro de Exteriores iraní, Mohammed Yavad Zarif, las partes buscarán un acuerdo hasta el 24 de noviembre.
Ese día vence el plazo límite acordado por el denominado Grupo 5+1 (las cinco potencias del Consejo de Seguridad de la ONU --Estados Unidos, China, Rusia, Francia y Reino Unido-- más Alemania) para lograr un acuerdo final con la República Islámica tras el histórico preacuerdo de hace un año.
En el centro de las negociaciones está el polémico programa de enriquecimiento de uranio, un material de uso civil pero también militar.
Mientras Irán exige mantener su programa de uranio enriquecido, el G5+1 pretende limitar al máximo su producción. De esa forma pretenden garantizar que Irán no pueda, en el corto plazo, tener el combustible nuclear para la construcción de una bomba atómica, si Teherán decidiera dar ese paso.
Sin cooperación plena
En cuanto a la producción de plutonio, otro elemento que tiene aplicaciones militares, parece haber un acuerdo que prevé cambios en la planta de agua pesada de Arak, que tiene capacidad de producir ese material nuclear.
Otro problema es la eliminación de las sanciones internacionales, que Irán quiere ver levantadas lo antes posible tras la firma de un posible acuerdo, mientras que las potencias exigen primero que se ponga en marcha lo acordado.
Además, todavía no se ha aclarado la incógnita sobre posibles experimentos nucleares con fines militares en Irán en el pasado. El Organismo Internacional de Energía Nuclear, OIEA, trata de esclarecer esas supuestas actividades pasadas, aunque sus inspectores siguen sin tener certezas al respecto ante la falta de cooperación plena por parte de Irán.
A su llegada a Viena, el jefe de la diplomacia iraní ha considerado "factible" lograr un acuerdo en estos seis días "si hay voluntad política”. Además, ha dicho que las potencias deben moderar sus "exageradas condiciones".
Todavía en Londres el ministro británico de Exteriores, Philip Hammond, ha dicho tras entrevistarse con el secretario de Estado de EE.UU, John Kerry, que Irán "debe mostrar más flexibilidad", pero también se ha mostrado confiado en la posibilidad de un acuerdo.
El "arma" de las sanciones
Ambos tienen previsto también acudir en los próximos días a Viena, donde este martes por la tarde han comenzado las conversaciones.
Según algunos observadores, es posible que las partes alcancen un acuerdo marco final, pendiente todavía de concretar algunos aspectos técnicos.
El Gobierno de la República Islámica siempre ha negado que su programa tenga fines bélicos y destaca que solo quiere producir energía eléctrica e investigar aplicaciones científicas y médicas.
La disputa nuclear con Irán comenzó hace casi 12 años con el descubrimiento de un amplio programa nuclear clandestino y ha estado siempre bajo la sombra de un posible ataque militar de Estados Unidos e Israel para "neutralizarlo".
Las negociaciones de Viena comenzaron en enero pasado, tras la firma en noviembre anterior de un acuerdo previo en Ginebra según el cual Irán suspendió algunos aspectos clave de su programa nuclear a cambio de un levantamiento parcial y temporal de sanciones. El levantamiento de todas las sanciones y su graduación parece la principal arma de las potencias en esta negociación.
Hace unas semanas, el presidente iraní vinculó el acuerdo nuclear a la cooperación contra el Estado Islámico, política en la que Irán coincide con las potencias y es un actor fundamental en la región.