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Fukushima y el 7 en la escala INES

  • La Escala INES mide la gravedad de accidentes nucleares

  • Se desarrolló tras el accidente de Chernóbil

8 min.

Durante semanas varios reactores de la planta japonesa de Fukushima se han ido autodestruyendo después de que el apagón provocado por el tsunami tras el terremoto del 11 de marzo los dejara sin refrigeración.

La situación tenía altibajos, y las liberaciones de radiación eran mayores o menores según los días, las explosiones y la situación de las piscinas de almacenamiento de residuos. Pero el accidente seguía firmemente clasificado como un 5 en la escala INES (International Nuclear and Radiological Event Scale, escala internacional de eventos nucleares y radiológicos) que mide el nivel de impacto de un accidente nuclear. Había presiones, sobre todo desde Europa y de forma destacada por Francia, para aumentar el grado de severidad hasta el 6.

De repente el pasado día 12 de abril la autoridad nuclear nipona, que tiene la competencia, reclasificó la situación como un 7 en la escala INES: el máximo posible, traducido como `Accidente Mayor'.

Los teletipos se llenaron de comparaciones con el accidente de Chernóbil, único de la historia en alcanzar este nivel, y la angustia de mucha gente ascendió también un grado. Oficialmente, Fukushima y Chernóbil están ahora al mismo nivel de seriedad. Y sin embargo los expertos, y no sólo las autoridades japonesas, siguen aclarando que ambos accidentes son muy diferentes; que el riesgo local y global provocado por sus consecuencias no son comparables, y que incluso en el peor de los casos la planta nipona no va a provocar tantos y tan graves problemas como la ucraniana.

Es decir, que aunque ambos accidentes nucleares ahora estén clasificados en el mismo nivel de la escala INES, no son ni parecidos. Lo cual ha hecho se empiece a preguntar qué es, qué mide y quién creó la escala INES. La reclasificación, para muchos expertos, no coloca Fukushima a la altura de Chernóbil, sino que pone en cuestión la precisión de la regla que mide la gravedad de las catástrofes nucleares.

¿Qué es la Escala INES y cómo mide?

La Escala INES de gravedad de accidentes nucleares se desarrolló tras el accidente de Chernóbil, como una herramienta útil para comunicar la gravedad de un accidente de este tipo de un modo gráfico y sencillo. Introducida en 1990 por la Agencia Internacional de Energía Atómica, está diseñada con la idea de que cada grado de gravedad represente una situación 10 veces más grave que el nivel anterior. Funciona, por tanto, de modo análogo a la escala de magnitud de momento de los terremotos. Hay siete grados, más un `Grado 0' que representa la normalidad; de estos el primero (INES-1) se designa Anomalía, los dos siguientes (INES 2 y 3) se llaman `Incidentes' y del INES 4 al INES 7 se designan `Accidentes'.

El nivel al que pertenece una determinada situación se decide en función de la peor situación en tres categorías: efectos en el lugar, efectos fuera del lugar y degradación de la llamada `defensa en profundidad', el sistema multicapa que debe evitar la liberación de materiales radiactivos.

La existencia de varios criterios, la inexistencia de niveles numéricos únicos y el hecho de que la Escala INES no está diseñada para ayudar a tomar decisiones durante el desarrollo de un incidente a los operadores del sitio afectado hacen que haya un cierto componente de subjetividad en la asignación del nivel de gravedad. Así, por ejemplo, la rapidez y eficacia en la toma de medidas como la evacuación de la población cercana al lugar que emite radiación hacen variar sustancialmente la gravedad externa de un accidente, con independencia de la cantidad de radiación escapada.

El principal dato objetivo que se utiliza a la hora de clasificar un accidente es la cantidad de actividad radiactiva de Yodo 131 liberada al exterior. Se prefiere este isótopo por ser uno de los que más típicamente sale al exterior desde un núcleo de planta nuclear roto, y también porque es uno de los que provoca mayores efectos biológicos en la población afectada (cáncer de tiroides).

Cada nivel de la Escala INES, en la zona de `accidentes', representaría la liberación al ambiente de 10 veces más actividad radiactiva de Yodo 131, considerando este isótopo como una buena estimación de la gravedad de la situación. Pero el Yodo 131 tiene una semivida de tan sólo 8 días, lo que hace que su actividad sea efímera; en apenas unas semanas esta contaminación pasa a ser irrelevante. Otros isótopos son los que provocan los problemas a más largo plazo, como el Cesio 137 que es el responsable de buena parte de la Zona de Alienación que rodea Chernóbil.

La Escala INES no considera estos otros isótopos. De hecho cuando se evalúan individualmente los reactores de la planta de Fukushima, ninguno de ellos supera el Nivel 5 por sí solo (1 al 3) y otro está en el Nivel 3 (Reactor 4). Sólo la liberación radiactiva conjunta de los 4 reactores con problemas sumada alcanza el número suficiente para que se pueda considerar un grado 7.

El repentino `salto' del 5 al 7 de la clasificación se produjo cuando se cambió el criterio, obligando a efectuar esta suma. La cantidad de radiación liberada no cambió: lo que cambió fue la forma de usarla en la medida. El establecimiento de los detalles de la Escala INES, como todo proceso de negociación internacional, estuvo lleno de negociaciones diplomáticas y de compromisos políticos.

De hecho la Agencia Internacional de la Energía Atómica no tiene la capacidad, ni el mandato legal, para comprobar los datos en los que se basa la clasificación, que depende de las autoridades nucleares nacionales. Los criterios no son estrictos, ni fijos. Y el resultado es una Escala que en la presente situación está contribuyendo a alarmar a la población innecesariamente, en lugar de a comprender mejor la magnitud de lo ocurrido.

¿Cuáles son entonces las diferencias entre Chernóbil y Fukushima?

El total de radiación liberada en Japón es todavía muy inferior al que se extendió por la atmósfera y los alrededores en Ucrania. De momento Fukushima ha puesto en circulación un 10% de radiación que Chernóbil , a pesar de que son tres los reactores afectados (además de las piscinas de almacenamiento de combustible gastado del Reactor 4).

Eso sí: los escapes radiactivos pueden durar meses, lo que al final del proceso podría resultar en que el total de actividad radiactiva liberado en Fukushima acabe siendo superior al de Chernóbil.

En Japón, sin embargo, no hay un fuego que inyecte partículas radiactivas en la alta atmósfera, repartiéndolas por medio mundo, y ningún núcleo ha quedado total o parcialmente al descubierto. Al principio se produjeron liberaciones controladas de vapor con contenido radiactivo para reducir las presiones de los núcleos 1 a 3, la cantidad de radiación expulsada fue limitada y su alcance relativamente reducido.

Las actuales fugas son de agua contaminada con materiales del núcleo y se están produciendo por grietas y recovecos, no porque las vasijas o los edificios de contención se hayan roto dejando desnudos los núcleos.

Otra importante diferencia es la dilución de la radiactividad, en el tiempo y en el espacio; en Chernóbil la liberación de radiación se concentró en la explosión inicial y la semana siguiente, mientras duró el fuego.

En Fukushima la liberación se está produciendo a lo largo de semanas, que serán meses: esto contribuye a que la concentración sea mucho menor. Incluso si cuando finalice la catástrofe la cantidad de radiación liberada en Japón es mayor que la de Ucrania, el impacto será mucho menor, por haberse liberado poco a poco y no toda de golpe.

Además la mayor parte del vertido es agua que va a parar a una zona abierta del Pacífico, diluyéndolo aún más. Por fin, entre ambos accidentes hay otra diferencia muy importante en lo que se refiere a las víctimas humanas, y que tiene que ver con la reacción de los gobiernos afectados y la transparencia informativa.

Mientras la URSS en Chernóbil al principio negó el accidente, rebajó su impacto durante semanas y no evacuó a la población hasta que había pasado demasiado tiempo, en Fukushima los alrededores de la central han sido evacuados inmediatamente, incluso en medio del caos producido por el megaterremoto del día 11 de marzo.

Los procedimientos de emergencia, como el reparto de tabletas de Yodo, y de control de alimentos y agua se han instaurado con rapidez. Por criticables que puedan ser las estrategias comunicativas de la empresa japonesa Tepco y del gobierno nipón, la información ofrecida a la población sobre el accidente y sobre la situación en cada momento no es siquiera comparable al caso de Chernóbil.

En Japón incluso los trabajadores de la central y los de emergencias estaban bien equipados y entrenados, y no han corrido los riesgos suicidas que asumieron los bomberos y personal de emergencias en la central soviética, enfrentándose a situaciones desconocidas con equipo insuficiente y sin formación ninguna.

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