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Japón prepara un plan de reconstrucción que puede costar más de 200.000 millones de euros

  • La primera partida ascenderá a 33.000 millones

  • Se dedicará a edificar viviendas, ayudar a los refugiados y relanzar la economía local

RTVE.es/EFE
4 min.

El Gobierno y las empresas de Japón han comenzado a definir los detalles de un plan de reconstrucción de la zona afectada por el terremoto y posterior tsunami que arrasó parte del país hace un mes. Ese plan podría necesitar una cifra récord de más de 200.000 millones de euros, aunque el primer paquete constará de 33.000 millones.

El Gobierno japonés quiere aprobar lo antes posible ese primer presupuesto de 4 billones de yenes (cerca de 33.000 millones de euros) para comenzar la operación de reconstrucción en la costa noreste de Japón.

Las prioridades serán concluir las labores de desescombro de una zona costera que abarca más de 600 kilómetros, normalizar la vida de los refugiados, construir unas 70.000 viviendas y reconstruir la economía local, paralizada desde el seísmo.

Para elaborar el programa de reconstrucción, el Ejecutivo japonés ha creado este lunes un consejo de expertos formado por profesores de universidad, empresarios y arquitectos para que, alrededor de junio, presenten sus propuestas dentro de vaarios sectores que van desde el urbanismo hasta el empleo.

Reconstruir sin generar nuevas deudas

Algunos políticos creen que para realizar esa primera fase de la reconstrucción se necesitarán tres presupuestos adicionales hasta alcanzar un total de diez billones de yenes (81.789 millones de euros).

El tsunami llegó a Japón en un momento delicado, cuando su economía empezaba a recuperarse y trataba de reducir su enorme deuda pública, que dobla en valor al Producto Interior Bruto (PIB).

Pero ahora, el Gobierno deberá confeccionar un nuevo presupuesto del Estado que le permita hacer frente al desastre natural y la consiguiente crisis nuclear abierta por los daños en la central de Fukushima, y hacerlo sin emitir deuda pública. Eso obligará a cambiar varias partidas de gasto -como la contribución a las pensiones- y repensar una parte de las políticas del gabinete de Naoto Kan.

Además de la contribución presupuestaria directa, el Banco de Japón aprobó el jueves pasado un programa de préstamos de emergencia a bajo interés por valor de un billón de yenes (8.178 millones de euros) para ayudar a las empresas afectadas por el terremoto y el tsunami.

Además de las pequeñas y medianas empresas que constituyen el tejido empresarial básico en las provincias más afectadas (Fukushima, Miyagi e Iwate), las grandes multinacionales niponas también trabajan ya para poner en marcha sus plantas en esas regiones lo antes posible.

Nissan, Sony o Kirin han tenido que parar sus operaciones en algunas plantas por el alcance del terremoto y algunas no saben cuándo podrán reanudar su actividad.

Escasez energética y daño a las exportaciones

Además de los daños en sus instalaciones, las compañías japonesas deberán hacer frente a un año de escasez energética ocasionada por el parón de varias plantas nucleares en el noreste de Japón. Esos cortes de electricidad obligarán a reducir el funcionamiento de un muchas líneas de producción en todo el país.

A todos esos problemas se suma el peligro nuclear de la central de Fukushima, que podría hacer que los consumidores asocien los productos japoneses con el peligro radiactivo, perjudicando así a las exportaciones del país.

Algunos exportadores que producen en regiones cercanas a la central de Fukushima están realizando chequeos de radiación a sus productos para despejar las dudas y evitar los recelos de los consumidores. También el Gobierno analiza los niveles de radiactividad en los puertos de Japón para evitar que sean rechazados en puertos extranjeros.

El Ejecutivo ha prometido pagar compensaciones a través de una aseguradora pública a los exportadores que se vean afectados por el aumento de los niveles de radiación o por rumores que perjudiquen sus ventas.

Las emanaciones de la central de Fukushima perjudican también a los pescadores, agricultores y ganaderos de varias provincias en el centro de Japón, por lo que el Gobierno previsiblemente tendrá que dedicar muchos fondos durante un largo tiempo para recuperarse del mayor desastre vivido por el país desde la II Guerra Mundial.

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