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La moda, una forma de expresión para unos, un signo de modernidad para otros

AZUCENA RUBIATO
3 min.

Moda

El psicólogo George Simmel en su ensayo de 1905 definía la moda como la tendencia del individuo a imitar el modo de vestir para sentirse integrado en el grupo y en la sociedad.

Hoy la moda es un concepto universal que cada uno convierte en particular y que utiliza como un modo de expresión.

Pantalones campana y zapatos de plataforma en los 70.

En los 90, talles altísimos para lucir los piercings.

...Y cómo obviar los pantalones caídos de hoy en día para enseñar ciertos calzoncillos de marca.

Todo esto simplemente "se lleva" o "se llevó" en un determinado momento.

La mayoría hemos 'caído' de un modo u otro en alguna de las tendencias de moda, sobre todo a edades tempranas.

Pero, ¿por qué seguimos las tendencias que nos marcan? ¿Será que nos gusta vestir igual que otros?

La profesora y experta en Teoría e Historia del Traje y la Moda del Centro Superior de Diseño de Moda de Madrid, Diana Fernández, asegura que llevar una ropa u otra en sus primeros tiempos hacía alarde de pertenencia a una clase social.

George Simmel, en su ensayo La Moda (1905) destaca la tendencia del individuo a la imitación para librarse de lo complejo que resulta ser original o diferente y dejando claro, de este modo, el deseo de pertenecer a un grupo determinado y de ser aceptado, asegura Fernández.

Sin embargo, asegura Diana Fernández, hoy en día se imita lo que se quiere, cuando se quiere y cómo se quiere. Se busca un estilo de vida y una personalidad y no tanto ese estatus social.

La moda refleja en nuestros días una forma de expresión y de pensar, una personalidad y un estilo de vida.

El consumidor mueve los hilos

Hoy hablamos, no de una sóla moda, sino de una multiplicidad de ellas, afirma Diana Fernández.

El consumidor crea su propio estilo, lo que expertos como Giles Lipovetsky y Paolo Volonté denominan 'proceso tribal', el deseo de marcar la independencia del individuo por encima de la aceptación o el rechazo de la sociedad.

Por eso el consumidor es cada vez más un sujeto activo en la producción de nuevos significados a través del vestido.

La moda marca una realidad efímera que define a una determinada época o estilo que se populariza entre los individuos de una sociedad.

Los diseñadores, muchas veces, no hacen sino firmar lo que ya existe en la calle.

Se sumergen en el flujo cotidiano de la comunicación, allí donde la producción cultural está viva y a la vanguardia, para encontrar propuestas que contengan lenguajes y significados con los que los consumidores puedan hacer uso y entrar en comunicación con los otros, asegura en su estudio Diana Fernández.

Pero ¿conocen realmente los consumidores el origen de estas modas?

¿Saben los jóvenes que detrás de llevar los pantalones caídos se esconden orígenes carcelarios y marginales, que una vuelta de manga tiene su razón de ser en la toxicomanía y que una venganza de Coco Chanel llevó a las mujeres ricas de medio mundo a vestir como inclusas?

El origen de algunas modas tiene en muchos unos inicios curiosos.

Vestirse, transformarse, adaptarse a un grupo o diferenciarse de él... Las razones por las que el hombre se ha vestido a lo largo de la historia van desde las más profundas e íntimas a las más superficiales porque a lo largo de la vida hemos ido aplicando unas y otras.

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