El secretario del Tesoro, Tim Geithner, ha pergeñado una solución para intentar aplacar el escándalo que han provocado las primas de AIG. Geithner obligará a la aseguradora a devolver el dinero que han cobrado los ejecutivos. Pero la fórmula es llamativa. Los 165 millones en bonificaciones se deducirán del último rescate financiero comprometido por el Gobierno: 30.000 millones de dólares.
Geithner sale así al paso de las voces que piden su cabeza. Con esta fórmula, el Estado parece que recupera su dinero. Pero la realidad es que los ejecutivos ya han cobrado a costa de los contribuyentes. Desde el pasado viernes, 73 han recibido sumas superiores al millón de dólares. Y los pagos se realizaron once días después de que el Gobierno aprobara el último paquete de rescate.
A lo largo de la jornada, se han sucedido otras ideas para que los ejecutivos no se lleven el dinero. El Congreso ha planteado recuperar hasta el 98% de esas primas a través de un impuesto especial para los directivos de la aseguradora. Por su parte un senador, ha llegado incluso a sugerir a los directivos que se suiciden.