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Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal: guiños a la trilogía y un fuerte olor a palomitas

  • No decepcionará a los incondicionales de la saga, aunque no supera a La última cruzada

  • Son dos horas de ritmo vertiginoso con el sello inconfundible de Spielberg

  • Guiños continuos a la trilogía precedente compensan las carencias del guión

  • Las acciones de acción son menos artesanales que en las anteriores entregas

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AGUSTÍN ALONSO
2 min.

La nueva película de Indiana Jones no decepcionará a los incondicionales de la saga, aunque posiblemente no supere a La última cruzada en las preferencias de la mayoría de ellos. Steven Spielberg había prometido que esta película "desprendía un fuerte olor a palomitas" y que era "completamente" para los fans del famoso arqueólogo. Y así es.

Indiana Jones y el Reino de la calavera de cristal son dos horas de acción a raudales, de humor made in Indy, de decorados y exteriores espectaculares, y de guiños y referencias ininterrumpidos a la trilogía original e incluso a otras películas del cineasta estadounidense.

Las luces se apagan y tras la publicidad, el rótulo de "Lucasfilm ltd." nos devuelve al pasado, a tardes de cine en los '80 o de vídeo familiar en los '90. Y es sólo el aperitivo.

Poderío visual y enigmas cripto-arqueológicos

En seguida, el espectador se encuentra con la famosa silueta del sombrero fedora de Indiana, con el almacén donde el gobierno de EE.UU. guardó el Arca de la Alianza en la primera película de la serie, con los famosos acordes de John Williams, y el aula universitaria del doctor Jones, y los brazos en jarra de Marion Ravenwood y, por supuesto, los enigmas y las peripecias que mezclan lo arqueológico y lo sobrenatural.

Además, la inconfundible mano de Spielberg se ve en el poderío visual de la cinta y en un sentido del ritmo del que las nuevas generaciones de directores todavía tienen mucho que aprender.

Quizá se eche en falta más artesanía y menos ordenador en algunas escenas de acción, o la profundidad en las relaciones personales que vimos en la tercera entrega de la saga, pero son cuestiones menores que se le perdonan a la película como a un viejo amigo los defectos. Después de 19 años, las ganas de volver a ver Indiana Jones son más poderosas que cualquier hándicap técnico o estilístico.

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