Las tormentas solares son fenómenos que ocurren en la superficie del Sol y en su atmósfera, particularmente en la corona solar. Se generan a partir de explosiones de radiación que provocan enormes expulsiones de plasma conocidas como eyecciones de masa coronal.
Miquel Torta, catedrático de la Universidad Ramón Llull e investigador del Observatorio del Ebro, ha hablado desde la Antártida en el programa Cruce de cables de RNE, dirigido por David Sierra, sobre cómo estos fenómenos pueden afectar nuestra vida cotidiana.
Cruce de cables - Tormentas solares: la amenaza invisible que podría poner en jaque la era digital
Estos eventos representan algunos de los fenómenos más peligrosos dentro de la meteorología espacial, según Torta. Sin embargo, no todas las expulsiones de plasma que lanza el Sol nos afectan directamente. El científico asegura que para que estas eyecciones impacten en la Tierra deben darse ciertas condiciones.
"El Sol rota sobre sí mismo en aproximadamente 27 días terrestres, y las expulsiones de plasma salen disparadas como si fueran un aspersor en movimiento. Si la Tierra se encuentra en la trayectoria de ese viento solar y además se dan ciertas condiciones en el campo magnético terrestre, es cuando podemos tener realmente problemas. Si no nos pilla de camino, no pasa nada", añade el científico.
¿Cómo se producen las auroras boreales?
El campo magnético de la Tierra actúa como un escudo natural que nos protege de la radiación solar. "Sin este campo magnético, la vida en la Tierra no sería posible debido a la intensa radiación que nos llegaría del Sol", afirma Torta.
No obstante, los problemas pueden surgir si el plasma solar que alcanza la Tierra lleva un campo magnético con una orientación opuesta al terrestre. En ese caso, se produce un fenómeno llamado reconexión magnética, que redirige las partículas solares hacia la parte posterior de la magnetosfera.
Cuando estas partículas regresan a la Tierra, generan las auroras boreales, un fenómeno que Torra asegura ser espectacular pero inofensivo.
El verdadero riesgo está en las corrientes eléctricas inducidas por estas tormentas geomagnéticas. "Se generan corrientes eléctricas en las capas altas de la atmósfera, que a su vez inducen corrientes en la superficie terrestre y en cualquier conductor conectado a tierra, como las líneas de alta tensión e incluso las vías férreas".
Torta aclara que esto ya ha producido serios problemas en la infraestructura energética y de comunicaciones.
Las tormentas solares ya han generado problemas en la sociedad
Miquel Torta no cree que un gran apagón tecnológico pueda llegar a suceder a raíz de las tormentas solares, pero asegura que estas ya han tenido consecuencias.
La más famosa ocurrió en 1859 y es conocida como la tormenta de Carrington. Este evento fue observado por el astrónomo Richard Carrington. En aquel entonces, la tormenta causó graves problemas en las líneas telegráficas, la tecnología predominante de la época, debido a las corrientes inducidas en los largos conductores eléctricos.
Sin embargo, en aquel tiempo no existían redes de transporte eléctrico, gasoductos u oleoductos. "Nos hemos hecho adictos a la tecnología", advierte Torta, y señala que un evento similar hoy en día podría tener consecuencias mucho más graves.
De hecho, en 1989, una tormenta solar mucho menor que la de Carrington provocó un apagón en la región de Quebec, Canadá, dejando a nueve millones de personas sin electricidad durante varias horas.
El problema, según Miquel Torta, radica en nuestra creciente dependencia de la electricidad y la tecnología. "Si se nos cae el suministro eléctrico, podemos tener problemas muy serios", señala el investigador.
¿Qué determina la magnitud de una tormenta solar?
Las tormentas solares son más probables durante el máximo de un ciclo solar. De hecho, ahora mismo estamos en un máximo, pero no todos los ciclos solares son iguales.
"Algunos tienen mayor amplitud y otros menor. El ciclo anterior fue suave, con poca actividad y sin grandes tormentas. El actual ha sido más activo que el anterior, pero no tanto como hace dos ciclos", asegura Torta. Sin embargo, añade que esto no significa que no pueda producirse una tormenta aislada de gran intensidad en cualquier momento.
Torta destaca un caso concreto en el que la Tierra evitó por poco un evento de grandes dimensiones. "En julio de 2012, una tormenta solar muy potente pasó cerca de la Tierra. Si hubiera ocurrido una semana antes o después, nos habría golpeado de lleno". El científico señala que es una cuestión de probabilidades.
¿Podemos predecir una tormenta solar?
"Estamos en una fase similar a la que estaba la meteorología tradicional hace 50 o 100 años", lamenta Torta. "Es un campo en el que hemos empezado a investigar con más intensidad recientemente porque ahora somos más vulnerables. Hace un siglo, estas tormentas no suponían un problema para la sociedad".
Aunque la ciencia avanza, todavía no se pueden predecir estos eventos con absoluta precisión. Sin embargo, una vez que se produce una llamarada solar, sí es posible determinar si su trayectoria apunta a la Tierra. El verdadero problema es determinar si será geofectiva, es decir, si afectará a nuestro planeta de manera significativa.
"Cuando el plasma solar llega a las sondas interplanetarias, podemos medir el campo magnético interplanetario y la velocidad del plasma", explica Torta. "Pero esto solo nos da un margen de entre 30 y 45 minutos para prepararnos, dependiendo de la velocidad del viento solar".
La importancia de la IA para mejorar la predicción
Los países más afectados por estos fenómenos suelen ser aquellos situados en latitudes altas, como Canadá, el norte de Estados Unidos o Escandinavia.
Estos países han desarrollado protocolos específicos para proteger sus redes eléctricas y sistemas de telecomunicaciones. El posicionamiento GPS, las telecomunicaciones e incluso la aviación podrían verse gravemente afectadas en caso de tormenta solar.
En nuestro país, instituciones como el Instituto de Física Corpuscular en Valencia han trabajado en proyectos para mejorar la predicción de estas tormentas. Emplean inteligencia artificial para entrenar una red neuronal con el fin de predecir la actividad solar con un margen de entre 30 minutos y una hora.