Ver a Cary Grant y Katharine Hepburn trabajando juntos en la gran pantalla es como ver un acontecimiento extraordinario de la naturaleza. Un suceso único, efímero y brillante. Una estrella fugaz que pasó ante los ojos de Hollywood en tan solo cuatro ocasiones, pero que dejó una huella imborrable en la historia del cine clásico. La clave de su éxito residía en aquel magnetismo de contrarios: él un afable galán, ella una fiera indomable. Juntos una pareja irresistible, bella y talentosa. Su asociación cinematográfica comenzó en 1935 con el rodaje de La gran aventura de Silvia. Cary Grant había trabajado ya en veintidós títulos de cine y tenía una posición respetable en Hollywood, mientras que Katharine Hepburn, que había hecho su debut cinematográfico el mismo año que Grant, ya tenía en sus manos el primero de los cuatro premios Oscar que recibiría en su carrera por su actuación en Morning Glory (1933). Sin embargo, ninguno de los dos poseía entonces la popularidad que iban a cosechar tras trabajar juntos.
¿Por qué solo cuatro películas juntos?
No fue por enfrentamientos, ni enemistad, al contrario. La buena relación entre Hepburn y Grant era muy conocida en Hollywood. Sin embargo, las circunstancias personales y el progreso de sus respectivas carreras les llevó por caminos diferentes.
Por un lado, Grant se convirtió durante años en el actor fetiche de Hitchcock y aquí Hepburn no es que encajase demasiado en una de esas frías rubias que tanto le gustaban al director. Tampoco hay que olvida que mientras Grant se convertía en el galán de éxito por excelencia, Hepburn llegó a ser denominada como "el veneno de la taquilla", un injusto título que le llegó tras el fracaso de varias películas protagonizadas por la actriz y que no le fue revocado hasta Historias de Philadelphia (1940), la última película que rodaría junto a Grant y con la que volvió a ganarse el cariño del público.
Años después, la aparición del director y actor Spencer Tracy en su vida y su carrera eclipsó todo lo demás, convirtiéndose en un binomio eterno. Con todo, a pesar de que la asociación de Cary Grant y Katharine Hepburn duró poco, las cuatro películas en las que aparecieron juntas se encuentran entre las más memorables de las dos estrellas. Cuatro títulos imprescindibles que repasamos a continuación.
La gran aventura de Silvia (1935)
Un trío de estafadores de poca monta, compuestos por Henry Scarlett (Edmund Gwenn), su hija travestida en chico Sylvia (Katharine Hepburn) y un vivaracho pícaro denominado Jimmy Monkley (Cary Grant) deciden formar un grupo vodevilesco para olvidarse de sus timos.
La película no ofreció cuantiosos beneficios económicos a sus creadores, pero resultó clave para Cary Grant, ya que moldeó definitivamente su próxima distinción estelar, marcada por el cinismo, la afabilidad, la elegancia y la galanura. La película resulta muy divertida y entretenida, con estupendos e intelogentes diálogos, viveza en la acción, óptima recreación de una fascinante atmósfera de diversas tonalidades (tristeza, comedia, romanticismo) e interpretaciones de primer orden, con unos personajes muy bien desarrollados, que participan con mayor o menor incidencia en la sustancia de un brillante film. Una pequeña obra maestra.
Vivir para gozar (1938)
Johnny (Cary Grant), un joven emprendedor y de talante divertido conoce en unas vacaciones en la nieve a Julia (Doris Nolan). En poco tiempo se enamoran y deciden fijar la fecha de la boda. El problema es que él no conoce a su familia, una adinerada dinastía de Nueva York compuesta por su estricto padre (Henry Kolker) y sus dos hermanos, la idealista Linda (Katharine Hepburn) y el temulento Ned (Lew Ayres), que buscarán por diferentes vías un medio de escape para huir de su conservadora y estricta jaula dorada.
Magnífica y elegante película de George Cukor, en la cual se critica con avidez la hipocresía y el culto a la apariencia y la riqueza por parte de la alta sociedad estadounidense, mientras se confrontan distintas personalidades que, en tono casi existencial, diatriban sobre la esencia básica de la vida.
La fiera de mi niña (1938)
El torpe y responsable paleontólogo Dr. David Huxley (Cary Grant) es arrastrado, en vísperas de su boda, por la impetuosa irresponsabilidad y capricho de una rica heredera (Katharine Hepburn) a trasladar un leopardo, llamado “Baby”, a la mansión de su acaudalada tía (May Robson).
La fiera de mi niña es una obra maestra, que podrá verse en Días de Cine Clásico esta noche del lunes, a partir de las 22:04 horas, en La 2. Dirigida por el gran Howard Hawks, se trata de una de las mejores comedias de la historia del cine y la principal muestra de la llamada “screwball comedy” o comedia enloquecida que floreció en la década de los 30. La construcción de gags memorables, el arropaje cómico de unos personajes secundarios irresistiblemente hilarantes, complementando el inmejorable trabajo de sus dos estrellas, el delirio inherente a la trama que atrapa en su locura al espectador. La película estará disponible desde su emisión en la plataforma gratuita RTVE Play hasta el 23 de agosto.
Historias de Philadelphia (1940)
Tracy Lord (Katharine Hepburn), una joven de la alta sociedad de la ciudad de Philadelphia, divorciada de C. K. Dexter Haven (Cary Grant), va a contraer matrimonio con George Kittridge (John Howard). Días previos a la boda se presentará Dexter, con la intención de evitar la ceremonia, y una pareja de periodistas, Macauley Connor (James Stewart) y Elizabeth Imbrie (Ruth Hussey), que cubrirán la información del enlace.
Tres de los mejores actores del cine en una espléndida comedia romántica de ambiente sofisticado, sustentada en las soberbias interpretaciones del terceto protagonista (con un premio Oscar para James Stewart) y en el trazo calmoso y elegante de George Cukor, que no evita algunos momentos de screwball comedy.