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Carlos Saura: su última y reveladora entrevista en televisión en la que habló de la muerte

RTVE
4 min.

La última vez que Carlos Saura pisó un plató de televisón fue en el espacio 'Historia de nuestro cine', de RTVE. Fue un día especial, y por muchos motivos. Elena S. Sánchez había sido durante años la presentadora del programa y daba el salto a la dirección, compaginando las dos tareas, en la primera emisión de 2022. La periodista tenía claro cómo quería arrancar y sobre todo sabía con quién quería hacerlo. Carlos Saura es uno de sus directores preferidos y además, cumplía 90 años. La ocasión era perfecta. Saura estuvo en el plató y habló de su carrera y sus películas. Saura, en palabras de Elena S. Sánchez, es el perfecto contador de historias. "Cuando era fotógrafo me di cuenta que la fotografía me limitaba, y pensé en dedicarme a hacer documentales. Fue cuando rodé Cuenca, que fue premiado en San Sebastián, y eso me estimuló y decidí hacer Los Golfos.

En el plató estaba rodeado de los suyos: su hija Anna, fruto de su relación con Eulàlia Ramón, y el escritor Ray Loriga, que firmó el guion de El séptimo día. Estaba cómodo, en familia, lo que propició que se soltara y hablara de todo. "Yo trabajo todos los días. Si no escribo, dibujo o hago fotografías. El secreto es tener la cabeza ocupada", decía. Y para sorpresa de todos dejó caer sus planes de futuro. "Yo espero llegar, como Mamá cumple cien años, a los 100 años y un día", reveló haciendo referencia a la película que rodó en 1979.

Historia de nuestro cine - Coloquio: Carlos Saura - ver ahora

El secreto de su cine

Saura siempre ha luchado por hacer el cine que quería hacer, y lo ha conseguido. Se ha sorprendido con el gran éxito que han tenido algunas de sus películas y se ha extrañado con la poca aceptación que han tenido otras. Su secreto es muy sencillo. "Me gusta improvisar. Lo que me más me gusta de mi trabajo es no tener ideas fijas, es aprovechar en cada momento las oportunidades que se me ofrecen", revelaba.

Hablamos de un grande de la cinematografía española, un director que gozó de prestigio en el sector y el favor del público. Pero no siempre fue así. Anna, su hija, ponía el dedo en la herida. "He notado ese respeto que se le tiene, pero fuera de España, aunque en los últimos años esto ha cambiado. Te vas a Japón, Francia, México, Alemania, Italia y se nota. Aquí le cuesta levantar proyectos", decía molesta.

Carlos Saura, en el Festival de San Sebastián.

Carlos Saura, en el Festival de San Sebastián. EFE/Javier Etxezarreta

Un darwinista en un colegio de monjas

Días antes, el director daba una entrevista a la agencia EFE, en la que hablaba del pasado y del presente, marcado por el Goya de Honor y el documental Las paredes hablan, que estrenó esa misma semana. "Siempre me ha fascinado el arte y el hombre y su evolución. De pequeño me castigaban por ser darwinista en el colegio de monjas. Desde que me llegó el proyecto me pareció precioso; en un principio estaba más centrado en los orígenes del arte y poco a poco lo hemos ido evolucionando hasta el resultado final, con el que estamos muy contentos".

Hablar con Carlos Saura era hablar de cine, pero también de fotografía. "Siempre me gustó la fotografía, y en mi casa, en la medida de lo que se podía, se fomentaban las artes. Poco a poco me fui desarrollando como fotógrafo, fui al festival de Granada (sur español) como fotógrafo oficial y ahí empecé a moverme en el mundillo, pero nunca me hubiera imaginado dirigir más de 50 películas, ópera, teatro, haber hecho exposiciones de fotos, publicado novelas".

Carlos Saura nació el 4 de enero de 1932 en Huesca.

Su primera película: Blancanieves

Desarolló su talento artístico en distintos ámbitos de la cultura, pero su nombre queda ligado al cine. Una pasión que nació en Barcelona, donde su familia se instaló huyendo de la Guerra Civil. "Las primeras películas que vi fueron las de Walt Disney, como Blancanieves. Después, cuando nos fuimos a Huesca, en el colegio proyectaban películas mudas francesas de misterio; para un niño como yo, en esa España tan gris, tan destrozada, era una experiencia fascinante".

Su legado es enorme, pero él nunca le dio la importancia que todos le daban. Sus prioridades en la vida eran otras. Hizo un cine de calidad, disfrutó trabajando y fue feliz conjugando su profesión con su vida personal. "Yo no he hecho cine para agradar a nadie o para recibir reconocimiento, lo he hecho porque me gustaba, porque a través de él puedo contar las historias que se me ocurren, porque puedo jugar con la música. Pero lo que más orgulloso me siento es de mis siete hijos, seis chicos y una chica", decía.

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