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Las profecías incendiarias de Paco Rabanne: del fin del mundo a las reencarnaciones

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Paco Rabanne era un artista, un visionario. Su talento y su creatividad llenaron las pasarelas de nuevos materiales: metal, diamantes, incluso, plástico. El tejido de eslabones metálicos quedará para siempre como su firma. Se atrevió con todo: materiales luminiscentes, papel metalizado, ante calado, trenzados de metal. Su pasión era la experimentación y vivió adelantado a su tiempo.

Se codeó con grandes artistas como Salvador Dalí y al final de su carrera, sin pudor, opinó y contó todo lo que pensaba. Se retiró de las pasarelas en medio de la burla. Ni los medios ni la industria tomaban ya en serio al genio de la aguja.

Las profecías incumplidas de Paco Rabanne

En 1999 dejó la alta costura. Se marchó anunciando el fin del mundo para el 2000. El modisto estaba convencido de que París ardería después de que la estación espacial MIR cayera sobre la capital francesa durante un eclipse de sol. Ordenó el cierre de todas sus tiendas el día para él marcado fatalmente en el calendario. No sucedió nada extraño y decenas de personas se agolparon durante el evento astronómico frente a sus tiendas para reírse del apocalipsis. En el país que lo acogió y donde triunfó le empezaron a tomar por loco, como él mismo reconocía.

Afirmaba haber visto a Dios. En tres ocasiones: "La primera vez cuando tenía 26 años" declaraba con rotundidad.

Llegó a escribir un libro, El fin de los tiempos, en el que anunciaba una tercera Guerra Mundial motivada por motivos religiosos y contra los árabes. No iba a ser la primera vez que viviera una cruzada, según Paco Rabanne, la reencarnación existe. Él recordaba haber sido un sacerdote egipcio y una prostituta de la corte de Luis XV.

Trayectoria de una vida a otra fue su primera novela y en ella relataba sus viajes astrales y los cuerpos que había ocupado su alma durante los siglos. Estaba convencido de haber conocido a San Pablo del que afirmaba con rotundidad que "Era un auténtico misógino". Tras contar estas experiencias en la televisión francesa, en horario de máxima audiencia, recibió más de 15.000 cartas de telespectadores que aseguraban haber pasado por el mismo trance.

Sus polémicas no fueron solo apocalípticas. Criticó sin miramientos a otros compañeros de la profesión como a Jean Paul Gaultier, con quien rivalizaba en las estanterías de las perfumerías: "Su nueva fragancia es espantosa. Los homosexuales pueden hacer perfumes para hombres, pero no para mujeres porque no las aman."

De los nuevos genios de la pasarela tampoco tenía buena opinión. De Galliano y McQueen afirmaba que andaban cortos de talento y originalidad. Según Rabanne: "Se limitan a copiar moda del pasado."

No le importaba en absoluto las consecuencias de sus declaraciones incendiarias y poco creíbles según recogía El País: "No tengo miedo de que la gente se ría de mí o me tome por loco, sencillamente porque me avala el ser famoso, rico y, actualmente, a quien gana mucho dinero no se le considera un loco".

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