Literatura
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Una pared de odio que dividió a Alemania: el Muro de Berlín

Noticia Página Dos

  • Página Dos entrevista a la periodista Helena Merriman, que publica El túnel 29 (Salamandra)

  • Esta historia real narra la odisea de un joven ingeniero que planea una fuga colectiva

  • El túnel de 135 metros fue excavado desde Berlín Occidental en el verano de 1962

Marta Dominguez | Página Dos
3 min.

Lo llamaban la franja de la muerte. Era un corredor en el Muro de Berlín vigilado las 24 horas, y los que intentaban traspasarlo eran objetivo de los francotiradores o las minas terrestres. Y, a pesar de ello, en 1962 un grupo de personas intentó lo que no solo desaconsejaba la prudencia, sino la misma geografía del terreno: excavar un túnel para ayudar a los alemanes del Este a escapar hacia el Oeste. Esa es la historia de El túnel 29 (Salamandra), un suceso real que conmovió a la periodista británica Helena Merriman.

Tardaron cuatro meses en lograr una hazaña que parecía imposible, por la extrema vigilancia y por las arenas húmedas y aguas subterráneas del suelo de Berlín. El túnel medía 135 metros, pasaba bajo una fábrica y un sótano de viviendas, y por él pasaron 29 mujeres, niños y hombres.

El ideador del plan, Joachim Rudolph, sigue vivo, y de las largas tardes de conversación con Merriman nació el libro. Su relación de amistad es lo mejor que ha sacado de este trabajo literario, cuenta la periodista. El origen fue una serie de capítulos en un podcast, en los que la periodista vio el potencial de la historia, e hilvanó el relato con cientos de horas de entrevistas y documentos provenientes de los archivos de la Stasi. Fue descargado por 6 millones de usuarios.

«Joachim me indica una mesa para sentarnos. Sujeto un micrófono en su forro polar azul marino y le pregunto qué ha comido para desayunar, como suele hacerse en la radio para ajustar los niveles de voz. Explica que ha desayunado un batido de frutas y un huevo revuelto mientras le subo el volumen del micro al máximo. Habla en un tono de voz bajo, con modestia. (...) Su mujer nos traía tazas de té; cada vez que las dejaba en la mesa, le tocaba el hombro con afecto.»

Construido en 1961 para impedir el éxodo de ciudadanos de la República Democrática Alemana al sector aliado de la ciudad, el Muro de Berlín se convirtió en símbolo de un régimen totalitario. Ha sido protagonista de numerosos libros: El expediente (Timothy Garton Ash), La Guerra Fría (John Lewis Gaddis), El fin de la historia (Francis Fukuyama), Stasiland (Anna Funder), The Berlin Wall (Frederick Taylor), De Alemania a Alemania (Günter Grass), El saltador del muro (Peter Schneider), El inocente (Ian McEwan) o El espía que surgió del frío, de John le Carré.

El túnel 29 podría ser un thriller, por su intensidad, agilidad y capacidad de mantener al lector en vilo. El olor a arcilla, la humedad, la claustrofobia, el terror a un guardia fronterizo que tire dentro del hoyo un cartucho de dinamita. La publicación del libro coincidió con el 60º aniversario de la construcción del Muro de Berlín, y Merriman quiso dotar a la lectura de un contexto histórico amplio: los medios de comunicación estadounidenses, los partidos políticos, la Stasi, la CIA y otros actores de esa rivalidad geopolítica.

Óscar López pregunta a Helena Merriman por su impresión personal acerca de Joachim, después de haber pasado tantas horas conversando con él. «La gran pregunta es: por qué correr ese riesgo tan grande para ayudar a personas que no conocía. Me respondió que le educaron así, que creció en una comunidad en la que había que preocuparse por la propia familia, por los amigos y por los vecinos. Cuando tenía seis años había escapado de los rusos, perdió a su padre, quedó roto de dolor, y esa fuga del Muro en la que no murió nadie lo ayudó a recomponerse. Me dijo que, una vez libre al otro lado, el primer pensamiento fue para su padre.»

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