Arte
El perdón

Juana Acosta: "Comprendí que no perdonar también es lícito"

Noticia Atención Obras 
  • 30 años después del asesinato de su padre, la actriz colombiana vuelve a vestirse de danza

  • Juana Acosta asegura que nunca supo las razones por las que lo mataron

  • El perdón, es la obra teatral con la que la actriz abre su dolor en canal

RTVE.es
4 min.

No les traigo una obra de teatro, les traigo una experiencia personal”. Juana Acosta (Cali, 1976) aún no había perfilado qué forma tomaría la obra teatral con la que volvería a bailar sobre los escenarios, pero tenía claro que necesitaba abrir su alma y hablar sobre el perdón. Para ello decidió unir dos talentos artísticos como son el coreógrafo, bailarín y Premio Nacional de Danza, Chevi Murada, y el dramaturgo Juan Carlos Rubio.

La actriz colombiana, a la que recientemente hemos podido ver en los cines con Las consecuencias (2021), regresa a los escenarios con El perdón, una obra con la que Acosta a “resignificado el dolor” por la muerte violenta de su padre cuando ella tenía 16 años. La danza, el cuerpo, las palabras y la música son las herramientas sanadoras que utiliza para soltar el dolor, para “volver a nacer, volver a vivir, volver a sentir, volver a bailar. Y perdonar”.

Danza, perdón y cicatrices

Antes de adentrarse en esta exploración personal, que ahonda en una herida profunda, la actriz tuvo que dejar que esta cicatrizase. “Han tenido que pasar 30 años para que yo pueda ponerme en un escenario y contar mi historia”, confiesa la interprete en Atención Obras.

La obra, que se puede ver en el Teatro Bellas Artes de Madrid recupera una faceta artística que hacía tiempo que no veíamos en Acosta, la danza. “Yo bailé desde los tres años hasta los dieciséis. Era mi gran vocación, yo iba a ser bailarina, era lo que más me gustaba, pero un día, cuando estaba preparándome para ir a mis clases de baile recibí la terrible noticia de que mi padre había sido asesinado”, cuenta a Cayetana Guillén Cuervo en esta entrevista.

Juana Acosta con Cayetana Guillén Cuervo

De alguna manera, la violencia castró esa gran vocación de la ahora actriz. Durante todos aquellos años, tras la perdida de su padre, Acosta dejó la danza de lado. “Nunca quise a volver a ponerme la ropa de baile, nunca más quise volver a danzar”, explica. Una experiencia de bloqueo que comprendió hace un par de años, a través de la terapia, que ahora se revierte, dando una nueva forma al dolor.

El arte de reconstruir los recuerdos

A su testimonio real, durísimo, se mezcla una puesta en escena conceptual y refinadísima de Chevi Murada y el texto perfilado y profundo del dramaturgo Juan Carlos Rubio. Con esta actuación, la actriz se coloca a otro nivel, interpretativo y de excelencia intelectual de una grandísima actriz. "Los ensayos fueron durísimos, cinco horas al día, con una exigencia enorme y dolor en todo el cuerpo y casi llorando del agotamiento. Pero resulta curioso ver cómo el cuerpo tiene memoria y aún era capaz de recordar la técnica del baile".

Para recuperar la muerte de su padre, trato de acercarse al recuerdo de sus hermanos y familiares. “Escuchar el testimonio de mis hermanos y de mis tíos fue fundamental para completar mi recuerdo y para escuchar su punto de vista. En ese proceso comprendí que el no perdón también es lícito, en la medida en que no se perpetúe la violencia, porque hay parte de mi familia que no ha podido perdonar. En este espectáculo no queremos dar lecciones a nadie, pero todos hemos tenido que perdonar”, concluye.

Sobre el asesinato de su padre, Acosta ha revelado que "nunca se supo" qué paso para que mataran a su padre, ya que "era una época muy compleja en Colombia". Un crimen que quedó impune, como el secuestro que uno de sus hermanos sufrío a manos de la guerrilla colombiana en los años 80.

Entre las personas que asistieron al estreno de la obra, hace unos días, se encontraba la actriz Lola Herrera. Acosta cuenta que, tras la función, Herrera se acercó y le confesó que era uno de los espectáculos más hermosos que había visto y que estaba sumamente conmocionada.

Darte cuenta como algo tan personal, tan íntimo, le llega tanto al público es sobrecogedor. Es importante que el espectador pueda empatizar, porque esta no es una obra que habla de la muerte de mi papá. Usamos mi experiencia personal para hablar del algo universal que tiene que ver con cómo se corta el circulo de la violencia”, apunta la actriz.

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